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La salud del docente. (Parte IV)

Se hace preciso, entonces, revisar criterios y desarrollar programas preventivos de difusión masiva cuyos resultados tiendan a una efectiva protección de la voz del docente que, por la profesión elegida, pasa a integrar la categoría de profesionales de la voz con el compromiso y la responsabilidad que ello implica.
b) Stress:

Trabajar pensionado ya sea por condiciones ambientales deficientes, mala ventilación, poca luz, etc., pueden ser factores negativos a considerar en el desarrollo de la tarea docente tanto como el factor de tener un grado muy numeroso que requiere de un gran esfuerzo para enseñar de manera personalizada.
Las presiones propias de la institución o el traslado a las apuradas de un lugar de trabajo a otro, cosa muy frecuente en la docencia, exigen al organismo esfuerzos mayores para mantener la atención y el nivel intelectual necesarios para cumplir con la tarea y la fatiga tiene múltiples consecuencias a nivel físico y psíquico.
La consecuencia de este stress prolongado puede derivar en diversas dolencias psicosomáticas siendo las más frecuentes las que afectan al sistema respiratorio y digestivo, por eso en la docencia son comunes las gastritis, úlceras y espasmos bronquiales entre otras.


c) Enfermedades circulatorias:


Los docentes están expuestos especialmente a las várices o dilataciones venosas que resultan de la mala circulación de retorno. Frente a ello lo primero que aparece es la sensación de piernas pesadas, edema (acumulación de líquido que, por insuficiencia venosa, no vuelve a la circulación general con facilidad) y muchas veces junto a estos síntomas aparece una pigmentación de la piel que la vuelve color ocre.
La dilatación venosa puede llegar a la formación de úlceras superficiales por atrofia de la piel que se vuelven crónicas, profundizándose, aumentando el dolor y llevando a quien las padece casi a la invalidez.
Esta dilatación venosa se agrava en personas con una predisposición a las dilataciones venosas, generalmente hereditaria, ayudada por la bipedestación estática durante tiempos prolongados o por permanecer sentados, con o sin apoyo, con las piernas caídas.
La única prevención posible frente a estas afecciones es caminar y mantener una buena postura, de allí que sea fundamental concienciar al docente para que preste atención a los primeros síntomas y concurra a la consulta médica.


d) Trastornos de la visión:

Un maestro o profesor, ya sea por la cantidad de material que debe leer (libros, correcciones, planillas, etc,) o por lo que debe escribir necesita una buena iluminación y postura. El uso generalizado de los ordenadores personales hace que se agraven estos factores. Enfermedades como la miopía, el astigmatismo o la presbicia se agravan si no se utiliza la corrección óptica adecuada.
Es recomendable consultar al oftalmólogo periódicamente ya sea para detectar estos problemas o para ajustar las correcciones utilizadas antes de que los trastornos se agraven y las molestias crezcan.
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