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Autonomía tras el daño cerebral sobrevenido.

Tras una lesión cerebral, el paciente puede presentar una gran multitud de déficits, variados tanto en tipología (sensoriomotores, cognitivo-perceptivos, emocionales, sociales...), como en gravedad, en función de la lesión sufrida. Estos déficits afectarán en mayor o menor medida a la vida diaria del paciente, restándole capacidad para desempeñar aquellas actividades rutinarias que formaban parte de su día a día.

El concepto actividades de la vida diaria (AVD) hace referencia a todas esas actividades que llevamos a cabo durante nuestra vida, desde las más sencillas, como puede ser lavarse las manos, hasta más complejas, como es el caso de la conducción de un vehículo. Todas ellas las podemos agrupar en tres categorías fundamentales: básicas (autocuidado, alimentación, control de esfínteres...), instrumentales (cuidado de otros, manejo de dinero, realización de compras...) y avanzadas (ocio, participación en grupos...). El aspecto laboral, supone la realización de actividades de gran complejidad, teniendo que integrar habilidades muy diversas, pero no por ello debe ser olvidado.

Estas AVD -actividades básicas (imprescindibles para sobrevivir), actividades instrumentales (necesarias para vivir de manera independiente), actividades avanzadas (necesarias para una vida socialmente satisfactoria)- poseen una estructura jerárquica. Su complejidad va aumentando conforme aumentamos de nivel y, en la mayoría de los casos, será necesario poder realizar las del nivel inferior para poder desarrollar las del nivel superior. Por lo tanto, es fundamental para el paciente que se incluya este aspecto en la rehabilitación tras un daño cerebral, persiguiendo alcanzar la máxima independencia en dichas actividades, fomentando el sentido de ser ocupacional y descargando a los cuidadores de trabajo innecesario.

La reeducación de las actividades de la vida diaria comprende diferentes aspectos. Por una parte, el entrenamiento de hábitos previos para poder recuperar la capacidad para ejecutar esas actividades. Por otra parte, puede ser necesario enseñarle al paciente estrategias alternativas para llevar a cabo las actividades, como por ejemplo, vestirse utilizando solamente un miembro superior. En ocasiones, podemos recomendar y realizar adaptaciones de la actividad, como facilitar la concentración del paciente evitando estímulos distractores durante una actividad, o adaptaciones del entorno: cubiertos adaptados, sillas de ruedas, férulas..., que serán temporales o definitivas, en función del nivel de recuperación del paciente.

Pero no sólo vamos a detenernos en actividades básicas, como la que hemos descrito anteriormente. El equipo interdisciplinar que trabaja con personas con daño cerebral debe fijarse un horizonte alcanzable pero ambicioso, de manera que el paciente pueda recuperar al máximo la vida que tenía antes de la lesión, incluyendo aquellas actividades más complejas como conducir, trabajar, realizar compras y manejar sus asuntos económicos. Para poder alcanzar esta meta es imprescindible contar con un equipo profesional cualificado, colaboración por parte de la familia y un tratamiento precoz que permita guiar los procesos de la neuroplasticidad hacia una recuperación funcional más eficaz.

No podemos olvidarnos del aspecto laboral. Sufrir un daño cerebral que deje unas secuelas más o menos importantes va a implicar un periodo de incapacidad laboral, pero no la incapacidad total en todo los casos. Por ello, debemos llevar a cabo programas de reinserción laboral en los que se valore la capacidad del sujeto para volver a su puesto de trabajo premórbido, las adaptaciones necesarias o la reorientación vocacional si el paciente no fuera capaz de volver a su puesto anterior, teniendo en cuenta los roles previos y las preferencias del paciente.

De esta manera, abordamos la complejidad del tratamiento de la persona con daño cerebral de una forma global, buscando siempre extraer al máximo todas las posibilidades razonables que tiene cada paciente, proporcionando calidad de vida a la persona con daño cerebral y su familia y facilitando la adaptación del paciente al entorno en el que se desenvuelve, desde una perspectiva profesional de calidad, cercanía y respeto hacia la vida del paciente y hacia la forma en la que desea vivirla.

http://www.diarioinformacion.com
26/07/2010

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