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¿Qué es el Alzheimer?

El Alzheimer es una enfermedad neurodegenerativa, de carácter progresivo e irreversible, que aún no tiene origen conocido y para la que, a pesar de los avances en investigación, aún no se conoce ningún tratamiento capaz de curarla.

 ¿Qué es el Alzheimer?

 
El Alzheimer es una enfermedad neurodegenerativa, de carácter progresivo e irreversible, que aún no tiene origen conocido y para la que, a pesar de los avances en investigación, aún no se conoce ningún tratamiento capaz de curarla.
 
Se caracteriza por la pérdida gradual de neuronas cerebrales que producen un deterioro progresivo de la memoria, el cálculo, la orientación e incluso el habla y el juicio en fases muy avanzadas. Eso sí, hay que tener en cuenta que no todo el cerebro está afectado, sino que las lesiones se producen en áreas bien definidas, lo que explica la progresión de la enfermedad.
 
Primero se localiza en las amígdalas cerebrales y en el hipocampo, zonas encargadas de la memoria (por eso los olvidos cada vez más frecuentes) y de regular nuestra vida afectiva (de ahí los cambios de humor, la apatía y los comportamientos incoherentes) para luego pasar a los lóbulos frontales, que intervienen en la vida social y relacional del paciente.
 
 
Fases y síntomas  de la enfermedad
 
Los expertos dividen la evolución de la enfermedad en tres fases.

Fase 1 o inicial:
Esta primera etapa se caracteriza por tener algunas pérdidas de memoria: ocasionalmente se le olvidan algunas cosas, pueden perderse, olvidar sus citas o nombres de personas.
Estas pérdidas de memoria pueden pasar inadvertidas por ser bastante leves pero con el tiempo pueden interferir en el día a día de la persona.
En cuanto al comportamiento destacamos cambios de humor e incluso enfados del enfermo cuando se dan cuenta que pierden el control de lo que les rodeas.
En esta fase realizan frases más cortas, mezclan ideas sin relación directa, tienen problemas para encontrar palabras, aunque continúan razonando adecuadamente.



Fase 2 o intermedia:
En esta fase se agrava la situación y ya no hay duda de su diagnóstico.
Disminuye la memoria reciente y empiezan a producirse cambios de comportamiento más acusados: agresividad, miedos, alucinaciones, ... Se dan más reacciones agresivas y desproporcionadas, se generan miedos injustificados, aumenta la fatiga corporal y su capacidad para comunicarse sufre una gran merma; repite las mismas frases y no finaliza los argumentos.
El paciente pasa a ser más dependiente, necesitando ayuda para el autocuidado, es incapaz de trabajar y se muestra confuso con facilidad, necesitando una supervisión diaria de todo lo que hace.
Es cierto, que en esta etapa las rutinas o conversaciones superficiales pueden verse conservadas pero cuando se profundiza empiezan a aparecer dificultades.
El lenguaje empieza a verse más afectado: repite frases, no las acaba, le cuesta relacionar y diferenciar conceptos.
Sus movimientos al contrario que en la etapa uno donde siguen estando bien, en la fase 2 empiezan a perder el equilibrio, tienen caídas espontáneas y necesitan ayuda para deambular.
Alteración de la memoria, el olvido de sucesos recientes y la incapacidad para asimilar y comprender situaciones nuevas. Sin embargo, aún persiste en su memoria el recuerdo de hechos pasados, aunque los sitúe mal en el tiempo.


Fase 3 o avanzada:
En la última fase, el paciente depende por completo de terceras personas para su subsistencia.
Necesita ayuda incluso para las tareas más básicas: comer, limpiarse, moverse.
La memoria empieza a perderse tanto la reciente como la remota.
No reconocen a sus hijos, cónyuges, etc... Su comportamiento es como el de un niño pequeño: llora, grita, se agita, no comprende una explicación y pueden tener periodos y comportamientos desinhibidos y agresivos.
En cuanto al lenguaje balbucean. Muchos pacientes permanecen rígidos y mudos.
Les cuesta controlar sus esfínteres, se atragantan, le cuesta tragar y no controlan sus gestos.
Aumentan las complicaciones y riesgos derivados de infecciones, deshidratación, desnutrición, heridas por inmovilización, etc. ..
En ocasiones, la causa final de la muerte suele estar relacionada con alguna de estas complicaciones.

 
 
Factores de riesgo
 
Un aspecto muy importante para conocer la enfermedad son sus factores de riesgo. En este caso puede tratarse factores genéticos, demográficos, médicos o relacionados con los hábitos de vida.
 
El principal es la edad y los estudios revelan que a partir de los 65 años los casos de Alzheimer aumentan exponencialmente, duplicándose cada cinco años; pero además existen diferencias entre géneros, ya que la mujer tiene más posibilidades de desarrollar la enfermedad que el hombre. Asimismo, el estrés y una alimentación no saludable, con gran cantidad de grasas y consumo de alcohol pueden favorecer la aparición de la enfermedad.
 
Otros se relacionan con la genética, puesto que influye el historial médico familiar así como las alteraciones en la proteína beta amiloide, que también constituyen factores de riesgo.

 

Referencias

Confederacion Española de Asociaciones de Familiares de Personas con Alzheimer y otras Demencias

Asociación para las familias con Alzheimer

Fundació Pasqual Maragall

Asociación Lucha contra el Mal de Alzheimer (ALMA)

Alzheimer México

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