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Algunos problemas de sordera no están en oídos, sino en cerebro.

Los científicos creen que algunas personas tienen problemas para escuchar no por daños en el sistema auditivo propiamente, sino en una especie de circuito del celebro que permite controlar el ingreso de sonidos a los oídos y que parece dejar de funcionar con el tiempo.

En las fiestas de fin de año, en medio del ruido de la multitud y la música fuerte, las conversaciones para muchos de nosotros suenan así: "¿Sabes que (música fuerte) fue (oímos sin querer parte de otra conversación) y ella (vasos que chocan) y entonces yo (nuevamente otro diálogo ajeno a nosotros) ¿Qué harías tú?".

Aunque se argumente que la comprensión limitada del diálogo obedece al ruido a nuestro alrededor, no podemos dejar de darnos cuenta de que algunos jóvenes sí pudieron entender el diálogo. Es entonces cuando pensamos que algo está mal con nuestros oídos.

Sin embargo, el problema quizás no esté allí, sino más profundamente, en el centro del celebro que permite controlar el ingreso de sonidos al oído, que parece dejar de funcionar con el tiempo. Ahora los científicos empiezan a tener algunas pistas sobre lo que ocurre.

La incapacidad de comprender cabalmente una conversación en un ambiente ruidoso se denomina coloquialmente como el "problema de la fiesta de coctel" y se le considera como uno de los primeros indicadores de la pérdida del oído en la mediana edad, un problema que afecta a la tercera parte de los adultos entre 65 y 75 años.

Los científicos están tratando de determinar las razones de la caída de nuestra capacidad auditiva con la edad, a fin de encontrar mecanismos para disminuirla o incluso solucionarla.

La incapacidad del circuito cerebral para controlar el acceso de información acústica es apenas parte del problema, aunque no se sabe qué tan grande lo es.

"Creo que es muy importante", dijo Robert Frisina, de la Universidad de Rochester en Nueva York, quien estudia el fenómeno.

Desde hace tiempo los científicos saben que el cerebro no solamente procesa señales de los oídos, sino que puede comunicarse con ellos. Cuando hay demasiado ruido, este circuito controlador le dice a los oídos que reduzcan el flujo de señal al cerebro.

Esto ayuda al sistema auditivo a manejar ruidos fuertes que podrían generar distorsión, como cuando se le sube el volumen a un radio más allá de la capacidad de la bocina.

Además, dado que los ruidos de fondo de una fiesta tienen a ser menos fuertes que los de la voz humana, el circuito posiblemente puede bloquear esos ruidos a fin de evitar distracciones, dijo Frisina.

El cerebro emplea un mecanismo adicional para concentrarse en lo que dice una persona en particular, en lugar de otras conversaciones, dijo Frisina. Dado que probablemente uno está frente a la persona que se desea escuchar, sus palabras llegan a los oídos al mismo tiempo y con el mismo volumen.

El cerebro puede usar eso, junto con el circuito, para concentrarse en lo que dice esa persona, dijo Frisina.

Frisina y sus colegas publicaron en 2002 evidencias de que el circuito de control deja de funcionar adecuadamente con la edad, iniciándose todo entre personas de mediana edad, de entre 38 y 52 años, empeorando más allá de los 62 años.

http://www.chron.com
6/02/2009

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