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Latidos de música y de vida. Musicoterapia aplicada a prematuros

Patricia Pérez Ruano estudió Musicología porque antes hizo Piano en el Conservatorio pero lo que nunca se imaginó es que una investigación suya de musicoterapia aplicada a prematuros llegaría a aminorar una incipiente lesión cerebral de un bebé.

El empeño y las ganas de una joven estudiante lucense de Musicología , Patricia Pérez Ruano, para aplicar la musicoterapia en bebés prematuros dieron una solución a unos padres madrileños de una niña diagnosticada con una incipiente lesión cerebral. La pequeña —una gemela que permanecía ingresada en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) del Hospital Clínico San Carlos, de Madrid— participó en la investigación del trabajo de fin de carrera de Patricia Pérez, basada en la escucha de media hora de música diaria, de lunes a viernes, a través de un altavoz de 40 decibelios.

"El caso de esta niña fue sorprendente. Le estaban monitorizando la continuidad de las ondas cerebrales y sospechaban que podría haber una lesión. A raíz de la puesta en marcha de este trabajo en el hospital, basado en la musicoterapia, las ondas cerebrales de la pequeña comenzaron a activarse y su aparente lesión se vio disminuida. Además de esto, se comprobó que la niña lloraba menos. Tan buenos fueron los resultados que a esta niña en concreto se le aumentó el tiempo de escucha de música a las veinticuatro horas y ahora sus padres se llevaron un lápiz de memoria digital con las piezas de música clásica que le ponía yo para ponérselas ellos en casa", afirma Patricia, emocionada con los resultados de su trabajo.

Esta musicóloga lucense echó mano de los Nocturnos de Chopin y otros temas de Mozart, Debussy e incluso Ludovico Einaudi para configurar el repertorio con el que pretendía experimentar y, a la vez, demostrar el poder de la música, tanto en el alma como en el cuerpo, incluso en los seres menos contaminados socialmente hablando: los bebés prematuros.

"Me pareció muy interesante desde el principio abordar el tema de la musicoterapia dirigida a los bebés prematuros porque me parecía que la música podría contribuir a reducirles el estrés que les provoca estar en el hospital y fuera del vientre materno. Por eso, decidí hacer este trabajo de investigación, en el que participaron trece bebés de menos de 40 semanas de gestación y todos ellos ingresados en la UCI. Algunos de ellos pesaban solo 800 gramos, eran muy poquita cosa pero todos reaccionaban con la música", indica.

La investigación comenzó a finales de mayo y duró hasta este mes. Se trata, según Patricia, de la primera investigación sobre musicoterapia aplicada a prematuros que se hace en España. "En el hospital clínico de Zaragoza, está abierta otra ahora mismo pero, hasta el momento, en España no se había hecho nada, ni tampoco en el resto de Europa. Todos los estudios procedían de Estados Unidos", comenta.

PARÁMETROS. Patricia Pérez midió varios parámetros de los bebés mientras sonaba la música y una hora antes y después. Estas constantes eran la frecuencia cardiaca, el ritmo de la respiración y la saturación de oxígeno en sangre. Los resultados fueron estupendos.

"Se demostró que, mientras que los bebés escuchaban esta música, les bajaba la frecuencia cardiaca de 180 latidos por minuto a 140, respiraban más tranquilos y se les reducía el aporte de oxígeno externo en un 4 o un 5 por ciento. Cada cosa era consecuencia de la anterior", cuenta.

La elección de la música no fue casual. Patricia optó por los clásicos pero seleccionó aquellos temas donde solo hubiese, como máximo, tres instrumentos. "Solían ser piezas tocadas al piano, con el chelo o cuartetos de cuerda. Esto es porque este tipo de instrumentación produce sonidos muy relajantes. Además, los bebés tienen su capacidad auditiva mucho más desarrollada que los adultos y es suficiente con la escucha de pocos sonidos. Intenté ponerles música de orquesta, pero no funcionó porque era mucha instrumentación y no los relajó", dice.

También es importante el tempo de la música, que ha de ser similar al de los latidos cardiacos de los prematuros. "Sus latidos pueden andar entre los 120 y 160 por minuto y ese era el pulso escogido en el repertorio teniendo en cuenta que cada latido cardiaco se puede interpretar como una negra. Lo importante es que también quedó demostrado que la mente une la música con el corazón porque escuchando estos temas los latidos cardiacos de los niños se adaptaban al pulso de la música", apunta Patricia.

El progreso
18/09/2017

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