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El método que ayuda a leer a niños con dislexia

La española Monserrat García pide que se la presente como “madre, psicóloga y empresaria”, en ese orden. Y tiene lógica, porque el método Glifing, que presentó en Córdoba recientemente, y del que es su creadora, nació para ayudar a mejorar la capacidad lectora de su hijo Mario. En aquel momento, el niño, con dislexia, se encontraba en sexto grado de la primaria, pero con un nivel de lectura de primero.

“Mi hijo de 12 años estaba totalmente desahuciado a nivel escolar. No quería saber nada de lectura, porque llevaba seis años fracasando. Mario no es el único. Hay muchísimos ‘Marios’. Necesitaba algo motivante y el medio digital lo es y, además, es mucho más versátil”, plantea la psicóloga.

De esta manera, García comenzó a desarrollar un programa de entrenamiento para mejorar la capacidad lectora, a través de un software que posibilita aprender jugando.

Creó así un videojuego con ejercicios que permitió que Mario, en pocos meses, aumentara su velocidad y su precisión lectora y disminuyera los errores. Y, como consecuencia, elevó su autoestima.

“Las nuevas tecnologías nos permiten adaptar el ritmo de trabajo a cada niño y motivar a aquellos que ya no quieren saber nada con los libros”, advierte.

Junto con la Universidad de Barcelona, García desarrolló un programa experimental, al que bautizó “Glifing”. Más tarde, creó una empresa con el respaldo de una asociación de ayuda a los niños con dificultades de aprendizaje.

Se trata de un entrenamiento sistemático de la lectura a partir de un juego para computadora que permite adquirir fluidez lectora y mejorar el rendimiento del niño de manera rápida y estimulante.

Hoy, Glifing es un método completamente desarrollado, con el que –explica su creadora– se logran resultados.

Descifrar un jeroglífico

En catalán, “glif” es glifo, uno de los símbolos de un jeroglífico. El nombre recuerda que leer es complejo para todos los cerebros, pero para algunos todavía más. “Cuando alguien dice ‘glifing’ queremos que recuerden que la tarea de leer es tan complicada como descifrar un jeroglífico. La parte ‘ing’, el gerundio inglés, da la idea de movimiento porque Glifing es una manera de trabajar, no es una varita mágica”, sostiene Monserrat.

“Este método surgió de entrada para atender las dificultades de lectura de mi hijo que era disléxico. Pero ha ido creciendo porque el método sirve para ampliar la fluidez y la comprensión lectora de todos los alumnos. Ahora. el método tiene como objetivo hacer que los niños alcancen su nivel máximo de habilidad lectora para tener buenos estudiantes y personas que sean capaces de circular tranquilamente por el mundo académico”, explica Monserrat.

Y agrega: “La lectura es la base de cualquier aprendizaje; por lo tanto, los niños que tienen dificultades de lectura no consiguen terminar adecuadamente la escolarización”.

En su visita a Córdoba, Monserrat García presentó su método en el Colegio de Psicólogos, en el IES y la Universidad Católica de Córdoba.

Los pasos para medir los resultados

Actualmente, más de 400 consultorios en el mundo están trabajando con Glifing.

“Los primeros resultados que tuvimos fueron sobre mi hijo Mario y le funcionó muy bien. Hicimos una prueba piloto con la Universidad de Barcelona. Tomamos una muestra grande e hicimos grupo control y grupo experimental, y los números nos dieron estadísticamente significativos. Significa que el método aplicado era el responsable de los cambios que habíamos notado en los niños que habían trabajado con Glifling”, recuerda Monserrat García.

Hay alumnos de tercer grado, por ejemplo, que no leen y comienzan a hacerlo a los tres meses de entrenamiento con el método.

“Hay muchos casos de problemas de lectura. Una parte de los niños pueden tener una dificultad neurológica. Esos son los que están peor. Pero lo que vemos en casi todos los colegios es que para un 30 por ciento de alumnos la lectura es un tema; les va mal”, plantea García.

“Las dificultades de lectura no tienen nada que ver con la inteligencia, esto es muy importante tenerlo en cuenta porque estos niños tienen la autoestima muy mal porque se creen tontos y a veces su entorno también creen que lo son. Tampoco son vagos; simplemente, les cuesta mucho la tarea de leer. Si damos una atención precoz podemos evitar el fracaso escolar y la frustración en los niños”, subraya.

Hoy, más de 400 consultorios en el mundo están trabajando con Glifing. En Argentina, hay alrededor de un centenar y en Córdoba, algunos profesionales están comenzando a implementarlo.

Cómo funciona la propuesta de entrenamiento para mejorar habilidades

García describe a Glifing como “una propuesta de entrenamiento”, que implica trabajar todos los días la lectura y sus habilidades subyacentes.

“Los niños tienen cada uno un ritmo de aprendizaje y no podemos darles ni pedirles a todos lo mismo”, sostiene. Al ser un trabajo digital, es sencillo adaptarlo a las necesidades de cada uno.

El software alerta sobre las debilidades lectoras del usuario, lo que permite planificar un programa individualizado basado en las habilidades que se necesitan desarrollar. Según se indica en su página web (www.glifing.com) cada sesión, en formato de juego, dura entre 10 y 20 minutos. Se deben realizar actividades relacionadas con la lectura tres o cuatro días a la semana.

“Pueden ser lectura de palabras o de ‘no palabras’, que son palabras inventadas”, explica García.

Es que los niños con dificultades lectoras muchas veces no consiguen fraccionar las palabras en sílabas y las memorizan. Entonces, con la lectura de “no palabras” aprenden a decodificar, porque son expresiones que no tienen significado y es imposible memorizarlas.

“Por ejemplo, si les das la palabra ‘carretera’ y ellos la leen muchas veces, la memorizan. Si le cambias la palabra ‘carretera’ por ‘carretilla’, van a leer ‘carretera’ porque no están troceando la palabra, no están leyendo, no están decodificando sino que están memorizando”, describe García. “Eso es lo que ocurre también cuando se les enseña a leer a los niños por el método global: aprenden las palabras como aprenden a leer el logo de la Coca Cola, pero no están leyendo. Eso tiene un límite porque recuerdan lo que han visto muchas veces, pero cada vez que aparece una palabra nueva, estos niños no las pueden leer”, remarca.

La Voz
20/05/2019

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