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Cerebros de niños muy inteligentes maduran lentamente

Los niños muy inteligentes pueden parecer adelantados al resto en muchos sentidos, pero según un nuevo estudio, maduran más lentamente en cuanto a la parte ``pensante'' del cerebro.
La corteza cerebral se engrosa y luego se afina durante la infancia y la adolescencia. El estudio reveló que en los niños con inteligencia superior, la corteza alcanza su máximo grosor a una edad más avanzada que en los demás.

Nadie conoce la causa ni cómo se relaciona con la inteligencia superior. Pero los investigadores dijeron que no se descarta la acción de los factores ambientales -tales como la estimulación del intelecto- en el nivel de inteligencia del niño.

El retraso podría mejorar la inteligencia porque el niño es mayor y procesa experiencias más complejas, mientras la corteza se engrosa, dijo la doctora Judith Rapoport, una de las autoras.

Rapoport, junto con el investigador Philip Shaw y colaboradores en el Instituto Nacional de Salud Mental estudiaron la evolución de la corteza en 307 niños, mediante sucesivas resonancias magnéticas desde la infancia hasta el fin de la adolescencia.

Los resultados aparecen el jueves en la revista Nature.

El estudio es concluyente en cuanto al desarrollo de la corteza en la parte frontal del cerebro y una franja en la parte más alta, los sectores donde se realizan tareas mentales complejas, dijo Shaw.

Un análisis halló que los niños con mayor coeficiente de inteligencia -de 121 a 149- no alcanzaron el máximo grosor hasta los 11 años. Los niños un poco menos inteligentes alcanzaron ese grosor a los nueve años y los de inteligencia promedio a los seis años. En todos los casos, la corteza se adelgazaba a medida que el niño maduraba.

Nadie sabe por qué la corteza se engrosa y luego adelgaza, dijo Shaw. Por eso es imposible saber por qué esos cambios están relacionados con la inteligencia. La estimulación del intelecto afecta la evolución del cerebro y probablemente cumple alguna función, añadió.

Las conclusiones del estudio ``de ninguna manera son una receta para alterar la inteligencia'', dijo. Tampoco sugieren que una resonancia magnética indicará el grado de inteligencia del individuo.

Elizabeth Sowell, de la Universidad de California, Los Ángeles, que ha estudiado el grosor de la corteza en los niños, dijo que los resultados le parecían convincentes.

Si bien revelan que la evolución de la corteza está relacionada con la inteligencia, no indican cuál de los dos fenómenos es la causa y cuál la consecuencia.

Añadió que al estudiar la evolución del cerebro normal, se puede descubrir qué sucede en los niños con trastornos mentales.

el universal
3/04/2006

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