De la noche a la mañana, Francesc Gual, de 28 años y vecino de Tarragona, pasó del todo a la nada. Del todo que le daba una frenética actividad laboral y deportiva a la nada de un ictus que lo dejó postrado en la cama, totalmente mudo y con la parte derecha del cuerpo paralizada. «Todavía me cuesta un poco hablar y no estoy tan bien como me gustaría, pero los médicos dicen que estoy mucho mejor de lo que esperaban», explica Gual, en su domicilio del barrio de Sant Pere i Sant Pau, después de un año de recuperación.

El último año en la vida de este joven es una historia de superación explicada a través de las redes sociales. «Lo hago por mí y por si le puede servir a alguien que también haya sufrido un derrame cerebral», confiesa después del duro trabajo que ha realizado para llegar a la situación actual. En uno de los vídeos que ha colgado en las redes resume su último año de vida y, al explicarla, también demuestra que habla mejor de lo que asegura.

LOS ESTRAGOS DE LA ENFERMEDAD / Las imágenes relatan la dureza de la recuperación y los estragos que, en apenas unas semanas, causó la enfermedad en el cuerpo de un joven que practicaba remo, ciclismo y otras actividades deportivas. A pesar de que habían pasado menos de dos meses desde que, en la madrugada del 9 de junio del 2014, sufrió lo que después supo que era un ictus, sus primeros intentos por volver a caminar parecían una tarea imposible. Su pierna izquierda estaba maltrecha, la derecha mucho peor y el brazo derecho tampoco le servía casi para nada. «Ir del sofá a la cama era un suplicio», admite. «Mi vida cambió radicalmente. A las tres semanas de recuperación empecé a mover la pierna derecha y me costaba mucho decir tres o cuatro palabras», recuerda.

LOS AVISOS DEL DÍA ANTERIOR / Algunas de las cosas que le ocurrieron han quedado en el olvido, pero otras las mantiene grabadas. «El 8 de junio del 2014 era domingo. Durante el día noté varios pinchazos en la cara, como si se quedara paralizado por unos momentos el lado donde 20 días antes me habían extraído una muela del juicio, pero por la noche cené con normalidad y me fui a dormir». Gual recuerda que se despertó ya pasada la medianoche porque volvió a sentir otro pinchazo y porque no controlaba el movimiento del brazo derecho, el que utilizaba para todo. «Cuando me empecé a vestir para ir al hospital, me di un porrazo contra la pared, y al salir del coche también caí al suelo, pero un señor me ayudó. No recuerdo quién es ese hombre, pero se lo agradezco mucho».

«Me dio un ictus isquémico. Es decir, me petó una vena del cerebro y todavía no se saben los motivos, pero todos en mi familia creemos que está relacionado con la muela del juicio que me extrajeron». En menos de dos meses salió del hospital, pero con un negro porvenir. No hablaba, le habían dicho que la mano derecha, probablemente, le quedaría rígida y que ya veríamos qué pasaría con la pierna del mismo costado.

«Desde que salí del hospital me propuse tumbar las predicciones de los médicos. Me dije que, aunque fuera con muletas, quería ir a las fiestas de Santa Tecla, que se celebran en septiembre. Me encantan. Al final conseguí ir sin ellas». En el vídeo que ha hecho para recordar el aniversario de su enferemedad explica: «Para hacer una gesta que todo el mundo cree imposible, el primero que tiene que creer en ella eres tú mismo».

Lo explica ahora con el orgullo de ser el primero en ver lo que era el verano pasado y lo que es ahora, y consciente del duro trabajo que ha habido de por medio. Se propuso retos y la mayoría los ha ido conquistando. Primero, aprendió a escribir y a hacer todo lo manual con la mano izquierda, pero se propuso ejercitar la derecha y, tras conseguir abrir y cerrarla, ahora ya es capaz de escribir. «Rellenar un folio me cuesta unos 20 minutos», puntualiza.

EXCURSIONES DE 17 KILÓMETROS / Tampoco camina igual que antes, pero es capaz de hacer excursiones de 17 kilómetros. «Es cierto que todavía no puedo correr porque no apoyo del todo el pie, pero también he salido un par de veces en kayak con un amigo, aunque tampoco coordino tan bien como antes», explica tras recordar las duras sesiones de recuperación física y mental, en gimnasio, piscina y ejercicios de cálculo mental, lectura y escritura. «El problema que quiero solucionar ahora es la agilidad y el tacto de la mano derecha, pero sobre todo la cabeza. Me cuesta una barbaridad concentrarme porque tengo neuronas muertas. Hago dos horas de ejercicios de cálculo y me canso mucho, pero voy progresando», detalla.

No todo ha sido alegría y progresión en este último año de la vida de Francesc Gual. Le advirtieron de que también tendría altibajos en su estado anímico y asegura que ha tenido menos de los que le auguraron, pero hace unos meses tuvo uno «fuerte, fuerte» que lo llevó a estar un par de semanas encerrado en su habitación. "No quería saber nada y me preguntaba por lo que me ha dado la puta mierda de vida, pero de todo se sale con voluntad», explica.

VACACIONES TRAS UN AÑO DE TRABAJO / Ahora su objetivo es seguir progresando, pero confiesa que necesita unas vacaciones porque, aparte de los cuatro días que se tomó para ir a París con su novia, lleva un año de duro trabajo. Reconoce que antes los problemas suponían un estímulo de superación y que ahora le cuesta mucho superar «cualquier problemita», pero no deja lugar al pesimismo: «No me cansaré nunca de intentar llegar a estar como estaba antes».

El pasado 8 de junio, esperó a que fueran las 12 de la noche para ir de nuevo al Hospital Joan XXIII donde lo habían atendido un año antes. Esta vez iba cargado con la cámara de vídeo y ganas de grabar y recordar. Todavía tiene pendiente visitar la quinta planta del hospital, donde están los enfermos neurológicos. «Simplemente quiero que me vean y dar ánimos. Lo importante es que todos los que hayan pasado un ictus crean en sí mismos. No todos somos iguales, pero creo que con constancia todos lo podemos conseguir», explica Gual mientras piensa en las próximas fiestas de Santa Tecla

www.elperiodico.com
1/08/2015