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Evolución de las praxias estomatológicas. (Parte III)

“Al principio de la vida, la mímica que produce este reflejo facial no tiene intencionalidad, pero posteriormente se inscribe en el contexto social y de relaciones, de manera que es percibida por el entorno”.
La succión al igual que la respiración, inaugura las funciones del sistema oro-cervico-facial y son dos funciones fundamentales para su vida. A través de la succión, se estimula la respiración nasal. Se logran los primeros movimientos de mandíbula, labios, lengua, velo, y el bebe aprende enseguida que su habilidad le proporciona el alimento, es así que va desechando los movimientos improductivos e incorporando los que le resultan beneficiosos.

Es fuente de gratificación para él, fuente de placer. Después del esfuerzo realizado puede descansar plenamente.

Según Margaret Ribble, la necesidad de succión alcanza de entre seis a ocho horas diarias, (cifras que dependen de las variaciones individuales). Por eso, mucho niños con gran necesidad de succión alucinan esta función y succionan con sus labios mientras duermen. Otros, necesitan succionar el chupete o sus dedos.

Tiene connotaciones afectivo - emocionales profundas. Es por medio de los cuidados maternos, que los deseos de la madre, despiertan los del niño, formando su núcleo emocional básico, que lo armoniza y a la vez favorece su proceso de telencefalización

El desarrollo no es lineal, sino que a través de él, se van interrelacionando distintas líneas madurativas. Es así, que la respiración – succión se relaciona íntimamente con la olfación, ella es una de las primeras guías que tiene el niño, inmerso en un universo al que pertenece. El olor de su madre es una fuerte referencia para él, y según dice Delgado, “prima durante los primeros días de vida, y fija núcleos esenciales en su desarrollo psicológico”


Luego se va relacionando con la visión. Durante el amamantamiento, el niño busca y mira a su madre, luego busca el pecho. Y también con la audición: escucha y reconoce la voz de su madre y los ruidos relacionados con su alimentación.

Mas tarde, cuando su visión capta sus manos y comienza la coordinación incipiente mano-ojo, comienza mientras succiona, a tratar de alcanzar el dedo o la ropa de ella, abre la boca, espera la inserción del pezón, cierra adecuadamente los labios a su alrededor y succiona sin dificultad.

Comienza a llevarse la mano a la boca.


Según Matty Chiva, “la sensación gustativa es el origen de un fenómeno : el reflejo gusto - facial”. Ya desde los primeros instantes de vida, el lactante reacciona mediante la mímica a los estímulos sápidos, porque los botones gustativos son muchos mas numerosos en el .R.N. tapizan casi toda la cavidad bucal y posteriormente se van reduciendo, poco a poco, hasta localizarse en determinadas zonas en el adulto.

“Al principio de la vida, la mímica que produce este reflejo facial no tiene intencionalidad, pero posteriormente se inscribe en el contexto social y de relaciones, de manera que es percibida por el entorno”


Cuando el niño comienza a sostener la cabeza en decúbito ventral, en hiperextensión, se van fortaleciendo los músculos de la región posterior del cuello y los de la base de la lengua se van estabilizando, produciendo el descenso del sistema laringeo hacia una ubicación vertical en el cuello. La adquisición de esta ubicación vertical permite a los músculos de la base lingual sostener a la lengua en una posición alineada.

Una vez que el hioides, la mandíbula y los músculos faciales consiguen su alineamiento, el movimiento deglutorio se vuelve mas predecible y controlado.

La necesidad de succionar alcanza su máxima intensidad, alrededor del cuarto mes, y luego comienza a disminuir. Es cuando el niño comienza a morder, a vocalizar, y a tomar los objetos con las manos. El morder comienza a ocupar el lugar del chupeteo


Alrededor de los seis meses, comienza la erupción dentaría primaria, generalmente con la aparición de los incisivos centrales inferiores y superiores. Erupcionan luego, los incisivos laterales entre ocho y diez meses, los primeros molares alrededor del año y medio, luego los segundos molares y los caninos, quedando completa la dentición primaria entre los dos y dos años y medio de edad. Entre los tres y cuatro años, crecen los maxilares, dejando espacios entre los dientes (llamados diastemas o espacios primates) que dejan lugar a la erupción secundaria
A los ocho meses, el bebe, puede morder un trozo de galleta, masticarlo bastante bien y deglutirlo. La deglución ha dejado de causarle dificultades.


Cuando erupcionan los primeros dientes inferiores y superiores se pierde el equilibrio mandibular, y la mandíbula empieza a desplazarse hacia un lado y otro en busca de una postura equilibrada. Coincide con esto, el cambio de alimentación, a esta edad se cambia la dieta del niño y se empieza a alimentar al bebe con semi sólidos. Cuando se le ofrecen por primera vez, la lengua hace todavía movimientos de succión, eleva su parte posterior y el alimento es proyectado fuera de la boca. Cuando se inicia la función masticatoria (que exige movimientos de lateralidad), se estimula el trabajo de las ATM que ahora se mueven alternativamente en un movimiento llamado de trabajo y balanceo.

Con la erupción de los incisivos aparece en la saliva la ptialina, importante elemento que interviene en la predigestión de los alimentos. La saliva, entre otras funciones, cumple con la tarea mecánica de empapar y ablandar los alimentos ayudando así a formar el bolo y a hacerlo resbaladizo y apto para ser deglutido.

Alrededor de los siete meses ha mejorado la ingesta, y a esta misma edad el niño comienza a coordinar estos patrones con sus nacientes capacidades para sentarse y asir

Para que el acto de la masticación se desarrolle normalmente, es indispensable una fina sensibilidad de la boca, de la musculatura masticatoria, de la lengua, la sensibilidad de presión del velo, del paladar y de la pared faringea, estas ultimas son las que ponen en marcha el reflejo de la deglución.

Los estímulos presores térmicos y dolorosos desencadenan la secreción salival. La exquisita sensibilidad térmica de las proximidades de la abertura bucal, es útil para la comprobación consciente de la temperatura de los alimentos (mecanismo de defensa).

Alrededor de los diez meses, el niño conoce el uso de la cuchara, puede beber de una taza, y toda su conducta oral concuerda con la calidad de las situaciones alimentarias.

Con el aumento de la tonicidad y movilidad de: los labios, la lengua y la mandíbula, el control del flujo salival comienza a mejorar, de manera que hacia el final del primer año, prácticamente ha desaparecido el babeo.

A los dieciocho meses, con la adquisición de una bien definida masticación, los modos orales están bastante diferenciados y coordinados. Ahora el niño necesitara solamente integrar estos modos con su comportamiento adaptativo-manual (comer solo) y las exigencias sociales (modales en la mesa)

Planas dice que una vez que han erupcionado los incisivos inferiores y superiores, al ponerse en contacto, inician un circuito neural que proporciona el movimientos de lateralidad mandibular hacia derecha e izquierda, que es el que el niño usa para la aprehensión, corte de los alimentos e inicio de la masticación.

Lograr una buena función masticatoria depende tanto del trabajo coordinado de los músculos mandibulares, faciales, labiales, de las mejillas, de la lengua, como de una perfecta dentición (las piezas deben tener buena intercuspidación) y también depende del tipo de alimento que debe ser preferentemente duro, fuerte y seco.

Progresivamente el niño va consolidando su patrón masticatorio y cambiando su patrón deglutorio.

El desarrollo postural y psicomotor tiene lugar en forma paralela con el de las praxias orales, a través del cual se relacionan e interactuan en diversas instancias.

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