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Más (o menos) inteligente... Lo que usted debe saber sobre el coeficiente intelectual

Einstein saca la lengua y posa para la cámara. La imagen la tomó el fotógrafo Arthur Sasse el 14 de marzo de 1951 y se convirtió en la estampa más popular del connotado físico que, para entonces, tenía 72 años.

La fotografía reforzó la reputación de buen genio de este muy buen genio, y le gustó tanto al protagonista de la imagen que él mismo solicitó nueve copias impresas para su uso discrecional.

La irreverencia de aquella postal resultaba inevitablemente llamativa ya que, desde sus días de vida y hasta la actualidad, el científico alemán es el referente por excelencia cuando se habla de la inteligencia, algo usualmente asociado con seriedad. Con el tiempo, su figura sigue asociada con índices elevados de coeficiente intelectual (CI).

En agosto pasado, una niña inglesa de tan solo 11 años se convirtió en sensación cuando se supo que sobrepasó el registro histórico de Einstein en un examen hecho para expresar en un número el potencial de su inteligencia. Cerys Cooksammy-Parnell alcanzó un puntaje de 162 en una prueba en la que el afamado físico alemán posee un 160, la misma nota que tiene el físico británico Stephen Hawking.

Sin embargo, ella no es la primera persona en superar la barrera de los 160, aunque sí puede estar segura de que pertenece al 2% de la población mundial que es considerada como superdotada intelectualmente. En ese reducido grupo, cabrían también el ajedrecista Bobby Fischer (187), el filósofo Immanuel Kant (175), Charles Darwin (185) y, probablemente hasta personajes de la televisión que parecen encajonarse en el estereotipo del genio, algo así como un Sheldon Cooper de The Big Bang Theory o la sabionda Lisa Simpson.

No está comprobado que la elevada capacidad intelectual implique alguna característica fisiológica particular en el cerebro, aunque sí se sabe que, en gran parte, se puede explicar por componentes hereditarios y de estimulación desde la niñez.

En general, quienes forman parte de este reducido porcentaje coinciden en características como el habla desde temprana edad y la facilidad para aprender varios idiomas. Además tienden a poseer un humor poco comprendido por otras personas y cuentan con un amplio sentido moral.

Resulta particular el caso de Christopher Langan, quien es conocido como el hombre más inteligente de Estados Unidos: se le adjudica un CI de entre 195 y 210.

Langan, de 62 años, abandonó la secundaria por falta de dinero y apoyo familiar. Fue guardaespaldas, bombero y albañil antes de saltar a la fama por un reportaje que de él se hizo en 1999. Luego de esto, consiguió financiamiento para abrir un centro neuropsicológico y establecer un rancho de caballos, y simultáneamente empezó a desarrollar varias teorías sobre ética y ciencia.





El 95% de las personas se encuentran en el rango de coeficiente ubicado entre 90 y 130.



El 95% de las personas se encuentran en el rango de coeficiente ubicado entre 90 y 130, mientras que el porcentaje restante tiene lo que se cataloga como inteligencia muy baja.

La definición de inteligencia y su correspondiente medición ha sido motivo de discusión a lo largo de los años. Su significado no cuenta con consenso en la comunidad científica, aunque se explica comúnmente como la capacidad para resolver problemas o la habilidad para comprender y aplicar.

Por su parte, la Asociación Estadounidense de Psicología incluye en su definición la capacidad para adaptarse al entorno y superar obstáculos mediante la reflexión.

Otro punto que mantiene vivo el debate en esta materia es la existencia de diferentes inteligencias. El psicólogo Howard Gardner planteó la idea de inteligencias múltiples en 1983, tras estudiar las diferentes habilidades en la niñez.

Su propuesta incluye las siguientes clasificaciones: lingüística, musical, lógica-matemática, espacial, corporal kinestésica, emocional, interpersonal, intrapersonal y naturalista.

Gardner plantea que todos los humanos poseemos estos nueve tipos de inteligencia, pero el desarrollo de cada uno varía dependiendo de factores culturales, familiares y educativos. Son inteligencias independientes una de otra y ninguna es más importante que las demás, aunque quizá alguna sea dominante mientras que otras pueden estar “dormidas”.

El mismo psicólogo asegura que cada quien tiene sus fortalezas y debilidades en la presencia y uso de los tipos de inteligencia, y recomienda que la educación debe tratarlas de forma equitativa para que los niños tengan la oportunidad de aprovechar al máximo sus habilidades individuales.

Otra propuesta es la de Robert Sternberg, profesor de psicología de Tufts University. Su clasificación se reduce a tres inteligencias: la analítica (para resolver problemas con conocimientos académicos y completar los exámenes convencionales de CI), la inteligencia creativa (habilidad para lidiar con situaciones nuevas y plantear soluciones originales) y la inteligencia práctica (para lidiar con los problemas y retos de cada día).

“La inteligencia humana puede ser definida de manera muy genérica y por eso no hay un consenso sobre lo que quiere decir ‘inteligencia’. Los autores constructores de pruebas, o estudiosos de la inteligencia se ahorran el trabajo y dicen que inteligencia se define como lo que mide la prueba de inteligencia”, explica Odir Rodríguez, coordinador del Departamento de Neurociencia Cognitiva de la Universidad de Costa Rica.



A prueba

Entre los exámenes empleados para esta medición, se incluyen algunos como el Test de matrices progresivas de Raven, que utiliza comparación de formas y el razonamiento por analogías, la Escala Wechsler de Inteligencia o la Batería de evaluación de Kaufman.

Otra de las más populares es la prueba de inteligencia de Cattell, conocida como Test de factor G. Esta resume lo que tienen en común otras pruebas mediante un proceso matemático-estadístico y usa laberintos y otras herramientas sin que medien componentes lingüísticos. El examen debe completarse en un tiempo determinado.

Las pruebas se confeccionan adaptadas al contexto cultural, económico, histórico, lugar de nacimiento, género y edad. Esto se hace para estandarizar los resultados, mas no los ítemes en evaluación.

“Cuando uno oye sobre el coeficiente intelectual de Einstein, a lo que se refiere es a su inteligencia de acuerdo con pruebas particulares. Probablemente igual él habría salido parecido en diferentes pruebas y siempre iba a estar dentro del mismo rango. Si alguien es brillante, va a ser brillante en todas las pruebas porque se circunscriben a lo mismo”, explica Rodríguez.

Sin embargo, hay autores que se resisten a hacer caso a las pruebas que miden el coeficiente intelectual, tildándolas de incompletas y cajoneras. Ken Robinson, autor del libro El elemento: descubrir tu pasión lo cambia todo comenta: “Creemos que podemos cuantificar la inteligencia y dejarnos llevar por exámenes de CI estandarizados o identificarnos como verdaderas personas inteligentes recibiendo un trato especial”, y critica que la sociedad tiende a suponer que las formas racionales son superiores a los sentimientos y las emociones, y que las ideas que realmente cuentan se pueden expresar en palabras o por una expresión matemática.

¿Cerebros exitosos?

Su nombre puede parecer una ironía, pero Mensa es una sociedad sin fines de lucro que agrupa a personas con coeficiente intelectual elevado, de esas que pertenecen al 2% de la población. Actualmente cuenta con representación en más de 100 países, con un aproximado de 100.000 miembros que ingresaron por su resultado en un examen de coeficiente intelectual.

Rafael Azofeifa es miembro fundador de Mensa en Costa Rica, así como de 995 Society, que incluye exclusivamente al 0,5% de la humanidad, según su intelecto. En el grupo se reúnen por intereses en común, pero además obtienen beneficios como becas, conferencias y capacitaciones.



Al ser consultado sobre su notable inteligencia, el científico Albert Einstein expresó una frase que se haría célebre: “La imaginación es más importante que el conocimiento”.

Al ser consultado sobre su notable inteligencia, el científico Albert Einstein expresó una frase que se haría célebre: “La imaginación es más importante que el conocimiento”. (Eyleen Vargas) ampliar



Las pruebas se confeccionan adaptadas al contexto cultural, económico, histórico, lugar de nacimiento, género y edad.





En nuestro país, es posible hacer un examen validado por Mensa. Tiene una hora de duración e incluye entre 60 y 120 ítemes. Su valor es de ¢30.000, o de ¢60.000 si incluye un estudio detallado. Debe ser realizado únicamente por un psicólogo acreditado.

Por su experiencia propia, Azofeifa asegura que dentro de los logros, la inteligencia es apenas una variable que no es tan relevante como el esfuerzo o la disciplina. “El que lo tiene alto podría caer en un orgullo infundado y una falta de querer desarrollar algunas aptitudes porque las da por sentadas. El CI no es garantía del éxito, solo es un potencial que hay que desarrollar”.

Con él coincide Odir Rodríguez, quien opina: “El hecho de que yo me dé cuenta de que tengo un CI muy bueno, no me va a garantizar que obtenga notas muy altas en una carrera, porque hay otras variables importantes como estrategias de enfrentamiento de problemas, un equilibrio entre otros comportamientos para trabajar en sociedad y buen manejo de las emociones. Solo puede haber éxito, si todo esto está balanceado”.

Ken Robinson no se aleja de esta opinión: “Dar por sentada la definición de inteligencia, es una de las principales razones por las que muchos subestiman sus verdaderas habilidades intelectuales”.

Otra buena noticia es que el CI puede incrementarse progresivamente. Neuropsicólogos del Departamento de Psicología de la Universidad de Michigan realizaron un estudio en el que determinaron que, a través de entrenamiento con ejercicios de memoria de trabajo, las pruebas de CI podrían ir reflejando mejores notas

http://www.nacion.com/ocio/revista-dominical/intel
28/11/2013

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