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La detección precoz de la dislexia evita secuelas permanentes

La dislexia es una dificultad del aprendizaje metodológico, y no está ligada a ningún problema físico ni mental de la persona. Esta es la principal conclusión a la que llegan los autores del libro Analec y la dislexia . La catedrática de la Universidad de León, Isabel Cantón, coautora del libro con André Iniza, sostiene que el sistema educativo tiene recursos necesarios para detectar y corregir este problema que afecta, según las estadísticas, a más hombres que mujeres. Según los estudios ingleses la relación es de 8 a 1. Cantón apunta que en España la proporción es de tres hombres por cada mujer afectada, «quizás tenga que ver con el hecho de que se considera que las mujeres en general tienen un mayor desarrollo en el área del lenguaje que los hombres».

El libro está destinado a educadores, padres, alumnos y orientadores. Seis cuadernillos para tres niveles de edad diferentes sirven para detectar la dificultad exacta que tiene un alumno con problemas en la lecto-escritura. «La aportación fundamental es la forma de medir el problema», asegura Cantón. Indicadores visuales, fonéticos, auditivos y de representación proporcionan al especialista la suficiente información para medir el tipo de dificultad.

La dislexia es el problema de aprender a leer que presentan niños cuyo coeficiente intelectual es normal y no tienen otros problemas físicos o psicológicos. «Se trata de una dificultad lectora que posee tal confusa amalgama de causas que hacen que educadores, médicos, logopedas y padres ensayen desde el origen a la terapia adecuada, sin muchos éxitos», opina Cantón

En el proceso de detección que plantea el libro se le pide al alumno que identifique sílabas directas, inversas y mixtas. «Lo normal en un disléxico es la rotación y la inversión silábica».

«No hay disléxicos que sean iguales», sostiene Cantón que asegura que algunas dislexias son muy rebeldes, pero en la mayoría de los casos el problema persiste porque se ha detectado mal y a destiempo. Esta catedrática opina que la mejor edad para corregir un trastorno en la lectura es antes de los ocho años, «a partir de los 14 años pueden perdurar las secuelas».

La dislexia es un problema muy poco frecuente y, detectada a tiempo, se puede corregir completamente en el plazo aproximado de dos años, por regla general, «pero no se puede generalizar porque hay algunos casos muy difíciles», puntualiza Cantón.

Los procesos mecánicos de ortografía y combinación de las letras se adquieren a una edad muy temprana por lo que a partir de los 14 años, pese al adiestramiento, perduran los errores. Sin embargo, se aprecia un cambio notable en los procesos superiores, es decir, de estructuración del pensamiento, en la planificación, «esos sí se corrigen en las edades adultas».

Cantón aconseja a los padres no infantilizar el lenguaje de los niños para que se acostumbren a repetir bien las palabras.


29/12/2005

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