Un proyecto pionero utiliza música en directo para detener el proceso degenerativo en enfermos de Alzheimer.

Ante la enfermedad, el cuerpo pierde su ritmo natural, la armonía entre pensamiento y movimiento, generando ansiedad y falta de concentración. Carmen de Fez trabaja en un proyecto pionero del que son beneficiarias diez residencias de ancianos en Asturias; la del Naranco en Oviedo y Pumarín en Gijón, de forma indefinida. Gracias al directo de una banda de músicos cubanos de la Fundación Don Pelayo, esta musicoterapeuta utiliza el arte para frenar las enfermedades que atacan una parte esencial de la persona: su capacidad para recordar.

-¿Qué tipo de problemas tienen los usuarios de los cursos de musicoterapia?

-Suelen ser grandes dependientes que ya están en un nivel avanzado de Alzheimer, que han sufrido un derrame cerebral, lo que se llama ACV, o que tienen algún tipo de demencia.

-¿Cómo puede ayudarles la música?

-La música es un lenguaje no verbal y estas personas lo que sufren es una pérdida paulatina del habla y del entendimiento. Han perdido el contacto con la realidad. Imagínese, para algunas de estas personas, cada día que llegan a la residencia es el primero porque no se acuerdan.

-La música les ayuda a tomar contacto con la realidad.

-Por un lado, la música es un evento que se consume en sí mismo y que les permite fomentar una sensación de disfrute, de estar en contacto con la realidad que es lo que ellos están perdiendo. Disfrutan de una forma increíble de la vibración sonora y de ahí la suerte de tener música en directo.

-Cada clase es casi como un concierto a domicilio.

-Es lo más efectivo del proceso porque la música grabada es música muerta. Así pueden disfrutar del sonido y, encima, tienen instrumentos para tocar y sentir la vibración. Cuando llegaron los músicos el primer día se armó un revuelo terrible, ellos tan exóticos, con trombones, trompetas y un saxo.

-¿Cómo les ayuda a mejorar la memoria?

-El disfrute de la música les ayuda a soltarse y a potenciar su autoestima al sentirse parte de un proceso. Pero también tratamos de que rescaten la memoria a largo plazo. Repasamos los recuerdos a través de canciones de la infancia que puedan moverles por el mundo de las emociones y les ayuden a rescatar sus vivencias.

-Creo que han hecho un repertorio con la banda sonora de sus vidas.

-La idea es rescatar las canciones que les recuerden momentos de sus vidas, pero intentando que las letras tengan contenidos positivos. Como pierden el lenguaje, es fundamental reafirmarlo de una forma positiva. Conectarles con el mundo de los recuerdos puede ser un arma de doble filo.

-¿Puede ahondar en el problema?

-Claro, si la música les pone en contacto con momentos de su infancia nostálgicos, puede alentar procesos de depresión. Por eso les enseñamos canciones como 'Oye, abre tus ojos', 'Color esperanza' o 'La vida es un carnaval' También les pasé partituras a los músicos y ya se han aprendido muchas canciones asturianas o de los años 30 y 40.

-¿Estos talleres también les ayudan a nivel físico?

-Cuando una persona entra en una enfermedad se adentra en un periodo de falta de ritmo y de armonía. A través de instrumentos musicales pequeños de 'Orff' (el método pedagógico creado por el músico Carl Orff, compositor de 'Carmina Burana' entre otras obras), como son las claves, los panderos o las maracas, hacemos juegos de ritmo. El paciente desarrolla una respuesta de repetición que va poniendo ritmo en su organismo trabajando la psicomotricidad. Empezamos siempre con ritmos naturales del propio cuerpo, por ejemplo, haciendo sonidos con las rodillas y las manos con las sílabas de los días de la semana o los números.

-¿Qué clase de instrumentos se utilizan en musicoterapia?

-Lo que más uso son el palo de lluvia, el pandero oceánico y los cuencos tibetanos, que están compuestos de siete metales y cada uno tiene sus propias vibraciones. La música les ayuda a despertar porque suelen ser gente bastante medicada y están muy adormilados. Y claro, llegas, les pones delante un saxofón y se les despierta una sonrisa. Conmigo trabaja una terapeuta que es además bailarina. Va tomando notas de las reacciones que nos permiten planificar la siguiente sesión.

-Ellos son parte activa del proceso...

-La musicoterapia tiene un parte activa y otra pasiva. La parte pasiva sería cuando ellos rememoran el pasado o cuando están a la escucha. Pero en cuanto empiezan a llevar el ritmo ya están interactuando y son parte activa. No es darles una maraca y mandarles que la agiten. En la primera sesión de la residencia de Gijón, uno de los pacientes comenzó a ponerle letras a los nombres de los demás cuando se iban presentando. Eso es musicoterapia activa.

-¿Estos ejercicios puede ser parte de la solución a la enfermedad?

-Lo que tratamos es que, dentro de lo posible, aprendan y realicen un trabajo cognitivo de desarrollo de la memoria. Que, aunque no mejoren, el proceso degenerativo no vaya a peor. Por eso la clave es que están aprendiendo algo nuevo. De alguna manera, aunque en estas instituciones están muy bien cuidados, estas personas se sienten totalmente inútiles. Con un pequeño instrumento son capaces de participar de una actividad conjunta, reforzar la autoestima y ejercitar la memoria.

Comercio digital
13/05/2008