La lectura no sólo se encuentra en los libros, el lenguaje va más allá de la escritura. Abarca los códigos de la música, el teatro, incluso el de las señas utilizado por los sordos o los discursos a los que recurren los científicos.

La experiencia de Rodolfo Castro como cuentacuentos de tiempo completo, le ha permitido viajar por todo México y conocer las características y necesidades de los niños, los jóvenes y adultos. “Sin duda que esta experiencia me ha permitido descubrir muchas formas de leer y ver la vida, por eso, planteo que el aprendizaje no se limita al contenido de los libros”.

Concibe a la vida como una lectura múltiple, donde los sentidos son indispensables para que el individuo pueda apropiarse del entorno social que le pertenece. Es justo este planteamiento el que lo llevó a escribir el libro Las otras lecturas, publicado recientemente por la editorial Paidós.

Este volumen es resultado de una idea que planteó en su obra anterior La intuición de leer, la intención de narrar, donde planteaba que para acceder a los textos había que prestar atención a las otras culturas. “Comencé a buscar gente que me pudiese hablar de cómo era su experiencia de lectura, cómo leían ellos el mundo a través no de los libros, sino de su mirada particular, en relación a su quehacer”.

En este libro invita a distintos personajes a reflexionar sobre el tema, concurren en sus páginas distintas versiones, desde la que ofrece un lector de cómics, pasando por la visión de un artista que trabaja con sordos, un poeta, un payaso hasta llegar a un científico.

Su profesionalización como cuentero, migrante, silbador y melancólico empedernido, le permiten transmitir sus experiencias a través de la escritura, las cuales incorpora en un libro, visto éste como un objeto social y sumamente valorado.

Es una forma de decirle al lector que esas otras lecturas, como la que ofrece un payaso, es tan valiosa y enriquecedora que puede llegar a transformar a un ser humano.

Lo que generalmente percibe Castro, es un desprecio por esas otras maneras de leer y de aprender, cuando en realidad le permiten al ser humano, desarrollarse y ser libre.

Su intención no es establecer un diálogo con las instancias del poder: “Yo le hablo a la gente común y corriente que tiene angustias y necesidades, problemas y conflictos relacionados con la lectura. De alguna manera pretendo acercarles los instrumentos para enriquecer su entorno”.

La lectura la interpreta de distintas formas: puede ser un diálogo, relacionarse con la naturaleza o con los acontecimientos históricos o políticos.

“El individuo siempre está en diálogo en conversación, y pienso que eso es leer, creo que la lectura es conversar, permitirse dialogar con la mayor parte de situaciones”, aclara Castro.

Este nuevo libro nació de una convocatoria que le hizo a la gente que no es profesional de la lectura y la escritura, para que aportara su manera particular de leer el mundo.

“Si podemos valorar esa otra mirada estamos abriendo el camino hacia los libros, despreciando las otras lecturas estaremos cerrando el camino hacia los libros”.

Dice que le gustaría hacer una colección de libros con todas esas miradas, pero entiende que hay pautas editoriales y limitaciones para hacerlo.

Su vida es la narración

En su actividad como cuentacuentos, ha encontrado que puede ser todo lo que quiere, por unos minutos puede transformarse en músico, bailarín, pintor, buzo o carpintero.

“Encuentro que en el oficio de contar cuentos puedo ser todo eso. Es maravilloso transformarme en los personajes de las historias y los relatos a los que doy vida”.

El momento de la narración es mágico, le permite vivir cada pasaje intensamente, de hecho, el cuento El sombrero mágico lo ha contado más de 500 veces, siempre con el mismo entusiasmo.

Para seleccionar un cuento, Castro revisa montones de libros, y desecha infinidad de relatos, hasta que de repente “uno le dice ¡yo, mírame!, ese es un momento mágico de comunión”.

Su vida no es cuento, es tan terrenal como la de cualquiera, pues tiene que ofrecer funciones para comer, pagar sus deudas con el banco. Libre de prejuicios conforma su currículum con todo aquello que ha sido significativo en su vida. Orgulloso de sí mismo dice que ha sido grafitero, incluso que se ha ganado la vida como albañil, cartero, vendedor ambulante y pintor de brocha gorda, entre otros oficios.

“Nadie pone en su currículum de lo que trabajó o si le gusta bailar rock and roll, cuando eso es parte de la vida, y al poner esas actividades a las que nadie confiere importancia. Piensa que esto expresa más quien es realmente ese individuo y cómo se ha relacionado con la sociedad.

“Vivimos en un mundo erróneo donde las cosas importantes son ir a gran velocidad, tener muchas cosas materiales, cosechar éxito económico, que este mundo ridículo, lleno de guerra y de intereses mezquinos, que finalmente nos imponen.”

Leticia Sánchez

Fuente: Milenio

9/10/2003