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El desafío de ver la voz

Cuando la voz pierde claridad, sonoridad, se escucha áspera o arenosa, posiblemente exista alguna alteración que esté provocando dichos síntomas. Los médicos laringólogos son quienes se ocupan de estudiar y tratar estos y otros problemas de la voz, como así también enfermedades que afectan a la laringe. Este órgano, situado en la parte media del cuello, es el que aloja a las cuerdas vocales, las cuales vibran cuando el aire choca en ellas. Dichas vibraciones llegan hasta la boca en forma de sonido.

Cuando el paciente se presenta a una consulta refiriendo alguno de estos problemas, es fundamental, además de completar un cuestionario o historia clínica, realizar un examen laríngeo minucioso y detallado. Gracias a los avances de la tecnología, hoy es posible disponer de una mayor y mejor capacidad de visualización del tracto vocal y específicamente de las cuerdas vocales.


Pese a que no existe un método único de exploración de la laringe que se considere óptimo para todos los pacientes con problemas en la voz, la evaluación laríngea por videoendoscopía implica una valoración cuidadosa de los aspectos anatómicos y fisiológicos de la nasofaringe, faringe, laringe, base de la lengua y del velo del paladar.

Esta técnica permite examinar las cuerdas vocales con gran detalle gracias al aumento que poseen las fibras ópticas utilizadas, a las fuentes de luz led de alta potencia y a las cámaras de alta definición (HD) que incluyen.

Si bien este examen por videoendoscopía es fundamental, en la actualidad se suma una práctica como parte del protocolo básico para el estudio de las cuerdas vocales denominada videoestroboscopía. Esta forma parte de la valoración endoscópica de la laringe y analiza el movimiento de las cuerdas vocales mediante una luz pulsada que permite ver su movimiento de ondulación en “cámara lenta”. Gracias a ello, se facilita el análisis de lesiones estructurales mínimas localizadas por debajo de la mucosa cordal, porción de las cuerdas vocales con mayor capacidad de vibración. Además, permite valorar las fases de apertura y cierre de las cuerdas vocales, por lo que es posible analizar los tan comúnmente diagnosticados hiatus (espacio existente entre las cuerdas vocales que provoca que la voz suene “con aire”).

Tanto la videoendoscopía laríngea como la videoestroboscopía se realizan en el Servicio de Otorrinolaringología en consultorio, no requieren preparación alguna y el paciente podrá retomar sus actividades habituales luego de la realización. Se trata de estudios complementarios que deberán ser realizados en todos los pacientes que presenten alteraciones en la voz.

Toda la información de estos estudios deberá ser registrada en soporte digital y con sonido para un óptimo seguimiento de la afección y para que, una vez indicada la derivación al profesional fonoaudiólogo para realizar la rehabilitación vocal correspondiente, este pueda analizar las imágenes enviadas para optimizar el tratamiento.

Algunas enfermedades de las cuerdas vocales, tales como nódulos o pólipos, son producidas debido al mal funcionamiento o uso de la voz, mientras que en otras la causa es fundamentalmente de base orgánica, como los tumores o papilomas de cuerda vocal. Si bien estas enfermedades están determinadas, en gran parte, por agentes externos (tabaco, reflujo gástrico, inhalación de tóxicos medioambientales, por ejemplo) requerirán principalmente de un tratamiento quirúrgico para su resolución.


En estos casos la cirugía laríngea por videoendoscopía resulta un método recomendable, ya que facilita una visión de gran aumento y permite el análisis de las cuerdas vocales desde todos sus ángulos, sin necesidad de realizar ninguna incisión en el cuello y facilitando cirugías ambulatorias y de rápida recuperación.

Asimismo, esta visión minuciosa y detallada de la estructura de las cuerdas vocales es útil al momento de extirpar lesiones malignas o producidas por el virus del papiloma humano (HPV). En estos últimos casos, a la técnica de cirugía laríngea por videoendoscopía se le suma como posibilidad el uso de bisturí de radiofrecuencia, que permite cortes limpios, microcoagulación y mínima molestia posoperatoria.

Ante cualquier alteración persistente de la voz por más de 15 días o en caso de utilizarla como instrumento de trabajo y advertir algún síntoma o manifestación inusual, debe concurrir al médico otorrinolaringólogo para realizar una consulta.

La Voz
23/09/2017

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