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Adquisición temprana del lenguaje de signos y dactilología.(Parte V)

Aprender a dactilografiar es más difícil que aprender lenguaje de signos. Los niños sordos emprenden la actividad del deletreo dactílico alrededor de los 2 años, ordenan las configuraciones de la mano o queiremas en secuencias a la edad de 3 años, y de esta forma, comienzan a darse cuenta de las correspondencias entre dactilología y otros sistemas.
Desarrollo de la dactilología

La dactilología ha evolucionado hasta constituirse en parte del lenguaje signos de las distintas comunidades de sordos del mundo. El alfabeto dactilológico es un sistema de comunicación basado en el alfabeto latino, en el cual, cada letra del alfabeto es representada manualmente por un movimiento de la mano único y discreto. La dactilología hace posible reproducir las palabras del lenguaje oral a través de la representación manual de cada una de las letras que la constituyen. El alfabeto dactilológico es una invención de personas oyentes, realizada con la finalidad de facilitar a los sordos el aprendizaje del lenguaje oral. Hoy en día, en la mayoría de los países el deletreo manual está inmerso en el lenguaje de signos de la comunidad de sordos. En la generalidad de los casos se utiliza para expresar los nombres de lugares, de personas o para referirse a un concepto nuevo que todavía no tiene signo. En otros casos, la configuración de la mano puede llegar a modificarse para representar la primera letra de la palabra en lenguaje oral con la que comparte el significado o incorporar algunos aspectos del deletreo manual como una parte del signo (Battison, 1978).

El uso de la dactilología por parte de los sujetos sordos se realiza principalmente en dos casos. El primero, cuando se desea expresar nombres propios y lugares (principalmente en la comunicación con personas oyentes) y el segundo, cuando se requiere de nuevos conceptos para los cuales todavía no existen signos convencionales. En este último caso, la dactilología se convierte en una de las fuentes que emplea la comunidad sorda para la creación de nuevos signos. La relación entre dactilología, lenguaje de signos y lengua escrita se refleja en signos realizados a partir de la dactilología, que además representan alguna letra de su forma escrita y por tanto entregan información de tipo ortográfico. Estos signos se denominan loan sign o signos prestados, y en LSE han sido clasificados por Muñoz (1999) como sigue:

I. El signo queda establecido como signo convencional dentro del léxico de la lengua, sin perder ninguno de sus componentes. Por ejemplo: el signo COCA-COLA se conforma de dos “C” articuladas en un espacio neutro delante del signante.

II. El signo pierde algunos de sus componentes, pero mantiene el resto. Por ejemplo: EUROPA que mantiene su queirema “E” y su lugar en el espacio neutro, pero incorpora un movimiento circular a su articulación.

III. La palabra tras el proceso dactilológico, sufre una reestructuración, sometiéndose a los procesos fonológicos que funcionan en la lengua de signos. Normalmente convirtiéndose en signos con un solo articulador, mano dominante en un lugar de articulación, con movimiento y orientación propios del léxico signado establecido. Por ejemplo: para el signo RELIGIÓN (en LSCh) se utiliza el queirema “R” pero, la ubicación (sobre el lugar del corazón) y el movimiento (recto y hacia arriba) son propios del léxico establecido en LSCh.

IV. El signo formado a partir de la dactilología es sustituido por otro más convencional. Por ejemplo: un signo que en un principio se articulaba con la configuración de la mano con una determinada letra del alfabeto dactílico, luego es sustituido por un signo que no procede de la dactilología.

V. El signo desaparece cuando deja de ser funcional en el sistema social de los sordos (Rodríguez, 1992).

Deletrear dactílicamente una palabra involucra la ejecución rápida de una secuencia de configuraciones de la mano, una por cada letra de la palabra que será representada. En las familias de sordos, los niños pequeños son expuestos tempranamente a la dactilología usada por sus padres y hermanos mayores. Estos niños comienzan a usar la dactilología antes de ser capaces de leer y escribir, e incluso antes de conocer las correspondencias entre dactilología y escritura. La dactilología no es una representación del lenguaje oral, excepto por la representación posterior en el lenguaje escrito. Aunque la dactilología tiene una correspondencia uno a uno con cada letra del alfabeto, ésta no es una representación idéntica de lo escrito, ya que la naturaleza de la actividad dactílica (ejecutando la señal de la mano en secuencia) deniega la capacidad del lector de examinar o explorar la página impresa.

En relación con la adquisición de la dactilología, Padden y Le Master (1985) realizan un estudio con niños sordos pequeños, entre sus conclusiones señalan que en términos de estructura la dactilología se diferencia de los signos en varias formas. Primero, un signo de un lenguaje de signos usa una o dos configuraciones de la mano distintas pero una palabra dactilografiada tiene muchas configuraciones separadas que son como las letras en las palabras. Segundo, mientras hay algunas configuraciones comunes al deletreo y los signos, hay otras que aparecen raramente o no aparecen en las configuraciones de la mano del sistema de signos, otras configuraciones asoman sólo en un subset restringido del lenguaje de signos. Tercero, en los signos el espacio de articulación se extiende desde lo más alto de la cabeza hasta la cintura y entre los hombros delante del cuerpo. En cambio, la dactilología está estrictamente restringida a una pequeña región frente al cuerpo. En suma, mientras la orientación de la palma de la mano respecto al cuerpo en un signo puede variar, la orientación en la dactilología es limitada. Finalmente, comparando el rango de posibles movimientos en los signos, la dactilología usa un subgrupo de movimientos más finamente ejecutados en sucesiones rápidas.

En este estudio, las autoras además midieron el rango de frecuencia de ítems léxicos en distintos contextos. Registraron que en un segmento de una conversación informal entre dos amigos sordos, de un contenido de 100 elementos léxicos, 3 eran dactilografiados. En un segundo segmento de un contexto similar, de 115 elementos, 7 eran dactilografiados. Pero, en una conversación entre dos signantes sordos y un signante oyente, de 139 elementos, 23 eran palabras dactilografiadas. Las autoras sugieren que este aumento de la dactilología en el contexto de comunicación signada entre sordos y oyentes refleja una mayor acomodación a la representación del lenguaje oral. En este sentido, se ha observado que algunos padres sordos usan la dactilología como una manera de enseñar la lengua oral del medio en que se desenvuelven. Comienzan una instrucción explícita de la dactilología a los 2 ó 3 años de edad enseñando nombres de objetos y frases comunes, con la convicción de que la dactilología ayuda a desarrollar habilidades del lenguaje escrito.

Como hemos indicado, los primeros signos aparecen aproximadamente a los 8 meses de vida, en cambio las primeras dactilologías aparecen en los niños sordos alrededor de los 2 años. Esto puede explicarse debido a que las propiedades estructurales de la dactilología son más complejas como sistema que el vocabulario básico de los signos. Parte de esta complejidad puede estar en los movimientos más finos requeridos para la dactilología y el grupo más complejo de configuraciones de la mano, algunas de las cuales no aparecen en el lenguaje de signos. Además la estructura global de la dactilología, su linealidad y la disposición de las unidades unas respecto de otras también difiere del lenguaje de signos.

Los estudios más relevantes respecto a la adquisición de dactilología en niños sordos hijos de padres sordos son, hasta el momento, los realizados por Padden y Le Master (1985), Maxwell (1988) y Blumenthal-Kelly (1995) de los cuales hemos extraído las siguientes características comunes. Aproximadamente a los 2 años, se producen las primeras letras dactilografiadas. Los sordos comienzan a reconocer letras en los libros de cuento, identifican la primera configuración de la mano con la primera letra de la palabra. A partir de los 2 años, incrementan el uso de dactilología para términos lexicalizados como BUS, TV, NO y OK. Las letras de su propio nombre son las más significativas. Empiezan a imitar espontáneamente algunas palabras dactilografiadas. A los 3 años y medio manipulan letras para formar su nombre. Deletrean correctamente el alfabeto completo. Hacia el final de los 3 años son capaces de corregir configuraciones de la mano incorrectas y preguntan exhaustivamente por el signo cuando no entienden la dactilología. Sobre los 4 años atienden a la ortografía del inglés, las ilustraciones de signos y la vocalización de la palabra, haciendo un signo y deletreando la palabra o viceversa. Pasados los 6 años son capaces de insertar palabras dactilografiadas en oraciones signadas y preguntar por la dactilología, dando el signo. También realizan dactilología para el nombre de sus amigos, comercios y otras palabras. Usan la dactilología para aclarar algunos términos. A esta edad, han adquirido el concepto de que el significado de cada signo puede ser expresado a través de la dactilología convencional, y preguntan frecuentemente por el deletreo.

Aprender a dactilografiar es más difícil que aprender lenguaje de signos. Los niños sordos emprenden la actividad del deletreo dactílico alrededor de los 2 años, ordenan las configuraciones de la mano o queiremas en secuencias a la edad de 3 años, y de esta forma, comienzan a darse cuenta de las correspondencias entre dactilología y otros sistemas. En estos tres estudios se demostró que los padres sordos exponen desde temprana edad a sus hijos sordos u oyentes a la dactilología. Los niños que adquieren lenguaje de signos también adquieren la habilidad para aprender y producir dactilología a una edad muy temprana.

Actualmente, se cuenta con variadas investigaciones (Treiman y Hirsh-Pasek, 1983; Hirsh-Pasek 1987; Maxwell, 1988; Herrera, 2003) que relacionan el uso sistemático de la dactilología con buenos niveles de comprensión del lenguaje oral en su forma escrita. En este sentido, se ha planteado que el vínculo entre lenguaje de signos y ortografía puede ser la dactilología. La dactilología permite representar palabras con difícil traducción y obliga a un análisis más detenido de las unidades que constituyen el lenguaje oral. Sin embargo, en el desarrollo cognitivo, lingüístico y emocional de los sujetos sordos es la lengua de signos la que les permite crear, desde la más tierna infancia, todo un universo de imágenes y significados que les posibilita desplegar el pensamiento a través de un lenguaje de modalidad visual-gestual. El estudio de las etapas que cursan los niños sordos en la adquisición de la lengua de signos puede dar pistas para la detección de dificultades específicas en la adquisición del lenguaje que van más allá de la sordera.

 

Referencias

Referencias:

1.Me referiré a este tipo de lenguaje de manera genérica, con el fin de sistematizar las investigaciones provenientes del estudio de los diferentes lenguajes de signos.
2.Lenguaje de Signos Chileno.
3.Las etapas de adquisición de los parámetros formativos aquí descritas, coinciden con los estudios llevados a cabo por Klima y Bellugi (1980), Colin y colaboradores (2000) y más recientemente Hildebrandt y Corina (2002).
4.Lenguaje de signos Español.
5.En LSCh, no se han estudiado los loan sign o signos prestados, sin embargo gran parte de lo descrito en la literatura española, norteamericana y canadiense coincide con lo observado en la LSCh. Los ejemplos dados por Muñoz (1999) coinciden totalmente con la LSCh. No obstante, el ejemplo dado en el punto III ha sido adaptado.
6.Fueron contados como ítems léxicos; signos, palabras dactilografiadas, construcciones morfológicas complejas, clasificadores, gestos holofrásticos.

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· Herrera, V. (2003). Desarrollo de habilidades lectoras en sujetos sordos signantes, a partir del uso de códigos dactílicos. Tesis doctoral no publicada. Madrid: Universidad Complutense.
· Hildebrandt, U., & Corina, D. (2002). Phonological similarity in American Sign Language. Language and Cognitive Processes, 17 (6), 593-612.
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· Klima, E., & Bellugi, U. (1980). The Sign of Language. Harvard: University Press.
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