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Estrategias para facilitar la inclusión del niño con dislexia

La dislexia es un trastorno neurobiológico que afecta la lectoescritura y provoca dificultades en el aprendizaje. La detección precoz es clave para evitar el fracaso escolar en los niños, lo que implica promover la implementación de metodologías pedagógicas inclusivas que faciliten el proceso de aprendizaje en la escuela. Así lo señaló Iñaki Muñoz Salas, presidente de la Organización Internacional de Dificultades Específicas de Aprendizaje (Oidea) y de la Asociación Dislexia y Familia (Disfam); y el doctor en Psicología José Ariel Cuadro, profesor de Psicología de la Universidad Católica de Uruguay y vicepresidente de la Sociedad Latinoamericana de Neuropsicología, quienes disertaron en el Primer Congreso Iberolatinoamericano de Dislexia y trastornos específicos del aprendizaje realizado el 18 y 19 de septiembre en Villa Carlos Paz.

“Los niños menores de edad tienen derecho a tener su propia modalidad de aprendizaje, porque necesitan más tiempo para aprender”, señaló Muñoz Salas en diálogo con La Voz del Interior . Y describió una de las prácticas que encuadradas en esa línea: “Es fundamental la implementación de herramientas tecnológicas en el aula que les permitan usar la computadora por el corrector ortográfico durante las clases”. Muñoz Salas hizo hincapié en la necesidad de realizar las adecuaciones pedagógicas de acceso y –si fuera necesario– de contenidos curriculares en el nivel primario.

La inclusión no implica invisibilizar el problema. “Es muy importante que los otros alumnos del grado sepan que su compañero tiene dislexia, porque muchas veces es un tema tabú que genera burlas y angustia”, apuntó. “La idea es favorecer la diversidad en las formas de aprender y que los compañeros sepan lo que le pasa a su compañero con dislexia”, completó.

Por su parte, Cuadro indicó que hay que desarrollar habilidades para mejorar el acceso, por ejemplo, utilizando la práctica del deletreo. “Es preciso tener en cuenta lo comportamental, mirar cómo el niño realiza la lectura para hacer un diagnóstico precoz. Hay que salir a observar los signos blandos que pueden advertir la presencia de dislexia”, amplió.

Cuadro advirtió que no corregir la ortografía puede ser contraproducente, ya que “se autoriza el sistema de error”. “A las tres veces de repetirse, el cerebro lo registra como correcto”, aclaró, lo que obliga luego a un reaprendizaje.

El procesamiento fonológico consiste en transformar signos gráficos a sonidos, las estructuras cerebrales discriminan el sonido y lo asocian con el signo gráfico. Luego, el proceso se automatiza, lo que permite comprender lo que se lee y no sólo tener la habilidad de hacerlo.

La deficiencia es un componente fonológico: el acceso no es preciso ni fluido. “Hay que desarrollar habilidades para mejorar el acceso, por ejemplo utilizando la práctica del deletreo”, graficó Cuadro.

A la hora de enfrentar a los niños a desafíos, como pruebas, Muñoz Salas opinó que “los exámenes deben plantear preguntas más simples y permitir el uso de tablas y calculadoras”. En el día a día, en tanto, es importante evitar la corrección sistemática de fallas y sí es necesario que el equipo directivo de la escuela se involucre en el proceso aprendizaje del niño disléxico.

www.lavoz.com.ar
30/09/2015

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