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El dominio de la “pantalla”, en niños y preadolescentes

Según numerosos pediatras, psicólogos y educadores, el fenómeno del “dominio de la pantalla” perjudica el normal desarrollo emocional e intelectual de un niño pues dejan de interactuar con el mundo que los rodea, aislándolos en el mundo digital.

Pero ocurre que, al lado de los niños, encontramos a padres pegados continuamente a los aparatos digitales. Eso los imposibilita, en cierta forma, para establecer normas, pues no son ejemplo vivo de lo que no se debe de hacer. Consideran más cómodo, menos trabajoso, da más libertad, ponerle un aparatito en sus manos, en vez de compartir, estar con él, escucharle.

La Dra. Steiner-Adair, autora del singular libro “La gran desconexión: protección de la infancia y relaciones familiares en la era digital”, resalta dos importantes momentos en el relacionarse con el niño o el preadolescente: la ida al colegio, y más aún la vuelta del mismo; pues aquí tienen para contarle sus andanzas, sus preocupaciones, sus alegrías.

Los padres quedan preocupados, no saben cómo maniobrar esta difícil situación. Hay ventajas y desventajas. Ventajas, dicen algunos, son el comunicarnos con nuestros hijos, que los juegos desarrollan el pensamiento, que en la preadolescencia intercambian con amigos aumentando su relacionamiento social.

Pero, el Lic. Ignacio Gath, psicólogo del Instituto de Neurología Cognitiva de Buenos Aires, objeta que el preadolescente quedará expuesto a sitios web inadecuados, que se corre el riesgo de que accedan a él personas desconocidas exponiéndolos a situaciones de vulnerabilidad. El debate es amplio...

Piden los niños celulares a edades cada vez más tempranas, ¿por qué no... si todos lo tienen?, dicen ellos. Pero, se pregunta uno: ¿cuáles son los beneficios para su bienestar, tanto emocional como social?

La psicóloga mexicana Tania Castro llama de “huérfanos digitales” a los “niños cuyos padres les permiten sumergirse en la tecnología sin restricción alguna, con el objetivo de mantenerlos tranquilos y sin protestar”. ¿Cuál es el riesgo?, se pregunta esta psicóloga. Es que, con el uso excesivo de estos dispositivos electrónicos los transforma en una “niñera electrónica”. La televisión, en su puesto de relevancia, va siendo desplazada gradualmente por las tabletas, los celulares (con sus juegos y redes sociales), dando lugar a que “se pierda el vínculo comunicativo entre padres e hijos” (ACI, 14 de mayo 2017).

Encuestas en variados países muestran que los niños pasan entre 5 a 6 horas y media por día frente a la pantalla, sea TV, celular o tablet. Singular queja, en Reino Unido, de los niños: el 27 % dice que sus padres tienen normas dobles sobre la tecnología... Diríamos nosotros: son “adictos digitales” y quieren impedir que sus hijos lo sean; el mal ejemplo los traiciona. Hay enfrentamiento en las respuestas: 60 % de los padres cree que su hijo pasa demasiado tiempo en el dispositivo móvil en casa, pero el 21 % de los niños siente que sus padres no los escuchan porque están en mensajes, llamadas o textos en sus móviles. Espántense: en Reino Unido, el 39 % de los niños se comunica por texto, correo o redes sociales con sus padres, ¡estando en la misma casa!

Este fenómeno de “encajar el chupete (pepe)”, de la “niñera electrónica”, de la “paternidad distraída”, de los “huérfanos digitales”, nos lleva a la consecuente preocupación frente la excesiva presencia de la pantalla en los niños y preadolescentes.

Las asociaciones de pediatría alertan sobre el uso, sobre todo en los bebés, ya que puede ocasionar problemas de aprendizaje y de psicomotricidad. Esto, muchos padres no lo saben. A veces puede producir trastornos en el habla (o específicos del lenguaje), en niños de 4 o 5 años, que vivieron acompañados de ellos durante toda la infancia. “Porque la imagen no tiene una palabra que acompañe el proceso de aprendizaje, es tanta la velocidad que no aparece el procesamiento adecuado. Los niños prefieren ver e interactuar con el mundo digital en vez de crear escenarios en el mundo real. La reducción de la manipulación de objetos afecta la motricidad” (Clarín de Buenos Aires, 1-3-2017).

Ocurren aún repercusiones en el comportamiento, la salud, el estudio: el excesivo uso en preadolescentes produce insomnio y falta de descanso que derivan en dificultades atencionales, bajando el rendimiento escolar; la disminución de actividad física y de exposición al sol da trastornos del peso; el intercambio online dificulta la adquisición de habilidades comunicacionales y sociales (un conflicto online se soluciona con un clic, borrando el contacto o bloqueándolo).

Clara explicación hace la psicóloga argentina Ileana Fischer, que coordina equipos en el Centro Rascovsky. Recomienda –entre otras cosas– no darles celular a niños menores de 2 años. Es lo que vemos, niños que aún no hablan, con los teléfonos celulares o las tabletas de sus padres, impidiendo eso que exploren el mundo de su entorno y relacionarse con quienes los rodean.

Confirmando esta recomendación, la Academia Estadounidense de Pediatría, basada en un estudio de 2010 de la Kaiser Family Foundation, declara: “El cerebro de un niño se desarrolla rápidamente durante estos primeros años y los niños pequeños aprenden mejor si interactúan con personas, que con pantallas”. Distraerlos con pantallas no es la solución, hay que enseñarles a que se apacigüen o entretengan por sí mismos.

Más radicales en sus propuestas están la Academia Americana de Pediatría y la Sociedad Canadiense de Pediatría: los niños no deben usar aparatos electrónicos portátiles antes de los 12 años. ¡Sorprendente afirmación! ¿Y por qué propondrán esto? Veamos las observaciones de Cris Rowan, terapeuta pediátrica y experta en desarrollo infantil, autora del libro “Infancia virtual”, entra en polémica proponiendo prohibir el uso a los niños menores de esa edad. Numerosas razones pone en el tablero de discusión, veamos apenas algunas: 1) La exposición excesiva a las tecnologías se ha demostrado que se asocia con déficit de atención, retrasos cognitivos, problemas de aprendizaje, impulsividad y disminución del autorregularse, por ejemplo, rabietas. 2) Poco movimiento, retraso en el desarrollo. El movimiento mejora la atención y la capacidad de aprendizaje. 3) Aumento de la obesidad. 4) De 9 y 10 años, privados de sueño, calificaciones afectadas negativamente. 5) Uso abusivo, factor causal en el aumento de la depresión infantil, ansiedad, trastornos de vinculación, déficit de atención, comportamiento del niño problemático. 6) Contenidos violentos pueden causar agresión infantil. 7) Y cuando son de alta velocidad contribuyen al déficit de atención, disminución de la concentración y de la memoria. Quien no puede mantener la atención no puede aprender.

La Prensa Gráfica
4/09/2017

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