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Un catedrático denuncia un abuso en el diagnóstico de hiperactividad infantil.

El catedrático en psiquiatría de la Universidad Complutense de Madrid, Juan José López Ibor, alertó ayer sobre el abuso que se produce en el diagnóstico del síndrome de déficit de atención e hiperactividad en los niños.

Según apuntó López Ibor, director del Instituto de Psiquiatría y Salud Mental del Hospital San Carlos de Madrid, las causas radican en la mejora y difusión de los medicamentos para tratar este mal. "Cómo se ha visto que los tratamientos funcionan, se detectan casos de trastornos que no son", apuntó, haciéndose eco de una tendencia sobre la que varias asociaciones de padres ya hace tiempo que advierten y denuncian.

El catedrático subrayó la importancia de saber diferenciar bien los síntomas, "no todos los niños que son inquietos o tímidos tienen el trastorno de hiperactividad"; y de diagnosticar con precisión ya que "la medicación supone unos efectos secundarios considerables".

Los síntomas ´blandos´ son los que más pueden confundir a la hora de diagnosticar: inquietud, mal control de los impulsos o aislamiento, por ejemplo. Sin embargo, uno de los síntomas claros del trastorno del déficit de atención e hiperactividad es, según explicó Lóper Ibor, la inteligencia diversificada. Los menores con este síndrome muestran en los test de inteligencia de Wais enormes diferencias de caso de los niños este trastorno es más difícil de reconocer, ya que los críos tienen más dificultad en identificar lo que sienten, por lo que es más complicado identificar y valorar síntomas como la irritabilidad y la excitabilidad.

Otro de los puntos tratados por López Ibor fue el trastorno disocial, un término que según explicó ha sido rechazado por algunos psiquiatras infantiles por considerarlo demasiado duro, "como un estigma para un niño". Los menores que padecen este trastorno se caracterizan por tener un comportamiento agresivo y retador y por violar las normas sociales.

Este desorden del comportamiento suele tener un componente duradero entre un tercio y la mitad de los niños a los que se les diagnostica y en lo que se refiere a la agresividad está ligado a situaciones ambientales y sociofamiliares.

El ponente recordó que más allá de lo disposición genética, hay factores ambientales, como la jerarquía social, que condicionan aspectos de la biología, como por ejemplo la segregación de hormonas.

Diario de Mallorca.
28/03/2008

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