El sonido ayuda a los pequeños a socializarse. Mejora su área motora y psicomotriz. Si no se realiza como se debe, los resultados podrían ser desastrosos.

Desde que Marcos Machado vivió la experiencia de enseñar música a Analis Ferrer, de 13 años, una niña autista, certificó que “la melodía aviva los sentimientos, mejora el área motora y ayuda, considerablemente, en el aspecto social”.

Sin titubear, Machado, músico, comunicador social y director de la escuela de percusión, batería y musicoterapia La Caja asegura que las terapias musicales en estos seres especiales logra conectarlos a la realidad o “nos dejan pasar a un mundo que es desconocido para nosotros”.

La vicepresidenta de la Asociación Musicoterapeutas de Venezuela, Aury Tovar, es una de las que aprueba la “prescripción” de la música para mejorar estados físicos o emocionales

“Esta práctica logra favorecer tanto a la población ‘normal’ como a la que tiene deficiencia, pues logra producir cambios a nivel fisiológico, emocional, social, cognitivo, espiritual y conductual”.

¿La razón? porque la música estimula centros que otra fuente no sería capaz de llegar. “Posee melodía, energía, duración, registro, timbre, ritmo, y velocidad, por lo que activa diferentes áreas, luego de ingresar al sistema nervioso por vía sensorial”, detalla Tovar.

En el caso de los niños autistas, como Analis Ferrer, la musicoterapia les brinda la posibilidad de experimentar diversos “estadios que benefician su desarrollo y les permite descubrir talentos que manejan frases de alta complejidad y los ayuda a desaparecer sus miedos” destaca Machado.

Panorama Venezuela
14/08/2007