Editores, libreros y expertos coinciden: la literatura infantil y juvenil atraviesa un momento de fuerte expansión e incluso ha sabido sortear la crisis mejor que otros sectores del negocio editorial. Autores e ilustradores se multiplican. Hay vida más allá de “Harry Potter” o “Crepúsculo”.
“Antes sólo había libros infantiles editados por grandes grupos, sobre todo religiosos o escolares, con un enfoque muy educativo y para mayores de seis años”, explica a la agencia dpa Laurence Cortes, propietaria de Biblioketa, una de las librerías infantiles más amplias y cuidadas de Madrid.
Desde esa situación, en los últimos años ha habido “un gran progreso”, subraya: “Se ha abierto un mercado enorme para niños desde cero años. También hay cada vez más editoriales, autores e ilustradores locales dedicados al mercado infantil y juvenil”.
Cortes conoce el sector a fondo y desde diversos ángulos. Esta francesa pasó casi 10 años en su país dedicada a la edición y desde hace siete reside y regenta su librería en España. Mientras habla se oye de fondo el alboroto de varios niños: como otros locales similares, Biblioketa ofrece también talleres literarios y de teatro para niños de todas las edades.
Cuando se le pregunta por las ultraconocidas sagas de aprendices de mago y vampiros, no puede evitar una mueca de desaprobación.
“Bueno... han abierto mercado”, dice buscando el aspecto positivo. “Lo importante es que los niños luego pasen a otra cosa. Y eso es lo más difícil. Los ‘best-sellers’ reducen todo. Sólo buscan emociones fuertes, es todo evidente”.
Las cifras, entre tanto, son contundentes. El Anuario de referencia SM refleja que en 2009, pese a la crisis, el volumen de ventas del sector aumentó un 11,9 por ciento y la facturación un 11,4, casi el triple que el conjunto del sector del libro.
La literatura infantil y juvenil representa un 10 por ciento del mercado del libro, con un crecimiento del 20 por ciento en los últimos cinco años.
Uno de los datos más llamativos es que el sector de la población que más lee corresponde a los niños de entre 10 y 13 años: un 91,2 por ciento de esta franja de edad consume literatura, frente al 60 por ciento de la población entre 25 y 54 años.
Esta situación ha movido a editoriales de prestigio a dedicar colecciones especiales de autores clásicos “para adultos” escritos especialmente para niños... y no tan niños.
La editorial Gadir reúne en su colección “Bosque Viejo” libros infantiles de Margarite Yourcenar, Virginia Woolf, Dino Buzzati o Luigi Pirandello, entre otros.
Alfaguara acaba de lanzar una apuesta análoga con autores hispanoamericanos: los dos primeros títulos corresponden a Mario Vargas Llosa (“Fonchito y la luna”) y Arturo Pérez-Reverte (“El pequeño hoplita”). Les seguirán Javier Marías, Antonio Muñoz Molina, Eduardo Mendoza y más.
En una entrevista reciente, Vargas Llosa revelaba una de las claves de la importancia que puede cobrar el género: Los niños “son lectores puros. O los seduces o los aburres”. Para Pérez-Reverte, “tienen una lucidez y una lógica que ya quisiéramos los mayores”.
Este desarrollo imparable, sin embargo, sigue siendo también silencioso.
“Frente a la literatura para adultos, la literatura infantil y juvenil sigue en situación de desventaja”, explica a dpa Paz Castro, de la editorial Kalandraka. “Se trata de un género prácticamente invisible en los medios de comunicación. Paradójicamente, la poca importancia que se le da a nivel mediático contrasta con el importante volumen económico que genera”.
Kalandraka es pionera en la edición especializada para niños en español. Desde sus inicios hace 12 años como una pequeña aventura editorial, hoy apuesta por la expansión a Portugal, Italia, México y Brasil.
“La fotografía que Kalandraka puede ofrecer del panorama de la edición infantil y juvenil se basa en esa experiencia: se ha internacionalizado mucho la edición. También observamos mayor oferta de libros y materiales para primeros lectores y un aumento en la aparición de series de temática fantástica. Pero el mayor cambio es que se ha incrementado mucho la edición del álbum ilustrado. De cara al futuro inmediato la previsión es que se mantenga esa tendencia”.
Kalandraka también ha renovado el mercado con la creación de una nueva línea de libros de fácil lectura para personas con necesidades especiales, concebidos como materiales complementarios “que ayudarán en el desarrollo de su autonomía personal y su intercomunicación con el entorno a las personas con autismo, disfasia, síndrome de Down u otras discapacidades intelectuales”.
Y es que el aporte a la integración del diferente es otro punto clave en una literatura dirigida a un público en formación. A ello se dedicará el importante Congreso IBBY (siglas en inglés de Organización Internacional para el Libro Juvenil) que se celebra en Santiago de Compostela en septiembre.
“Hay que subrayar la importancia del tema de las minorías en el mundo actual”, señala a dpa la comisaria del congreso, Henrike Fesefeldt, aludiendo a “niños de grupos de culturas y lenguas minoritarias, pero también de otros grupos como pueden ser minorías religiosas, de género o los niños con discapacidades que encuentran muchos obstáculos para su acceso al mundo de los libros”.
“El debate sobre las condiciones favorables para fomentar el acceso a la literatura infantil entre las minorías culturales o lingüísticas es uno de los objetivos centrales del congreso de este año”, explica.
“Entre los conferenciantes están representantes del mundo de la investigación sobre literatura infantil, pero también del mundo de las ong, que hablarán de sus proyectos para facilitar a los niños el acceso al mundo de los libros y de la lectura, y editores, creadores, autores, ilustradores, libreros, profesores y maestros, bibliotecarios y académicos”.
El congreso propone como lema de este año “La fuerza de la minorías”: “Sentir en minoría. Hablar en minoría. Amar en minoría. Leer en minoría”.
Y recuerda, con esa lucidez que Pérez-Reverte envidia a los niños, que “de un modo u otro todos formamos parte de una inmensa minoría”.
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18/08/2010