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Los hábitos suctorios lesivos: cuándo abordar un tratamiento logopédico y psicológico integrado. (Parte III)

De todos es sabido que una de las consideraciones a tener en cuenta para establecer un correcto diagnóstico miofuncional es la valoración de los factores de interferencia que modulan el desarrollo postnatal de la cara. Entre ellos se encuentran los hábitos, en concreto los hábitos nocivos, los cuáles son motivo de preocupación cuando se prolongan en el tiempo y la persistencia del mismo inicia deformaciones a nivel orofacial.

El objetivo de esta ponencia es poner de manifiesto la importancia de la comunicación interdisciplinar, con la finalidad de poder colaborar a solventar problemas de índole psicológico comunes en las rehabilitaciones logopédicas.
 
De todos es sabido que una de las consideraciones a tener en cuenta para establecer un correcto diagnóstico miofuncional es la valoración de los factores de interferencia que modulan el desarrollo postnatal de la cara. Entre ellos se encuentran los hábitos, en concreto los hábitos nocivos, los cuáles son motivo de preocupación cuando se prolongan en el tiempo y la persistencia del mismo inicia deformaciones a nivel orofacial.
 
Entre estos hábitos podemos nombrar:
 
-          la succión digital, labial y el chupete
-          el mordisqueo lingual, labial y de mejillas, así como la de objetos varios
-          y la onicofagia y queliofagia
 
Centrándonos en el título de la ponencia, el objetivo es plasmar las causas, factores etiológicos, secuelas negativas y estrategias de tratamiento de los hábitos suctorios lesivos y así sensibilizar y orientar mayoritariamente a los logopedas de cuándo y en qué momento es necesaria la derivación o intervención del psicólogo para remitir dichos hábitos.
 
La mayoría de los niños se entretienen chupándose el dedo o algún objeto sin ningún propósito nutricional. Pueden usar tanto chupete, u otro objeto, como los dedos de las manos o de los pies, principalmente como medio de autosatisfacción.
 
A nivel etiológico algunos profesionales creen que chuparse el dedo es un hábito aprendido; otros, especialmente los psicoanalistas, creen que chuparse el dedo es una expresión de la sexualidad infantil, reflejando trastornos emocionales cuando persiste más allá de la lactancia. Puede ayudar a aliviar el estrés y a calmar al niño en respuesta a desafíos del entorno. De forma alternativa, debido a sus efectos autotranquilizadores, chuparse el pulgar puede suceder sólo cuando el niño se esté durmiendo, cuando esté cansado, aburrido, frustrado, descontento, o se sienta inseguro.
 
 
Cuál es el proceso “normal” del hábito suctorio
 
El deseo del lactante de succionar el pecho o el biberón es un impulso que es indispensable para la supervivencia.
 
Un porcentaje muy alto de bebés siguen chupando aunque ya no tengan hambre. Algunos expertos llegan a opinar que nueve de cada diez niños se chupan el dedo en algún momento durante los primeros meses de vida.
 
En gran parte es una manifestación de los reflejos normales de búsqueda y de succión que tienen todos los lactantes.

 

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