«No soy científico, soy padre y quiero soluciones», reclamaba uno de los asistentes a la presentación de la Asociación para Dislexia y Problemas de aprendizaje de Asturias (Adispa) en el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA. El debate que se abrió tras la exposición de Ramón Mandado, logopeda experto en dislexia y problemas de aprendizaje, hizo que la actividad de la asociación quedase relegada a un segundo plano, y que los verdaderos afectados, los padres, mostrasen sus opiniones con rotundidad.

A principios del mes pasado, el consejero de Educación del Principado, José Luis Iglesias Riopedre, se reunió con Sara Gómez, presidenta de Adispa y con el propio Ramón Mandado para comprometerse a permitir que el logopeda introduzca sus conocimientos sobre dislexia y dificultades de aprendizaje en el sistema educativo. Lo novedoso de la terapia que el logopeda va a transmitir al profesorado público es que «los disléxicos tienen la habilidad de la desorientación, de ver las cosas desde diferentes perspectivas, y por eso confunden la b con la p. Esto puede suceder en la etapa de la primera formación y confundir al niño. Es necesaria una didáctica orientada a enseñar con imágenes y que el niño sepa cuándo está desorientado».

La gran controversia surgió cuando Fernando Cuetos Vega, catedrático de Psicología de la Universidad de Oviedo, alzó su mano desde el público para intervenir: «Lo que usted entiende por dislexia para nada encaja con lo que yo y la comunidad científica entendemos. El problema de un disléxico es lingüístico, no de confusión visual, y por tanto los únicos métodos que funcionan son los lingüísticos». Cuetos, que aseguró que existe solución para la dislexia con un tratamiento adecuado, atacó el método de Mandado por «la falta de publicaciones científicas».

Sara Gómez ofreció el punto de vista de la madre de un niño disléxico, y exigió «soluciones efectivas en los centros públicos, ya que, explicó, su hijo pasó por tres diferentes y «en ninguno le dieron un tratamiento adecuado. Por no haber, no había ni logopeda». Ante la crítica contra la enseñanza pública por las carencias de personal y recursos para afrontar esta disfunción, una asistente salió en defensa del sistema educativo español: «En todos los centros públicos hay logopedas desde hace muchos años y trabajan con métodos avanzados».

lne.es
15/11/2007