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Trabajadoras con síndrome de Down van a clase de estética.

Todos los que estuvieron allí coinciden en señalar que fue un día inolvidable. Risas, regocijo, muestras de felicidad y discusiones apasionadas sobre flequillos o lápices de labios. El Centro de Formación de Ángela Navarro, especializado en estética aplicada a la salud, inició hace unos días su andadura en Madrid con un curso de imagen para personas con síndrome de Down. USP Fundación Alex reunió a ocho mujeres, cuatro de Barcelona y otras tantas de Madrid, deseosas de participar en el evento.

Pero, más allá del carácter lúdico de la jornada, el objetivo era fomentar la autoestima de estas féminas y ayudarles a alcanzar mayores cotas de autonomía, puesto que todas ellas están integradas en el mercado laboral.

Las chicas tenían que manifestar sus gustos y un equipo multidisciplinar -integrado por peluqueros, maquilladores, una dermatóloga y una psicóloga- les explicaría cómo cuidar su aspecto de la forma más adecuada conforme a sus características personales.

Si alguien tenía dudas sobre el interés de las participantes por su imagen, la incógnita se despejó pronto: tenían muy claras sus preferencias. «Siempre he sido muy coqueta», confiesa Cristina García, que tiene 29 años, vive en Madrid y trabaja en Synovate, una empresa de estudios de mercado.

Cristina Martín, madrileña de 31 años, auxiliar de oficina de Aguaviva (compañía que suministra fuentes de agua a oficinas) y de la Fundación Síndrome de Down de Madrid, ya había participado en cursos de estética. «Me gusta estar guapa y estoy cambiándome de ropa todo el día», declara. Sobre todo, le encanta pintarse los labios. No obstante, puntualiza que no suele aplicarse demasiado maquillaje: «Quiero ser natural».

Siempre con flequillo. En lo que a estética se refiere, es lo más importante para Almudena Fernández, de 29 años, que habita, asimismo, en Madrid, trabaja en Zinkia, la empresa creadora de los dibujos animados de Pocoyó y, al igual que las dos Cristinas, vive con sus padres.

Estas tres mujeres aseguran que han aprendido mucho en el centro de Ángela Navarro y están aplicando esas enseñanzas cada día antes de ir a trabajar. Cuando se les pregunta qué fue lo que más les gustó de la jornada, la respuesta unánime es «todo», de principio a fin.

Unos días antes del gran evento, el equipo de Ángela Navarro solicitó a las ocho participantes una fotografía reciente, que les sirvió de base para empezar a estudiar los rasgos de cada una y elaborar sus propuestas estéticas con la ayuda de un programa de retoque fotográfico.

De esta manera, lo primero que tuvieron que hacer las chicas al comenzar el curso fue decidir qué 'look' era el que les parecía más apropiado. Ángela Navarro recuerda que, en cuanto vieron sus fotos trucadas en el ordenador, «empezaron a reírse». A continuación se entabló un debate entre ellas y los profesionales. «Hubo mucha discusión; no se las convencía porque sí», precisa Navarro.



PREFERENCIAS



A Cristina García no le entusiasmó ninguno de los tres cambios de imagen que se le plantearon. «Me gustó el peinado de otra amiga», comenta. Algo parecido le pasó a Cristina Martín, quien quería «el pelo más largo y con capas». Y no por capricho: «Es para que me tape el cuello porque lo tengo muy ancho».

Una vez escogido el nuevo aspecto, los peluqueros y esteticistas se pusieron manos a la obra bajo la atenta supervisión de la dermatóloga. No faltó ningún elemento: preparación del cuero cabelludo, lavado, peinado, limpieza de cutis, maquillaje... «Todas tienen la piel muy sensible, por lo que el maquillaje tiene que ser muy suave para que no produzca irritación», asegura Navarro. Por eso, se diseñaron tratamientos personalizados para ése y otros problemas, como los relacionados con el cuero cabelludo.

Georgina Rosell, directora de USP Fundación Alex, señala que otro aspecto muy importante de las personas con síndrome de Down, que supone un motivo más para extremar los cuidados, es que «los rasgos de envejecimiento se les marcan mucho más. Con 40 años, normalmente tienen poco pelo y más arrugas. También suelen padecer más alergias cutáneas».

La directora de la entidad benéfica del grupo USP Hospitales considera importante resaltar que el objetivo de la jornada no era «esconder rasgos ni hacer más guapo a nadie, sino sacarles el máximo partido y pasar un buen rato». En su opinión, la iniciativa sirvió para que las participantes «se diesen cuenta de que hay que cuidarse».

Navarro cree que se cumplieron las expectativas y el curso potenció la autoestima de estas mujeres. «Se sentían maravillosas; fue alucinante», asevera. «Una madre nos llamó al día siguiente diciendo que su hija estaba feliz, que por fin se veía guapa», apostilla Rosell.

http://www.elmundo.es
28/06/2009

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