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Nuestra Salud Mental.

Ha pasado ya más de un año desde que inicié en esta columna la detallada descripción del trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH), a raíz de un Congreso Interamericano efectuado en la Ciudad de México en junio del 2007, al cual fuimos invitados todos aquellos especialistas a quienes nos interesa y hemos acumulado cierto grado de conocimientos y experiencia en el trabajo con pacientes que lo padecen. Durante el congreso, se formaron mesas de discusión con profesionistas de los diferentes países del Continente Latinoamericano, mediante las cuales intercambiamos nuestras opiniones, criterios y experiencias en el trabajo cotidiano de nuestras especialidades, sea en la consulta privada, en las clínicas de salud mental, en los hospitales generales o en aquéllos especializados, así como en los centros mismos de investigación.

El objetivo de desarrollar el tema en esta columna en forma tan exhaustiva, ha sido el de poder orientar y compartir con el público general, algunos de los conocimientos principales que se tienen en el actualidad sobre un padecimiento, que ha cobrado cada vez mayor importancia en México en los últimos años, a pesar de que en países como Estados Unidos y otros, se le ha conocido e investigado desde la década de los cincuentas del siglo pasado. Por una serie de razones, el TDAH ha adquirido una enorme popularidad a través de los medios masivos de comunicación, lo que ha facilitado su detección en los hogares y las escuelas desde muy temprano en la infancia, lo que a su vez y afortunadamente ha permitido que estos chicos y chicas sean canalizados hacia la consulta de profesionistas adecuados, tanto para la confirmación de su diagnóstico, como para su ayuda terapéutica. Desgraciadamente, en muchísimos casos, también se ha abusado en forma arbitraria de dicho diagnóstico, sin que haya habido una adecuada valoración clínica ni confirmación del mismo, lo que obviamente ha llevado asimismo al abuso indiscriminado de los medicamentos estimulantes que se utilizan en su tratamiento, así como de las “terapias” sin objetivos claros o fijos.

A pesar de que en México no tenemos estadísticas específicas al respecto, se cree que este trastorno se presenta en un alto porcentaje de la población, no sólo en los niños como se creía antiguamente, sino también en los adolescentes e inclusive en los adultos, como se ha demostrado plenamente en la actualidad, puesto que se trata de un padecimiento que evoluciona a lo largo del ciclo vital, con síntomas que varían en cada etapa del mismo. En nuestra región en la actualidad, se ha diagnosticado asimismo con mucha frecuencia, tanto en las escuelas, como en la consulta privada o en la de las instituciones públicas. De alguna forma, su origen se ha relacionado entre otras causas, con la presencia de metales pesados del tipo del plomo y del arsénico que abundan en un ambiente tan altamente contaminado como es el nuestro, al grado que se han estado llevando a cabo estudios serios de investigación al respecto, que desgraciadamente no siempre han sido dados a la luz pública por razones obvias. No se puede afirmar que ésta sea la causa única de la frecuencia del trastorno en nuestra región, pero sí se le ha considerado como un factor importante.

A pesar de que actualmente se tiende al abuso de este diagnóstico, una de las ventajas de ello, deriva en el hecho de que tanto padres de familia, como médicos generales y especialistas, educadoras, maestras, psicólogos, enfermeras y otros profesionales de la salud física y mental, han puesto mayor atención para conocer en forma más amplia la sintomatología de este trastorno, así como los métodos y estrategias para diagnosticarlo y canalizarlo adecuadamente. Gracias a ello, se han diseñado programas de atención, de orientación y de tratamiento en forma cada vez más temprana, lo que obviamente redundará a la larga en el beneficio de todos esos pacientes y sus familias, así como del sistema educativo y de la comunidad misma en general, ya que en México, al igual que en muchos otros países, se le ha considerado como un problema serio de la salud pública, que necesita ser erradicado. A pesar de que en nuestro país, aún no se les da la atención e importancia necesaria a los trastornos psiquiátricos a través de cruzadas y campañas de orden nacional, como sucede con los padecimientos infecciosos, los metabólicos, los cardiovasculares, los pulmonares, etc., creo que poco a poco es un proceso que empieza a darse y que a la larga, seremos capaces de llegar a ese nivel, especialmente al darnos cuenta de las pérdidas y repercusiones emocionales, sociales y económicas que su presencia representa para la comunidad y el país en general. Espero que esta columna dedicada al tema del TDAH haya cumplido su objetivo y haya servido de ayuda y orientación para todos aquellos interesados en el mismo.

http://www.elsiglodetorreon.com.mx
8/10/2008

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