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Deporte y aprendizaje: mente sana… ¿en cerebro sano?

Al parecer aquella sabia exhortación del poeta romano Juvenal que nos recomendaba orar para tener una mente sana en un cuerpo sano, es ahora empíricamente confirmada por las actuales investigaciones en neuroeducación. En efecto, esforzarse en nutrir la inteligencia con un amplio conocimiento que permita comprender la realidad y el mundo en el que vivimos, no se agota en el solo ejercicio mental y científico, también tiene especial vinculación con el ordenado cuidado del propio cuerpo.

Todos sabemos que la práctica deportiva y el ejercicio físico redundan positivamente en nuestra salud, ya que mejoran el sistema cardiovascular y el inmunitario, reducen la obesidad, regulan los niveles de azúcar y fortalecen los huesos. Además, la asidua actividad física mejora el estado de ánimo, haciendo que nos sintamos mejor, menos estresados y más motivados a la hora de hacer cosas.

Lo que no todos sabíamos es que el ejercicio físico y la práctica deportiva también mejoran la adquisición de aprendizajes. Así nos lo explica Jesús Guillén en uno de los capítulos del libro Neuromitos en educación (Plataforma Editorial, 2015). Nos explica Guillén que la actividad física genera unos neurotransmisores, como la serotonina, la noradrenalina y la dopamina, que mejoran el estado de alerta, la atención y la motivación, factores estos fundamentales para que se produzca el aprendizaje. Según estudios realizados en este campo de la neurociencia, la actividad física resulta sumamente importante ya que fortalece las conexiones neuronales, mejorando nuestra capacidad de aprender; genera nuevas neuronas en el hipocampo, en cualquier momento de la vida; y aumenta la vascularidad cerebral, mejorando el funcionamiento del cerebro.

En el ámbito educativo, estos descubrimientos, han venido a reafirmar la necesidad de mantener y reforzar la cantidad de horas dedicadas a la educación física con la finalidad de disponer el cuerpo para mejorar la mente. Junto con ello, se ha replanteado también la importancia de los descansos y de la actividad al aire libre que favorezcan la actividad física voluntaria. Un simple paseo por un entorno natural, nos dice Guillén, permite segregar una serie de neurotransmisores que recargarán de energía circuitos cerebrales que intervienen en la atención y la memoria y que se saturan como consecuencia de la actividad escolar continuada.

En resumidas cuentas, la neurociencia nos vuelve a poner frente a esa admirable unidad de cuerpo y espíritu que es el ser humano. La formación del maestro no puede desconocer los beneficios que pueden obtenerse del cuidado del cuerpo, así como tampoco puede olvidar que en la educación física también se juega la formación humana.

Dr. Luis Mariano Bártoli es director de estudios del área de Educación

La Vanguardia
26/01/2018

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