Los bebés que más tardíamente son diagnosticados con Trastorno del Espectro Autista (TEA) reaccionan con más fuerza a los cambios repentinos de la luz, asegura un nuevo estudio publicado en la revista Nature.

El descubrimiento reafirma la opinión de que el procesamiento sensorial juega un papel importante en el desarrollo del trastorno y los primeros signos del TEA pueden residir en los procesos más básicos del desarrollo cerebral, dijo Terje Falck-Ytte, investigador líder.

Durante el estudio se analizó el reflejo pupilar – mecanismo regulador básico que controla la cantidad de luz recibida por la retina- en bebés de nueve a 10 meses de edad y se les evaluó hasta los tres años, cuando se emitió el diagnóstico.

Participaron 147 niños que tienen un hermano mayor con autismo, de los cuales 29 cumplieron con los criterios del trastorno durante el seguimiento. La investigación también incluyó un grupo de control de 40 bebés.

Descubrieron que los pequeños que cumplían con los criterios de TEA a los tres años de edad constriñeron sus pupilas más, de ahí la asociación de cantidad de restricción pupilar en la infancia con intensidad de los síntomas de autismo.

Falck-Ytte comentó que la investigación es un paso adelante en el diagnóstico de este mal antes de los 2-3 años, lo cual debería facilitar el acceso temprano a la intervención y el apoyo a las familias.

Bohemia
17/05/2018