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La crisis dispara el consumo de platos precocinados y se está traduciendo en una mala alimentación infantil

Algo está pasando cuando una organización de padres y madres de alumnos como Ceapa tiene que abrir bancos de alimentos para atender a los escolares. La reducción de ingresos familiares a causa de la crisis se está traduciendo en una mala alimentación infantil. Existen pocas estadísticas oficiales sobre el problema, de modo que no se sabe con certeza cuántos casos de malnutrición son atribuibles al deterioro económico y cuántos a malos hábitos alimenticios. En cualquier caso, cada vez es más frecuente que productos caros y saludables como frutas y verduras sean desplazados por alimentos precocinados, más baratos pero cuyo abuso conduce a una deficiente nutrición.

La crisis ha agravado un problema que ya existía. Antes del hundimiento económico, ya había dos millones de niños en riesgo de exclusión y pobreza. Como dijo ayer Macarena Céspedes, responsable de Campañas de Educo, «las políticas de austeridad no han ayudado a resolver el asunto». El recorte de las becas de comedor ha empeorado la situación, pues hay padres que no pueden procurar tres comidas diarias a sus hijos.

En un país donde el riesgo de pobreza de menores de 16 años se cifra en el 26,7%, la carencia de recursos incide en todos los ámbitos, entre ellos la malnutrición infantil, como se puso de manifiesto en un encuentro organizado por el Foro Servimedia. Los problemas nutricionales tienen mucho que ver con la ingesta de productos de alto valor energético y pocos nutrientes. Para el coordinador del Comité de Nutrición de la Asociación Española de Pediatría (AEP), José Manuel Moreno, es difícil saber si los niños, durante las vacaciones de verano, continúan tomando alimentos saludables. «Cuanto mayor es la pobreza, más riesgo hay de incurrir en sobrepeso», dijo Moreno, para quien la alimentación debe ser considerada un asunto de salud pública. «Dentro de unas décadas observaremos los resultados. Las repercusiones no las vamos a ver ahora, por lo que este problema hay que tratarlo con amplitud de miras».

A la luz de algunas encuestas, el pescado, la carne de vacuno y el cerdo son alimentos que frecuentemente desaparecen de la dieta de familias con pocos recursos económicos. No en balde, las comunidades autónomas con mayores problemas de obesidad son las menos aventajadas económicamente. Andalucía, Canarias y Murcia tienen tasas muchos más altas de exceso de peso que el País Vasco y Cataluña.

De acuerdo con José Luis Pazos, de Ceapa, en este momento ciertas organizaciones sociales como la suya están asumiendo responsabilidades que corresponden a las administraciones públicas. «Se trata de una tendencia que hay que revertir. Al fin y al cabo todo se reduce a una cuestión de voluntad y presupuesto, dirigiendo las partidas económicas allí donde se necesiten».

La Verdad
13/08/2015

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