El maestro Edgar Palacios, un reconocido trompetista y director de orquestas lojano, también cree en el poder de la música como una terapia efectiva para tratar a personas con diversas discapacidades. Por esto, él dio vida en Quito a un sueño muy especial. “En enero de 1993 se creó el Proyecto Sistema Nacional de Música para Niños Especiales, (Sinamune), con el fin de brindar terapia y capacitación musical a niños y jóvenes especiales”, cuenta Palacios. Hoy en día cuentan con una orquesta inicial y una profesional.
Ayuda para el desarrollo
La terapia consiste en la enseñanza de la música a través del ritmo en la danza y en la interpretación de instrumentos como la pandereta, el piano, la flauta, entre otros. Las clases son privadas y grupales y participan alumnos con diversas discapacidades. “A pesar de haber estudiantes que aprendan más rápido que otros, el trabajo en grupo permite que se ayuden entre sí y capten más rápido”, comenta Palacios, director de la Sinamune “La música mejora el movimiento sincronizado de las manos y potencia la capacidad de atención y concentración, al igual que desarrolla capacidades cognitivas y motoras”, añade.
Esto permite superar discapacidades físicas como en el caso de varios alumnos de la orquesta. “Hemos visto muchos cambios positivos en los chicos y no solo de conducta. Tuve el caso de una chica que al principio no podía caminar y con las terapias rítmicas, con la pandereta, ella adquirió más equilibrio y después de poco tiempo ya podía andar mucho mejor”, recuerda la coordinadora de la Orquesta de Jóvenes Especiales, Sandra Terán.
Un estilo y motivo de vida
Para las personas con discapacidad, el hacer música significa además dar un sentido a sus vidas. “Cuando una persona se siente importante, trata de hacer lo mejor. Al tocar, cantar o bailar, ellos se sienten bien y útiles. Se sienten parte de una comunidad”, asegura la terapeuta Pazmiño.
Yanela Garcés, uno de los miembros de la Sinamune., de 25 años, tiene del síndrome de Down. Ella baila Sanjuanitos y toca el piano. Al principio era muy tímida y ahora incluso habla de su novio, también miembro de la orquesta. Al preguntarle cómo se siente al tocar y bailar, responde con una tierna sonrisa en su rostro: “Estoy feliz y orgullosa”.
El maestro Palacios cree que la música significa algo más que una simple terapia. “Cuando esta se une a la discapacidad, da voz a los excluidos, una voz hermosa y poderosa. El rostro de los discapacitados puede ser visto en su compleja dimensión artística y humana, rompiendo las barreras discriminatorias y abriéndose espacio en el mundo del arte y la creatividad”, concluye.
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25/01/2013