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Orientación y movilidad de adultos.

La instrucción en orientación y movilidad es quizás una de las áreas que más ansiedad genera en las personas con discapacidad visual y su familia, ya que cumple dentro del proceso de rehabilitación general, un lugar fundamental en la autonomía y la seguridad.
Fabiana Mon | 14/03/2004
La instrucción en orientación y movilidad es quizás una de las áreas que más ansiedad genera en las personas con discapacidad visual y su familia, ya que cumple dentro del proceso de rehabilitación general, un lugar fundamental en la autonomía y la seguridad.
Es decisivo que, con cautela, se explore cuál es la posición subjetiva de la persona a entrenar: ¿está angustiada?, ¿tiene deseos de movilizarse sola?, ¿le asusta la idea de la independencia en movilidad?, ¿conoce a alguna otra persona con discapacidad visual que se movilice sola?, ¿qué idea tiene con respecto al entrenamiento?

La entrevista inicial
Cuando el instructor de orientación y movilidad se encuentra ante una persona adulta, se trata por lo general de una persona con discapacidad adquirida. Puede ser alguien que haya decidido encarar este tratamiento teniendo una idea de en qué consistirá, o puede que esta entrevista sea una más de rutina dentro de una institución de rehabilitación. En este último caso cobrará más importancia la forma en la que el instructor se presente. Es muy importante que se exponga en forma clara y con lenguaje sencillo cuál es el rol de este profesional y las características de su práctica (1). Es decisivo que, con cautela, se explore cuál es la posición subjetiva de la persona a entrenar ¿está angustiada?, ¿tiene deseos de movilizarse sola?, ¿le asusta la idea de la independencia en movilidad?, ¿conoce a alguna otra persona con discapacidad visual que se movilice sola?, ¿qué idea tiene con respecto al entrenamiento? Al respecto, el instructor con experiencia logrará recabar esta información con ayuda de una guía de preguntas y fundamentalmente con la observación.

La ficha o guía inicial
Existen varios modelos a seguir, con menor o mayor grado de estructuración. Al instructor inexperto le convendrá optar por un modelo muy pautado, de modo de no olvidar puntos importantes. Quien tenga experiencia creará su propia ficha inicial de modo que le resulte funcional. Ahora bien, es importante recordar que la ficha es una guía para una entrevista que debe ser dúctil y flexible y no una planilla con datos burocráticos a ser volcados. Si bien es bueno seguir un orden, más importante aún es respetar el "tempo" del otro. Comentarios que la persona o quien lo acompañe hagan espontáneamente, pueden suministrar datos valiosos o "puertas" que permitan al instructor conectar positivamente a esa persona con su entrenamiento. Saber escuchar, saber interrumpir a tiempo, saber observar, son habilidades que deben ejercitarse (2).

Los datos generales
Se refieren al nombre, la edad, el domicilio, el teléfono, el documento, nivel de estudios formales alcanzados. Su recabado debe ser precedido por la presentación del profesional (su nombre y su rol). Si estos datos fueron obtenidos por otra persona (un secretario, otro profesional), debe hacerse mención a los mismos, ya que son los que se refieren a la identidad de la persona (con todo lo que esto implica) y le confieren carácter personal a ese momento.
Puede resultar valioso también el solicitar información acerca de cómo se compone el grupo familiar del sujeto (nombres, edades, ocupación).

La condición visual
Los datos más importantes de este ítem se refieren a la agudeza y al campo visual. Son condición necesaria, no sólo para el entrenamiento sino para la entrevista, ya que permitirán al instructor realizar hipótesis sobre el futuro tratamiento. Si la agudeza es extremadamente baja, se sabrá que la técnica de bastón largo será la base del entrenamiento, al igual que si la persona posee una hemianopsia inferior. En cambio, si la agudeza se aproxima a límites entre baja visión y visión normal, podremos hipotetizar que las sesiones se basarán en la mejora de la funcionalidad visual en la calle, quizás con el uso de ayudas ópticas (3). Si en el momento de realizar la entrevista no se dispone de estos datos será conveniente solicitarlos, explicándole a la persona que son relevantes a la hora de determinar la pertinencia y el alcance de la instrucción.
Completan este ítem, datos relativos a la etiología de la discapacidad visual, que podrá indicar dificultades asociadas, características del resto visual, progresión de la enfermedad; momento de adquisición de la discapacidad, que permitirá hipotetizar cuál es el grado de aceptación de la misma; visión de contraste, visión de colores, adaptación a la luz (en el caso de personas con baja visión) (4).

La situación actual de su movilidad
Este ítem se refiere a aspectos específicos de la movilidad actual del sujeto, a su grado de dependencia. Se deberá preguntar a la persona cuál es el grado de autonomía de su movilidad, diferenciando interiores y exteriores, conocidos y desconocidos. También deberá preguntársele si existen diferencias con luz diurna y nocturna o en distintos momentos del día. Nos proporcionará datos acerca de cuál será el punto de partida del entrenamiento y fundamentalmente de cuál es el grado de autopercepción del sujeto con respecto a su desplazamiento. Estos datos deberán ser cruzados con los obtenidos posteriormente en la evaluación funcional. Es importante tener en cuenta que el hecho de que alguien se desplace solo, no quiere decir que lo haga en forma eficaz, por lo que nunca debería omitirse esta evaluación (5).
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