Un robot que monitoriza las emociones de los niños autistas ha sido desarrollado por científicos de la Universidad Vanderbilt. El sistema utiliza mediciones fisiológicas, como las pulsaciones, los cambios en el calor y la electricidad que transmiten los nervios y el sudor a través de la piel, la temperatura y la respuesta muscular, para desarrollar modelos matemáticos capaces de predecir los estados emocionales del sujeto analizado con una exactitud del 80%. De esta forma, el robot puede responder ante cualquiera de las emociones de los niños autistas con una coherencia difícil de alcanzar para los humanos.
El día en que los robots ayuden a los niños autistas a aprender las habilidades sociales de las que carecen está ahora un poco más cerca, gracias al desarrollo de un sistema que permite registrar el estado emocional de estos niños. El sistema ha sido desarrollado en la Universidad Vanderbilt, de Estados Unidos.
Según declaró uno de sus creadores, Nilanjan Sarkar en un comunicado emitido por dicha universidad, actualmente hay muchas investigaciones en marcha en todo el mundo para intentar usar los robots en el tratamiento de niños con autismo.
Se ha demostrado que los pequeños se sienten atraídos por los robots, por lo que se cree que si éstos estuvieran bien diseñados podrían jugar un importante papel en su tratamiento.
Sin embargo, hasta ahora, estos esfuerzos se han visto muy limitados porque no se había encontrado la forma de registrar el estado emocional de los niños, para que el robot pudiera responder automáticamente a sus reacciones.
Mediciones fisiológicas
En los últimos cinco años, Sarkar ha desarrollado un método que utiliza mediciones fisiológicas –como las pulsaciones, los cambios en el calor y la electricidad que transmiten los nervios y el sudor a través de la piel (respuesta galvánica de la piel), la temperatura y la respuesta muscular- para registrar el estado emocional de niños con autismo.
Aunque Sarkar empezó a trabajar en este sistema con la idea de mejorar la interacción humano-robot, el hecho de que su propio sobrino fuera diagnosticado de autismo hizo que cambiara la dirección de sus esfuerzos. Buscó entonces la ayuda de una experta en autismo infantil llamada Wendy Stone, que investiga en el Vanderbilt Kennedy Center.
Entre los dos han conseguido desarrollar finalmente el sistema, que ya ha sido probado con seis niños autistas de entre 13 y 16 años. A los participantes les fueron colocados una serie de sensores fisiológicos y se les pidió que jugaran a dos juegos. Uno de ellos fue el video juego Pong, y el otro un juego de baloncesto con una pequeña canasta.
Los investigadores explican que los datos fisiológicos recogidos durante estos juegos por el sistema sirven para desarrollar modelos matemáticos para cada individuo, capaces de predecir todos sus estados emocionales con una exactitud del 80%.
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2/07/2009