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Ellos son especiales

En los últimos años los diferentes terapeutas del lenguaje que en esta ciudad laboran, así como los estudiantes de Terapia de la Comunicación Humana que realizan sus prácticas, mayoritariamente en el CREE, han tenido oportunidad de ver a jóvenes peculiares.
Ellos tienen 14, 15 y 16 años, de ambos sexos, en los que salta a la vista una condición común: se trata de jovencitos que sonríen poco y si lo hacen es con una expresión triste, sobre un fondo de derrota; su mirada es también apagada; su cuerpo está ligeramente cargado de hombros y su voz, al relatar sus motivos de consulta que, en lo posible delegan en la mamá o el papá que los acompaña, es una apagada crónica de fracasos, dificultades e inconvenientes escolares y de relación social, al parecer, insalvables. No es infrecuente que, a medida que hablan de sus penas, sus ojos se humedezcan y se desprenda alguna lágrima.

Tales padecimientos provienen, básicamente, de su vida escolar. Algunos están en los últimos años de la primaria, otros en los primeros de la secundaria.

En su breve historia puede haber algún grado que se repitió, algún cambio de escuela. Son “malos alumnos” y los padres no saben qué hacer con ellos. También están agobiados y afectados. Probaron todos los recursos, como apoyos que suelen ser inconstantes y variados con maestros particulares que, por lo general, trabajan para ayudarlos a resolver las tareas inmediatas que les impone la escuela; múltiples episodios de consultas a profesionales de distintas disciplinas, desde los primeros años de la vida.

Todas las alternativas terminan con diferentes diagnósticos, diferentes tratamientos o, a veces, tratamientos sin diagnóstico y se siguen con otra consulta a un nuevo profesional: neuropediatras, psicólogos, psicopedagogos, psicomotricistas, fonoaudiólogos, todos parecen tener algo qué decir, desde la primera consulta y todos terminan abruptamente cuando un nuevo fracaso se suma a los reiterados.

Al parecer su aprendizaje es desparejo, no atienden, se olvidan. Matemáticas les cuesta, pero también la comprensión de la lectura. Se confunden y en clase dan respuestas inesperadas que son festejadas con carcajadas y después con burlas por sus compañeros. Este trastorno hace referencia a cualquiera de muchos problemas del habla, particularmente los siguientes:

La disartria es la articulación difícil y defectuosa de las palabras, como sucede en los casos de mala pronunciación.

La afasia es la expresión o comprensión defectuosa del lenguaje escrito o hablado. En ocasiones, la disartria se confunde con la afasia. Es importante establecer la diferencia entre la dificultad en la articulación de las palabras y un problema con la producción del lenguaje, ya que tienen causas diferentes.

Los padres, en especial uno de ellos, toman la responsabilidad de resumir, graficar, repasar. Han terminado por comprender que los muchachos, ellos, casi siempre sus maestros y terapeutas, hacen todos los esfuerzos para alcanzar las demandas del aprendizaje escolar, pero lo probable es nuevamente el fracaso o las notas apenas aprobadas a pesar de la gran inversión de ilusiones, esfuerzos, tiempo y dinero. Lo habitual es aprender “de memoria” la lección del día para no quedar en ridículo o en evidencia.

Otro aspecto de su historia es su gesta en la vida escolar. Sus amigos los quieren porque son bondadosos, pero saben que no pueden esperar de ellos ocurrencias ingeniosas, que son retraídos y que buscan refugio en la televisión, los juegos informáticos o en los deportes.

Y, efectivamente, estos niños pudieron ser atendidos cuando tenían de dos años y medio a tres años. Se pudo haber hecho el diagnóstico, instalado el tratamiento correcto y para la edad de ingreso al jardín o del preescolar, sus dificultades podrían ser sólo un recuerdo.

Estos jóvenes nacieron a comienzos de la década del noventa o quizá en los últimos años de la del ochenta. Para entonces circulaba una abundante bibliografía sobre el trastorno del aprendizaje del lenguaje de patogenia afásica.

En 1968, J. Eisenson había escrito un artículo en "Cortex" titulado sugestivamente Developental aphasia (dyslogia): a postulation of a unitary concept of the disorder (Afasia del desarrollo (dislogia): postulación de un concepto unitario del trastorno).

Este título es un compendio: hay un trastorno del aprendizaje del lenguaje que se va dando a medida que el niño crece, en el que no sólo se afecta la comunicación y, por ende, los aspectos interrelacionales, sino que este trastorno compromete los procesos de pensamiento y el desarrollo del aparato psíquico.

Las cosas no sucedieron así y los mejores años de su vida se convirtieron en un doloroso y accidentado trámite de fracasos. Es verdad que no hay excusas para los profesionales. Es verdad que, salvo en las carreras de fonoaudiología, este trastorno no se estudia.

Es verdad que la organización administrativa de la educación no tiene contemplaciones para los que "no cumplen". Todo eso es verdad. Pero desde siempre, en los congresos y jornadas, se declama sobre el trabajo "en equipo" que todos elogian pero que muy pocos practican. Y lo que es peor, en la atención de la salud no hay un lugar en las grandes instituciones, en las que varios profesionales de distintas disciplinas, estudien a los niños, arriben a un diagnóstico correcto, estudien el lenguaje no sólo en sus diversos niveles, sino también en sus diversas funciones, en especial aquella del lenguaje en función de pensamiento y por ende, que el tratamiento fonoaudiológico e interdisciplinario las contemplen. Es preciso mirar en esa dirección.

La amarga reflexión cuando se ve a estos jóvenes por los que "algo" se puede hacer, pero a costa de prolongados y pesados esfuerzos, pudo haberse realizado, alegremente en los primeros años de la vida. Los padres, no menos amargamente recapacitan sobre cuánto tiempo perdido y cuánto dinero malgastado y también se preguntan por qué pasa esto, si las universidades forman a los profesionales y les confieren un documento de idoneidad.

Los exámenes han dado resultados como que estos jóvenes nunca serán intelectuales, sin embargo, y con toda seguridad, con el apoyo y paciencia de familiares y amigos algún día lograrán terminar una carrera universitaria, a costa, claro está, de sacrificios y esfuerzos multiplicados para ellos, con relación a sus compañeros.


Sinónimos

Nombres alternativos

Por supuesto que existen miles de términos con los que se puede asociar este desorden, los más comunes son:

Disartria

Disfasia

Deterioro del habla

Incapacidad de hablar

Deterioro del lenguaje

Mala pronunciación


FUENTE: Investigación de El Siglo de Durango.


25/02/2004

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