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La consulta logopédica en los cuidados paliativos. (Parte III)

Si se trabaja en un centro sanitario de enfermos crónicos y en fase terminal, es de esperar que el paciente llegue a nuestro consultorio derivado por un especialista en cuidados paliativos o bien por el médico tratante de la enfermedad de fondo, y comúnmente con el diagnóstico de: Alzheimer, tumores cerebrales, trastorno de de neurona motora, Parkinson, Miastenia Gravis, ACV, Guillian Barré, distrofia muscular, esclerosis, entre otros.

Mariella Poblete S. | 1/11/2011
Como logopedas tampoco olvidemos que nuestro trabajo incluye también la planificación de la comunicación del equipo médico hacia el paciente, ya que si bien nosotros los de cultura latina o mediterránea no deseamos saber la información completa acerca de nuestra salud en esta etapa de nuestra vida, esta comunicación debe ser sincera, sensible, con un margen de esperanza, y siempre debe demostrar una actitud de escucha activa y empática; ya que cuando la comunicación adolece de estas características, se ha encontrado un aumento del estrés en los pacientes, sobre todo cuando se da cuenta de las mentiras. Del mismo modo, una comunicación fluida entre el paciente y sus cuidadores influye en el bienestar de este en aspectos tales como: el estado emocional, la resolución de síntomas, el estado funcional y el dolor. Es importante asesorar al equipo médico sobre técnicas específicas que ayuden a una mejor comunicación, tales como: colocarse de frente y a la altura de los ojos del paciente para asegurarse el contacto, evitar colocarse en lugares que obliguen a movimientos dolorosos de cabeza por parte de este, formular preguntas y expresiones concisas así como prestar atención al lenguaje corporal. Otro aspecto muy especial en el que debemos de asesorar al personal médico, es acerca de las características comunicacionales en el contexto del momento de dar las malas noticias, ya que en esta situación se puede observar algunas inconsistencias o deficiencias en la habilidad para valorar las necesidades de información del paciente, una tendencia a interpretar sus deseos y necesidades, la idea errónea de que «si el paciente quiere, ya preguntará», e igualmente la creencia de que la información producirá un mayor daño al enfermo.
 
Si se trabaja en un centro sanitario de enfermos crónicos y en fase terminal, es de esperar que el paciente llegue a nuestro consultorio derivado por un especialista en cuidados paliativos o bien por el médico tratante de la enfermedad de fondo, y comúnmente con el diagnóstico de: Alzheimer, tumores cerebrales, trastorno de de neurona motora, Parkinson, Miastenia Gravis, ACV, Guillian Barré, distrofia muscular, esclerosis, entre otros.
 
Es importante recalcar que cuando se recibe al paciente para la evaluación de entrada, se encontrará no sólo a una persona con una deficiencia funcional o con una secuela de una cirugía previa, sino que se encontrará una enfermedad en progreso que puede ocasionar una gran desfiguración cosmética y un fuerte hedor cuando hablamos del cáncer por ejemplo. Esta evaluación debe de caracterizarse por ser rápida, eficiente económicamente y de bajo riesgo para el paciente; no olvidando que nuestro objetivo es identificar las vías que se pueden usar para la hidratación, la nutrición y una buena comunicación. Probablemente podamos aprovechar los estudios de imágenes en los cuales se detectó la progresión de una enfermedad, la recurrencia o las metástasis pulmonares y cerebrales para complementar nuestra evaluación. Es importante considerar los procedimientos que no incluyen formas de radiación, tales como: la electroglotografía, la videoendoscopia con fibra óptica y la auscultación cervical para evaluar la deglución y la respiración. De otro lado, no son raros los casos en que el paciente derivado a nuestra especialidad pueda estar portando un tubo de traqueostomía, entubado o con ventilación mecánica, lo cual obliga al o a la logopeda a afinar su conocimientos para no complicar más el estado del paciente. Vuelvo a repetir que la prioridad es la tranquilidad y respeto de la voluntad de nuestros pacientes sobre el sometimiento a ciertos procedimientos diagnósticos que en realidad no mejorarán su pronóstico de fondo. Dentro de nuestra evaluación también debemos considerar qué técnicas compensatorias pudiera conservar el paciente de un tratamiento logopédico previo, al igual  que su condición médica actual, prognosis y habilidad cognitiva.

   

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