Esta terapia que consiste en el tratamiento de enfermedades con la ayuda de animales, se ha vuelto un método muy efectivo para quienes presentan algunas de estas dificultades.
La delfinoterapia, hipoterapia o equinoterapia y canoterapia, son las más utilizadas. Estas dos últimas se realizan en la provincia, a través de la Fundación San Jorge, en el Fuerte Militar de Manabí, donde adicionalmente se brindan las terapias complementarias: física, ocupacional, lenguaje, hidroterapia y estimulación pedagógica. El teniente coronel Pablo Velazco explicó que 150 niños de distintos lugares de la provincia reciben estas terapias y los resultados ya se pueden observar en muchos de ellos.
Maritza Cevallos conoce desde hace un año de la hipoterapia.
En ese tiempo inscribió a su hijo de 19 años para los tratamientos, pero ya era demasiado tarde: la distrofia muscular había avanzado tanto, que deformó sus huesos y le provocó la muerte, hace ya seis meses.
Hoy, Maritza continúa asistiendo a estas terapias, pero ahora la acompaña su hijo Elian, de seis años, quien padece la misma enfermedad que su hermano, pero las probabilidades de mejorar son mayores en este caso. “La esperanza es lo único que no se pierde”, dijo Maritza mientras observaba el desenvolvimiento de su hijo.
Otro de los testimonios es el de Carmen Carreño: su hijo José, de 8 años, no caminaba ni hablaba y no podía sostenerse en pie; fue entonces cuando conoció de esta metodología.
“Ahora mi hijo camina, habla, hace solo las cosas” manifestó Carmen Carreño.
El aspecto científico
La explicación al fenómeno de la zooterapia pasa por el sistema nervioso central (SNC), y específicamente por el sistema límbico del cerebro, encargado de regular el componente emocional de nuestra conducta. Al respecto, la visualización y el contacto con la naturaleza induce a la liberación de endorfinas a este nivel del SNC, generando sensaciones de tranquilidad que distensionan y gratifican nuestros procesos mentales. Con los niños, estos resultados son aparentemente mayores y más notorios, debido a la preponderancia del pensamiento afectivo que los caracteriza por sobre la racionalización y el control de los impulsos instintivos primarios, que son representativos más bien de los adultos, pero cualquier constituyente de la naturaleza es capaz de inducir este efecto.
El diario Ecuador
11/08/2008