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La neurociencia le da la razón al sentido común

La brújula magnética que le mostró su padre fascinó al pequeño Albert, quien solo tenía cuatro años. Ese instante mágico significó el inicio de la Teoría de la Relatividad. Albert Einstein, el niño, quedó marcado por ese momento. Y dedicó su vida a desentrañar los misterios del universo a través de la ciencia.

¿Por qué el pequeño Albert se interesó tanto en la brújula y en los misterios que ella representaba al punto de consagrar su vida al estudio? Los últimos avances de la neurociencia nos permiten responder esta pregunta: lo más probable es que en el precioso instante en que recibió el estímulo visual una parte del cerebro del niño activó un “resorte emocional” que grabó en la memoria esa imagen en forma imborrable.

Irónicamente, la parte del cerebro que acciona ese “resorte” es nada menos que la parte “primitiva”, la misma que movió a nuestros antepasados a responder frente a los instintos básicos de la supervivencia: el deseo sexual, la búsqueda de comida y las respuestas agresivas tipo ‘pelea-o-huye’.

El cerebro humano está formado por zonas distintas que evolucionaron en diferentes etapas. Cada nueva zona que se iba formando se superponía sobre la anterior. Así es como conservamos el llamado “cerebro reptil” -que surgió hace unos 200 millones de años- debajo del neocórtex. Este último es el cerebro racional de los mamíferos superiores y cuando apareció hace 100 millones de años significó un salto cualitativo hacia la evolución del ser humano.

Las últimas investigaciones rescatan el papel de este cerebro primitivo en las actividades humanas, entre ellas, el aprendizaje y la memoria. “Aún tenemos en nuestras cabezas estructuras cerebrales muy parecidas a las del caballo y el cocodrilo”, dice el neurofisiólogo Paul MacLean, del Instituto Nacional de Salud Mental de los Estados Unidos.

“Esa mente primitiva, que según pensábamos era solo una base anatómica, tiene un rol increíblemente importante en los conceptos humanos más altos”, dice de su lado Houman Javedan, biólogo y médico ecuatoriano de origen iraní, con estudios en Harvard (Estados Unidos) y Edimburgo (Reino Unido). Javedan participó en una conferencia sobre el funcionamiento del cerebro y el aprendizaje junto con Cornell Menking, profesor de Educación de la Universidad San Francisco de Quito. Menking y otras autoridades de esa universidad expusieron ante un auditorio de 300 personas los últimos descubrimientos de la neurociencia, presentados en un encuentro científico realizado en Massachussetts (Estados Unidos).

Uno de los principales hallazgos es el papel del sistema límbico, un conjunto de estructuras -órganos y tejidos- que comprenden una porción del cerebro situada inmediatamente debajo de la corteza cerebral y que incluye centros importantes como el tálamo, hipotálamo, hipocampo, amígdala cerebral, hipófisis y área septal.

Para ponerlo en términos simples, dice Javedan, el sistema límbico se preocupa de la realidad emocional y del comportamiento de la persona: decide qué información queda grabada en el cerebro. La función del sistema límbico está relacionada con las respuestas emocionales, el aprendizaje y la memoria. Nuestra personalidad, nuestros recuerdos y, en definitiva, el hecho de ser como somos, dependen en gran medida de este sistema. El límbico provee unas moléculas químicas que actúan sobre la corteza cerebral, causando que se grabe la información.

Este descubrimiento científico es fundamental para los educadores y los padres: un ambiente emocional seguro, estimulante y motivador permite que el “resorte emocional” active la memoria de los niños. Para Menking, es clave comprender que el niño necesita estímulos desde temprano. “Pensamos que durante los primeros años de vida, el niño solo debe jugar y que cuando llegue a la escuela empieza a aprender. Pero es realmente durante los primeros años cuando el cerebro se forma para aprender: los seis primeros meses de vida se desarrolla la capacidad de descifrar los sistemas simbólicos, es decir, los lenguajes”. Mantener a los niños frente al televisor o a los juegos de nintendo los condena a una actitud pasiva que les impide desarrollar su potencial. “La actividad del cerebro es continua, pero en los primeros años la capacidad es infinita. Si no se aprovecha su potencial en el tiempo adecuado se pierde”, señala Menking, especializado en temas educativos.

La conclusión es que estimular al cerebro lo capacita para un mejor funcionamiento futuro. Pero es una paradoja que la neurociencia haya llegado tan lejos para comprobar los postulados que muchos buenos educadores aplican por simple sentido común. “Con la neurociencia y la experiencia humana en educación -dice Javedan- estamos viendo el potencial de la realidad humana y estamos aprendiendo con más especificidad cómo optimizar ese potencial para mejorar el mundo”.

El cerebro en vivo
Las investigaciones sobre el funcionamiento del cerebro son un libro que apenas empieza a escribirse. Recién los últimos 20 años, cuando se desarrolló la tomografía computarizada, empezó a estudiarse el cerebro en una persona viva. Anteriormente los estudios se realizaban en cadáveres.

La tomografía por emisión de positrones nos permite estudiar la función del cerebro, aunque de forma indirecta, dice Javedan. La imagen de los tejidos ha permitido que los científicos midan dos parámetros: la actividad metabólica del cerebro y el flujo de sangre, ambas permiten determinar qué región del cerebro trabaja en determinada función cognitiva.

Sin embargo, la ciencia ha logrado solamente una aproximación general al funcionamiento pues la resonancia magnética tiene un alcance de milímetros, pero una neurona es infinitamente más pequeña: apenas mide un micrón.

Con todas estas limitaciones, los científicos han logrado estudiar cómo realiza el cerebro ciertas funciones, entre ellas, la memoria. Esta función es estudiada por la Medicina desde tres ángulos: la capacidad de archivar las interacciones entre el cerebro y el resto del cuerpo que ocurre cuando el cerebro identifica las percepciones sensoriales, la habilidad de archivar los conceptos que derivan de la categorización de esos archivos, y la facultad de manipular esos archivos para recuperarlos y reconocerlos cuando se presenta el estímulo nuevamente.

La medicina ha definido así la memoria porque se pueden aislar las actividades y medir las regiones del cerebro donde funcionan esos archivos, explica Javedan.

Hasta antes de los estudios, los científicos pensaban que había un lugar específico del cerebro donde se produce cada uno de estos pasos, como si hubiera un “disco duro” en el cerebro. Pero se descubrió que “la información se archiva en los cuatro lóbulos, mediante un proceso complejo de conexiones entre las diversas zonas del cerebro”.

Los científicos encontraron que los seres humanos nos damos cuenta de mucho más de lo que estamos conscientes. “La pregunta es cómo damos sentido a estas percepciones y cómo escogemos qué es lo que vamos a retener”. En ese proceso interviene el sistema límbico.

La ciencia y la sabiduría popular se dan la mano
· El sentido común dice
Hay que amar a nuestros hijos y proveerles de un ambiente sano.

El hecho científico
Un ambiente sano evita que suban los niveles de hormonas del estrés.

· El sentido común dice:
Los niños deben vivir en un hogar feliz

El hecho científico :
Los hijos de madres depresivas son más propensos a desarrollar problemas de comportamiento durante toda su vida, según la investigadora Geraldine Dawson, de la Universidad de Washington.

· El sentido común dice :
Los ambientes ricos en estímulos y motivadores son buenos.

El hecho científico :
Investigaciones en animales mostraron que la corteza cerebral se vuelve más densa cuando hay ambientes muy enriquecidos con estímulos.

· El sentido común dice :
Para ser bueno en algo, hay que empezar temprano.

El hecho científico :
La mayor parte del cerebro se dedica a esa destreza mientras más pronto se empiece.

· El sentido común dice :
Los niños deben vivir experiencias diversas de aprendizajes.

El hecho científico :
Esto facilita el desarrollo del pensamiento creativo y la capacidad para resolver problemas.

· El sentido común dice :
Los niños deben disfrutar la música.

El hecho científico :
Esto desarrolla el razonamiento matemático y el espacial.

· El sentido común dice :
Los niños deben hacer mucho ejercicio físico.

El hecho científico:
Esto aumenta los niveles de irrigación sanguínea y el flujo de oxígeno. De igual forma, la meditación aumenta los niveles de serotonina.

· El sentido común dice:
La práctica permite alcanzar la perfección.

El hecho científico:
La práctica hace que las áreas subcorticales del cerebro se concentren en desarrollar la habilidad requerida.

· El sentido común dice:
Los abuelos aprenden de los niños.

El hecho científico:
La plasticidad del cerebro le permite aprender durante toda la vida.

· El sentido común dice:
Los niños deben ser estimulados a través de la voz desde muy temprano.

El hecho científico:
El desarrollo de la facultad de reconocer el lenguaje empieza a los seis meses.

Fuente : Ratey & Galaburda, 2001.


21/04/2003

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