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¿Debe un niño con TDAH alimentarse igual que otro sin este trastorno?

El TDHA o Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad , es un trastorno neurológico de carácter crónico sintomatología evolutiva y una probable transmisión genética. Afecta a alrededor de un 10% de la población infantil, llegando incluso hasta el 50-60% de los casos en la edad adulta. Actualmente constituye uno de los motivos más frecuentes de consulta en neuropediatría. Se caracteriza por una dificultad para mantener la atención voluntaria frente actividades, tanto académicas como de otra índole, y en un niño la falta de control de impulsos. Y los síntomas pueden manifestarse de manera muy diferente, en función de la edad del niño. Es más frecuente en niños que en niñas, con una proporción 4:1. Y lo padecen tanto niños y adolescentes como adultos de todas las condiciones sociales raciales y culturales.

Respecto a la etimología del trastorno, explica la doctora María Amaro, creadora del Método Amaro y directora de la clínica Feel Good, «hay diversas opiniones al respecto: una de ellas es un fallo en el desarrollo de los circuitos cerebrales, que se afectan al autocontrol, funciones imprescindibles para la realización de cualquier tarea. El trastorno se divide actualmente en varios subtipos de acuerdo a las principales características asociadas al desorden falta de atención, hiperactivo-impulsivo y combinado».

El diagnóstico es clínico, dado que no hay marcadores biológicos que nos permitan tanto asegurarlo como descartarlo. Las pruebas complementarias son de imagen (TAC o resonancia, un electroencefalograma o cualquier otras pruebas neurológicas), y sirven para descartar otras patologías neurológicas, puesto que existen diferentes patologías en las que el Déficit de Atención con Hiperactividad es un síntoma más, que acompaña a la enfermedad neurológica de base».


Tanto en el diagnóstico como en el seguimiento del TDHA es importante que haya un trabajo en grupo multidisciplinario coordinado. «El colegio es fundamental y es muchas veces quien da la voz de alarma ante la situación de que un niño no puede seguir el ritmo de la escuela por su dispersión o su continua actividad, expone Amaro.

El papel de la alimentación en el TDAH

Tal y como recuerda esta médico, la alimentación tiene un papel fundamental en todo tipo de patologías. «Los beneficios que nos pueden aportar una buena alimentación se traducen en un mejor rendimiento del cerebro, y debe ser un factor complementario imprescindible a la hora de mejorar la concentración y el aprendizaje en un menor diagnosticado de TDAH es su alimentación».

¿Cuál es, a juicio de Amaro, la alimentación ideal para un paciente diagnosticado de este trastorno?

La glucosa es imprescindible, porque los niveles bajos afectan directamente al aprendizaje y al rendimiento cognitivo. De hecho, prosigue la doctora Amaro, «nuestro cuerpo está preparado, y si no le aportamos glucosa, pues a través de nuestras grasas es capaz de fabricarla y siempre podamos disponer de ella».

Puede ser aportada de manera exógena o endógena, explica, «porque el 20% de la glucosa que consumimos se la lleva el cerebro, y sin ella el cerebro no funciona (ni otros órganos vitales). De ahí que el cuerpo si no le aportamos lo que más necesita para funcionar “la glucosa”, sea capaz de fabricarla por sí solo, este proceso es conocido como neoglucogénesis».

Pero ojo, advierte esta experta: «la aportación de glucosa a nuestros hijos no tiene porque ser en forma de bollería. Se la podemos aportar en forma de frutas, de verduras, de legumbres, de cereales o en la leche, que la tiene en el disacárido de la lactosa».

Amaro señala que otro grupo de alimentos fundamentales que necesita nuestro cuerpo y sobre todo a nuestro cerebro son las proteínas, en este caso especialmente las que contienen ácidos grasos omega 3 (Salmón, caballa, atún, arenque), que también podemos encontrar en la soja, las nueces o el aceite de lino. «Su consumo frecuente en la alimentación mejora el desarrollo cerebral y las funciones cognitivas. El hígado y los mariscos también ayudan a la regulación de la capacidad intelectual y del estado de ánimo», añade Amaro.

Según indica esta médica, hay determinados minerales imprescindibles en un paciente diagnosticado de TDHA. Estos son «el calcio, que lo podremos consumir a través de la leche y sus derivados fundamentalmente, su función que interviene en la transmisión de los impulsos nerviosos; el hierro, que lo encontraremos en carnes rojas, pero fundamentalmente en legumbres y frutos secos, y que nos va a influir en el rendimiento intelectual, en el transporte del oxígeno a las células y en tener un mantenimiento óptimo de nuestro cerebro». «Una falta de hierro influye de manera muy negativa en el desarrollo del cerebro así como en el rendimiento cognitivo», advierte.

Y por último, «y no menos importante», remarca esta doctora, un mineral fundamental en esta patología y que no puede faltar es el zinc. «Lo encontraremos en la carne de cordero y las legumbres, algunos crustáceos también son ricos en zinc, su función está relacionado directamente con la actividad de los neurotransmisores importantísimos en la función correcta de nuestro cerebro».

Los alimentos que no deben faltar

«Ciertos alimentos tampoco deben faltar nunca en la dieta de un niño, y menos en uno que se ha diagnosticado de TDHA», insiste esta doctora. «Por ejemplo, los huevos y las patatas, porque están relacionadas con las conexiones sinápticas y aprendizaje, dado que contienen alto contenido en ácido aspártico».

El huevo, explica, además de «la leche, los quesos y el plátano deben formar parte también de nuestra alimentación diaria dado que contienen alto contenido en triptófano, y el cerebro utiliza el triptófano para producir serotonina, que es un neurotransmisor que tiene un papel muy importante en la regulación de los estados anímicos, el sueño, el apetito... Pero también en la atención y en la memoria». Por último, Amaro insiste en los frutos secos. «No solo las nueces, que ya hemos hablado de ellas, sino también las almendras, que contienen tirosina, un elemento que encontramos también en el plátano, en algunas carnes, pescados y, sobre todo, en la leche, cuya función es producir noradrenalina, otro neurotransmisor involucrado en las funciones relacionadas con la atención».

Así, concluye, «en todos los niños hay que prestar especial atención a su alimentación, bien sea para que no sean obesos o bien porque tengan alguna patología en el caso de los niños diagnosticados de TDHA, pero hay que prestar una atención muy especial en comer aquellos alimentos que les van a ayudar a su patología y a evitar comer azúcar en exceso (refinado)». Por último, «un dato a tener muy en cuenta es que cuando un paciente está medicado, puede tener disminución del apetito, por ello estas familias deberían hacer mucho hincapié en el desayuno, imprescindible para que el niño tenga un buen rendimiento escolar, y en la cena, porque normalmente son muy activos y con poco apetito». La buena noticia, finaliza Amaro, «es que una buena alimentación y el trabajo multidisciplinar a veces consiguenreducir incluso eliminar la medicación».

ABC padres e hijos
19/02/2019

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