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La sordera súbita, la gran desconocida

La pérdida de audición suele ser un proceso lento, por lo que habitualmente es ignorado, y como consecuencia existe un elevadísimo porcentaje de población que no ha sido diagnosticada, hasta el 95 por ciento. Sin embargo, también existe la sordera repentina, llamada hipoacusia súbita, que aparece en apenas 72 horas. Es un problema más frecuente de lo que se cree, y cuya prevalencia es de 20 casos por cada 100.000 habitantes, si bien la estadística no es del todo fiable, porque en ocasiones cuando se acude a la consulta del especialista ya es demasiado tarde y no se diagnostica como tal.

Fue el caso de la viguesa Blanca Martínez, de 53 años, que hace casi una década se despertó una mañana sin escuchar nada de un oído. "Un día desperté con un ataque de vértigo. Estuve una semana en la cama, con unas vomiteras terribles. Ya al segundo día le dije a mi marido que del oído izquierdo no oía", explica. Inmediatamente acudió a urgencias, donde le hicieron audiometrías y constataron una pérdida del 80 por ciento de la audición del oído izquierdo y un 25% del derecho. El diagnóstico, hipoacusia súbita.

Blanca relata que durante la niñez siempre padeció problemas de otitis, sinusitis y bronquitis, y que antes de la sordera ya recibió terapia nuclear por perforaciones en los dos tímpanos. "Es como un coche, llega un momento en el que tantos problemas pasan factura", asume. Recuerda que de pequeña su abuela le echaba aceite caliente en el oído para tratar de aliviar su dolor, algo que ahora ve como una "burrada".

Estuvo a tratamiento, pero sin resultados. "Me pincharon en el tímpano durante un mes para ver si espabilaba, si reaccionaba, y nada", subraya. En su caso, el problema afecta al nervio, por lo que no es operable, así que la única solución fue ponerse un audífono. Diez años después, la pérdida del oído izquierdo ya es del 98 por ciento y en el derecho del 60. "Llevo el audífono en el oído derecho y en el izquierdo llevo un transmisor, porque como no oigo, lo que hace es transmitir la señal al oído derecho. Antes, si me hablaban desde el lado izquierdo no me enteraba y ahora sí, te permite situarte y saber de dónde viene el sonido", explica.

Perder la audición por completo fue un duro golpe, difícil de asumir. "Lo cogí muy mal, porque mientras estás en la cama no te enteras, pero luego vas recuperando y te tienes que adaptar de repente porque no le puedes hacer nada. Pero luego pensé que hay enfermedades peores, y es que a mí no me duele nada, pero el miedo que tengo es perder el oído derecho, porque con la edad se pierde audición", recuerda. Incluso se ha planteado aprender lenguaje de signos, por si llega el peor pronóstico.

Mientras tanto, como el resto de usuarios de audífono, trata de evitar centros comerciales, porque el aparato "amplifica todos los sonidos y es una locura", y bromea sobre los pitidos que aparecen cada diez días cuando el dispositivo se queda sin pilas.

Ahora trabaja restaurando muebles tras dejar el comercio que regentaba. "De cara al público es fastidiado, porque no te enteras cuando te hablan y pareces tonta. Yo pedí la minusvalía, pero me concedieron solo del 18% porque todavía escucho del otro oído", indica.

Faro
11/03/2019

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