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¿Cómo hablan los bebes? (Parte I)

El lenguaje es un aprendizaje natural, que aparece gracias a aptitudes específicas y se desarrolla con la interrelación social. La comunicación por medio del lenguaje es la mayor proeza de la especie humana
¿Cómo hablan los bebes?

El lenguaje es un aprendizaje natural, que aparece gracias a aptitudes específicas y se desarrolla con la interrelación social. La comunicación por medio del lenguaje es la mayor proeza de la especie humana. Por medio del lenguaje hemos transformado nuestro planeta y enviado naves especiales a Plutón. El lenguaje nos permite abrazar una idea, compartir nuestros sentimientos, comentar acerca de nuestro mundo y entender el pensamiento de las personas.

En todo el mundo los niños aprenden a hablar sin instrucciones precisas.

¿Cómo es que los niños aprenden realmente el lenguaje? Es naturaleza o es una estimulación externa?

Esta es una pregunta que dio lugar a un debate que ha durado ya varios siglos. Resulta que naturaleza y estimulación externa están entretejidas y ejecutan una danza (unidas). La mente de los niños está enriquecida con muchos recursos para el aprendizaje de la lengua.

Los estudios señalan que los varones se atrasan respecto a las mujeres unos cuantos meses, después se nivelan muy pronto.

Lo que es normal varía enormemente, pues algunos niños dicen sus primeras palabras alrededor de los 10 meses, aunque la mayoría no lo hace hasta los 12 o 13 meses. Otros no hablan hasta que tienen 19 meses (1 y 4 meses).

La primera palabra. Ese momento mágico, casi nunca pensamos por qué este momento es tan mágico. Consideremos lo que está detrás de la elaboración de la primera palabra.

Dentro del proceso de desarrollo del lenguaje infantil, la pronunciación del "ta-ta", "da-da" o "ga-ga", que el bebe repite para alegría de sus padres incluso sin que nadie les enseñe cómo hacerlo, representa la manifestación de las raíces del desarrollo del lenguaje en los humanos, según concluyen expertos.

Esta mezcla de vocales y consonantes que el bebé emite de manera natural gracias a la coordinación de los movimientos de su boca y mandíbula, es común a la mayoría de las lenguas que se hablan en la actualidad alrededor del mundo, y representan según investigadores de los orígenes del lenguaje, los primeros intentos de nuestros predecesores por crear una forma verbal de comunicación.

El niño tiene que destacar la palabra “pa pa” en medio de toda el habla que escucha diariamente; también debe distinguir en dónde empiezan y terminan los vocablos de las cascadas de palabras que derraman sobre él. El problema del niño en este momento es similar, a lo que sucede cuando un adulto viaja a otro país y no habla el respectivo idioma, pues reconocer frases en los torrentes de oraciones que le llegan por todos lados parece inútil. Las palabras que oye un turista no tienen comas ni están separadas por espacios; de hecho, pareciera que la gente habla con rapidez excesiva. Con toda esta situación, un niño aproximadamente de 11 meses resuelve este problema y encuentra la palabra papá y muchas otras.

Discernir papá es sólo una parte de la solución, el segundo obstáculo al que el niño se enfrenta es resolver que significa papá? Por último el niño tiene que hallar el modo preciso de acomodar sus órganos articulatorios para pronunciar esa palabra. Saber utilizar la boca es como tocar un instrumento complejo: si uno no toca el lugar preciso, pronuncia una palabra totalmente diferente. Por tanto para un niño el lenguaje es como un trabalenguas, y antes de que articule esa primera palabra debe tener múltiples logros que le van preparando el terreno para lograrlo.

¿El feto puede oírnos?

Las investigaciones señalan que el feto comienza a reaccionar aproximadamente a los seis o siete meses de estar en el útero (25 semanas); hay mucho que oír dentro de ese ambiente acogedor. Los investigadores han utilizado un micrófono a prueba de agua (hidrófono), con el cual pueden escuchar lo que, adentro debe ser música para los oídos de los bebés. La mayor parte de lo que oyen es la turbulencia de la sangre mientras fluye a través del sistema circulatorio materno, un feto también oye el ritmo constante de los latidos del corazón de su madre.

Se ha llegado a la conclusión de que los fetos pueden oír a su madre, mediante la comprobación del ritmo cardíaco.

Saber que el feto puede responder al sonido no implica que sea mejor proporcionarle más sonido; pues cuando se sobreestimula a los bebés, ellos se vuelven hacia otro lado, por lo que es mejor encontrar un equilibrio entre nuestro respeto por las nuevas capacidades y el impulso por ofrecerle cada vez más estimulación.

¿Cómo es la comunicación del recién nacido?

El aprendizaje fetal integra los cimientos de lo que los bebés hacen como recién nacidos. Así que los bebés pueden oír, cuando el bebé nace no solo oye, sino también llora y llora. La naturaleza los ha dotado, con el llanto, potente herramienta para atraer la atención. La cantidad de llanto aumenta hasta que el bebé tiene aproximadamente dos meses y luego disminuye (sirena biológica).

La naturaleza es maravillosa: los bebés lloran cuando se sienten incómodos y nosotros nos sentimos mal al escuchar el llanto, por lo que no es de sorprender que los padres intentarán cualquier cosa por conseguir que el bebé deje de llorar.

El llanto no es un lenguaje, pero es una de las primeras formas que nos ayudan a interpretar los sentimientos y necesidades del bebé, por lo que el llanto junto con la sonrisa, comienzan el diálogo entre los padres y los bebés, un diálogo que se irá refinando y enriqueciendo conforme se desarrolla el lenguaje.

Hay numerosas pruebas que señalan que los bebés están preparados para aprender el lenguaje porque son sensibles a los sonidos del mismo, incluso en el vientre. Sin embargo, el lenguaje no se da en el vacío, sino que es el fundamento de la interacción social.

El silencio no es oro. No hace mucho tiempo que los especialistas del cuidado infantil recomendaban que se conservara al bebé en ambientes silenciosos. Ahora se recomienda a los padres – madres y quienes cuidan a los bebés conversen con ellos, que los toquen, que los abracen tiernamente, con el fin de que obtengan suficiente estimulación táctil. Ya que con esa estimulación natural ellos florecen.
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