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En Bolivia los estudiantes serán trilingües

n su despacho, el ministro de Educación, Félix Patzi (39), parece más pequeño de lo que es. Sin embargo, cuando empieza a hablar sobre la tarea que tiene por delante y las ideas para realizarla, parece ganar tamaño.

Ajeno a los protocolos, no duda en rascarse la pierna cuando siente una comenzón y pedir disculpas antes de
comenzar la entrevista, entre risas, por su k’allu k’allu (cortado cortado) castellano.
Hace énfasis en que la Reforma Educativa será abrogada, pero no porque en su esencia sea mala, sino porque fue desarrollada erróneamente. Además, dice Patzi, cualquier proceso educativo que se impulse debe partir de la base de una descolonización de la educación. Sin embargo, alcara, esto no quiere decir que el proceso cierre al estudiante boliviano a culturas foráneas, al contrario; prueba de esto es que se le enseñará inglés en su paso por la escuela.
Patzi habló con La Prensa de ésos y otros temas que hacen énfasis en lo que busca el Movimiento Al Socialismo (MAS) para la educación boliviana.

—¿Cuáles serán los cambios que propone su despacho para la Reforma Educativa?
—La Reforma Educativa se va a abrogar, pero no será de la noche a la mañana, será un proceso. Para abrogar hay que elaborar una nueva propuesta educativa o una nueva ley educativa, que tiene que ser trabajada con todos los actores. Es que el actor de la educación no sólo son los profesores ni los alumnos, sino que son las organizaciones sociales, padres de familia, empresarios, campesinos (...) Es todo un plan conjunto.
Vamos a iniciar este trabajo. Yo creo que hay un congreso frustrado y hay que evaluarlo. Vamos a empezar a redinamizar este congreso y esperamos que al año empiece con una nueva ley educativa consensuada entre todos los actores. En esa línea de transformación hay algunos ejes que tiene el Ministerio de Educación, el Gobierno del MAS, que no son nada diferentes de lo que está planteando el movimiento social.
Uno de estos ejes es, por ejemplo, el movimiento de descolonización de la educación. La educación tiene que desconlonizarse, lo que significa que la sociedad o la educación no forme a seres humanos con estas diferencias (raciales), que la sociedad no esté organizada en función del elemento raza-etnia. Siempre ha tenido (ha habido) esa visión (...) El (hombre) blanco siempre monopolizaba estas oportunidades educativas, laborales y políticas y el indígena (estaba) condenado a ocupaciones de menor jerarquía o que no implicaban prestigio ni status. Eso tiene que terminar y hay que avanzar en estas cosas.

Pero la descolonización también significa no mirar una concepción del mundo de afuera. No podemos seguir admirando la civilización de afuera (...) No podemos ser seguidores nada más, tenemos que ser protagonistas, pero eso no significa desechar todo lo externo sino acoplarlo operacionalmente a algo útil (...) Trabajar el sistema indígena no es trabajar en un sistema cerrado sino abierto, donde los avances tecnológicos incluso cosas lingüísticas se puedan acoplar operacionalmente. Ésta es una línea en la que vamos a ir poniendo énfasis y que va a ser un nuevo sistema filosófico de la nueva propuesta educativa.
Como segunda línea, para descolonizar hay que empezar a incorporar al joven a la línea productiva desde temprana edad. Eso significa cambiar la currícula. Quiere decir que desde los 13 y 14 años, con los alumnos de primero medio, el joven se vaya especializando en una determinada actividad económica. (Que) su enseñanza vaya orientada hacia esa especialización. Eso tampoco es incompatible con las propuestas de los movimientos sociales, e incluso no es incompatible con la empresa privada, porque se requiere un trabajo cualificado.

El gran déficit de la Reforma Educativa es incorporar a los jóvenes a la rama productiva recién a partir de los 30 años. Hemos perdido todo ese tiempo (...) Un país que no produce y no genera excedente es un país perdido, no se puede construir un país solamente con filósofos, abogados, sociólogos, historiadores. El país necesita producir y filosofar a partir de esa producción.

—¿Estamos hablando de ramas técnicas?
—Sí, estamos hablando de ramas técnicas, pero no es su fase terminal sino es la rama de inicio que tiene su continuidad fundamental en la creación de la filosofía.
La educación, para mí, se divide en dos: la mente y el cuerpo, la mente y las habilidades. La mente es formada a través de una concepción del mundo (y esta concepción del mundo es la que) estamos reclamando, que parta de esta esencia, de esta realidad boliviana, diversa con una tecnología, una civilización.
La habilidad y destreza (quiere decir) que aproveche todas estas potencialidades que tenemos en Bolivia. Ahora, esas dos concepciones deben ser trabajadas con todos los actores de la sociedad. Deben ser consensuadas no sé a través de qué medios..., pueden ser seminarios, talleres, congresos. (Ir) consensuando esta ideología de la educación.

—Habla del congreso educativo. ¿En qué queda éste?
—Esta tarde (el lunes), nos estamos reuniendo con el Coned (Consejo Nacional de Educación). Vamos a evaluar sus avances, sus dificultades, vamos a evaluar por qué ha fracasado. Pero si el congreso avanzó, hay que rescatar ese avance y trabajar en función de eso. No podemos iniciar de cero, porque son energía, tiempo, recursos gastados y se ha hecho un gran avance. Lo que nos toca ahora es hacer funcionar el congreso.

—¿Qué pasará con aquellos sectores que demandaban mayor participación en el congreso?
—Siempre será un tema difícil, no va a ser tan simple. Ese rato veremos, hay que conversar con todos los actores, porque eso de la participación siempre será un problema, no es un problema de solución rápida. Veremos qué tipo de participación querían, por qué se han salido; todas esas cosas hay que evaluar.

—Habla de los problemas de la reforma, pero ¿qué rescata de ésta?
—Probablemente el concepto pero no como hecho, yo he sido muy crítico de la Reforma Educativa. Yo tengo un libro (Etnofagia estatal: crítica a la Reforma Educativa) que la objeta. Es rescatable probablemente el concepto de interculturalidad, pero como concepto, porque en la práctica, en los hechos, nunca lo asumió. E incluso en su plan o currícula tampoco permitía construir una interculturalidad, era imposible. ¿Por qué? Porque el idioma por ejemplo, la educación bilingüe, siempre ha sido dirigida a los hablantes de idioma nativo y continuaba, digamos, una educación para los castellanohablantes. Por lo tanto ahí estamos hablando de una separación de una frontera interétnica.

En este sentido, en este plano lingüístico lo que se está planteando como visión para la educación es que el idioma nativo se convierta en idioma oficial y que se enseñe universalmente en todas las unidades educativas. Esto significa que los castellanohablantes deben aprender un idioma nativo dependiendo de la región. Por ejemplo, en La Paz obligatoriamente en las escuelas, desde kínder, deben aprender el aymara. Las zonas de la élite o los establecimientos de la élite tienen que incorporar como materias principales el aymara. Si es Chuquisaca, Oruro o Potosí tendría que estar presente el quechua.
De esa manera, el niño que aprende y cuando ya es joven puede comunicarse indistintamente en idioma nativo o en español, así el idioma nativo se va jerarquizando y se pone en igualdad de condiciones al idioma español. Pero esto no significa negar el otro idioma. Yo siempre dije que en forma universal deberían aprender un idioma extranjero como un idioma instrumental.

En este momento, por ejemplo, el inglés es monopolio de las empresas privadas o de algunos institutos privados y sólo acccede aquel que tiene recursos económicos, y el que no tiene está excluido del idioma instrumental, por lo tanto este idioma tiene que ser universal, desde kínder hasta el final. Estamos hablando de tres idiomas.

—Entonces podríamos decir que los próximos bachilleres de aquí a diez o 12 años van a saber inglés, español y quechua, aymara u otro idioma nativo. Serían trilingües...
—Serían trilingües y tenemos que apostar por una formación trilingüe como un sistema educativo. Ya no será un idioma para indígenas y otro para los castellanohablantes; no, ahora será conjunto.
Desde el kínder se va a enseñar, con mayor carga, el aymara, quechua o guaraní en los institutos de castellanohablantes y en las poblaciones donde son de habla de idioma nativo van a tener mayor carga horaria de español.

—Usted dice que se incorporará el inglés en todas las escuelas. ¿Cómo se garantizará que los profesores que sepan inglés vayan a las escuelas pobres, por ejemplo las de Potosí donde ni siquiera hay luz?
—Ése es el asunto. Éste no es un proyecto de corto plazo, es de largo plazo. Y yo me preguntaría igual ¿cómo vamos a conseguir profesores de un idioma nativo? Tampoco existen, porque los profesores están formados bajo otra lógica. Esto significa transformar las normales, incluso la carrera (...) Evidentemente habrá un déficit de profesores, y eso también implica un déficit de ítems, pero vamos a eliminar ciertas cosas.

Por ejemplo, yo no veo tan importante algunas materias, como por ejemplo la de Religión, y si se mantiene debería ser historia de la religión, no debería ser como una imposición a rajatabla. Hay algunas materias técnicas que se llevan a nivel escolar que no siempre coadyuvan a su formación (del estudiante) porque eso va a estar como estructural de las cosas. Hay que hacer un estudio técnico.

—En todo caso, ¿es deseo del Ministerio que se anule la materia de Religión?
—Anularla no. Habría que dar regionalmente. La educación debe ser diseñada a partir de la colectividad. La colectividad tiene que hacer requerimientos, pero hay ciertas filosofías, ciertas normas que tiene que marcar el Ministerio de Educación.
Lo que estoy diciendo es que esos tres idiomas tienen que estar en la parte curricular. La religión probablemente será opcional como materia y no obligatoria. Los padres de familia piden esas cosas en muchos lugares.
Pero eso será un trabajo, que les quede bien claro, de los que van a ir elaborando un congreso en todas las instancias que estamos trabajando. Porque yo estoy diciendo (esto) como uno más de los actores de la educación.

—Pero será el plan que presentará el Ministerio.
—Vamos a presentar un plan evidentemente, además el MAS tiene su plan de educación que deberá ser presentado, considerado y tratado como cualquier otra propuesta de otras organizaciones. Aquí no hay una imposición de la autoridad. Porque, repito, si nos hemos quejado de la Reforma Educativa de no haber hecho participar y de haber excluido a los actores de la educación y de haber sido elaborada por una consultoría (...) no podemos cometer el mismo error. Un proyecto educativo tiene que surgir del consenso de todos.

—Decía recién que los planes pasan también por transformar las normales. ¿Qué se plantea al respecto?
—Las normales tienen que responder a la nueva visión de la educación que se está planteando. En este año podemos hacer transitorias las cosas, pero a la larga tienen que estar (incluidas) las normales, yo no tengo la idea de que éstas se conviertan en universidades o que dependan de las universidades, creo que ha sido una mala política hacer eso.
Tienen que depender del Estado, además que tienen que ser autónomas desde la normal. Eso significa que tenemos que cambiar orientación incluso en la estructuración de carreras. Soñaría con una normal donde haya carreras donde se formen profesores de idiomas nativos de acuerdo con la región. Una normal donde haya profesores que estén enseñando especialidades técnicas ligadas a la producción. Pero en este momento todavía estamos transitando (comenzando en el plan educativo) (...) Igual en la educación superior, tiene que transformarse la educación superior. Ése es otro de los puntos que se harán, pero después del segundo año.

—Hablando de las universidades...
—Vamos a conversar con todas, queremos que la universidad, aunque siempre está en buena calidad, tiene que adecuarse mejor a la realidad nacional. Tiene que estar pensada nuevamente en esta línea de descolonización. La universidad, creo, tiene mayor flexibilidad, mayor apertura para llevar transformaciones hacia un proyecto de descolonización.

Las personas más indicadas para llevar adelante estas políticas de cambio son las universidades, los rectores, los directores, los decanos. (...) Hay que trabajar cuestiones académicas en la universidad. Hay carreras que no responden a la nueva estructura, a la nueva transformación del país. Incluso los contenidos curriculares de nuestras carreras tienen que transformarse.

La prensa
1/02/2006

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