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Así son los perros que ayudan a mejorar la vida de personas con discapacidad

A la hora de tomar la decisión de compartir nuestra vida con una mascota tan importante es preguntarse cómo podemos contribuir a ofrecerle un futuro digno como considerar la capacidad del animal de mejorar nuestra vida. Más allá de los gustos personales, conviene tener en cuenta cuáles son nuestras circunstancias vitales (salud, familia, tiempo disponible e incluso posibles carencias emocionales) a la hora de elegir la raza de perro que más de adapta a nosotros.

Numerosas investigaciones científicas certifican que el apoyo y la protección entre animales y personas es recíproco. Más allá de las mascotas que prestan servicios a sus dueños en cuestión de seguridad, hoy en día es cada vez más importante el rol de los animales de soporte emocional.

Sin necesidad de entrenamiento específico, muchos perros ayudan a sobrellevar o controlar los problemas de salud de sus dueños: depresión, ansiedad, trastorno de pánico, estrés postraumático, problemas para socializar o, simplemente, bajo estado anímico.

En algunos países, como Estados Unidos, incluso están reconocidos por ley. La certificación de ‘Emotional Support Animals’ sirve, por ejemplo, para que un perro pueda acompañar en el avión a su dueño con pánico a volar. El único requisito es que sean animales sociables y no agresivos.

En una escala superior –en cuanto a su capacidad para ejercer de cuidadores de personas con enfermedades (por ejemplo diabetes) o en situación de desamparo– están los perros de terapia. Son canes entrenados para brindar afecto, comodidad y apoyo a personas en hospitales, centros para mayores, centros de día de atención a personas con discapacidad, escuelas especializadas o incluso áreas de desastre. Así como a personas con diabetes.

Algunas empresas facilitan a sus empleados la colaboración en proyectos de responsabilidad social corporativa en los que participan este tipo de animales. Es el caso de Purina, la división de alimentos para mascotas de Nestlé, que la semana pasada celebró la primera sesión de terapia asistida con los canes de la 4ª edición de su Proyecto Guau. Los protagonistas fueron los cachorros Tuna, Pimba y Poma, además de una quincena de jóvenes con discapacidad intelectual del taller ocupacional de la Asociación Centro Pedralbes de Barcelona.

En esta edición del proyecto participaron 24 voluntarios, empleados de la compañía, quienes han convivido durante un año con los tres perros para ayudar a su socialización y a su educación en el proceso de convertirse en perros de terapia asistida.

En palabras de Sonia Sáez, Brand Manager de Purina corporativo y veterinaria: “Estamos muy orgullosos de llevar a cabo esta iniciativa, ya que año tras año constatamos como jóvenes con discapacidad intelectual, niños que padecen Trastorno del Espectro Autista (TEA) u otros trastornos neurológicos, ancianos o personas con alguna minusvalía física mejoran su autonomía y su autoestima tras participar en sesiones de terapia asistidas con perros”. Los perros que han participado en esta iniciativa son labradores y golden, “razas que aúnan fuerza y una gran empatía con las personas”, comenta Saéz

La labor de los voluntarios del Proyecto Guau –que reciben formación que les capacita como Auxiliares Técnicos en Intervenciones Asistidas con Animales–, es clave y, sin duda, ellos son los responsables de gran parte del éxito de esta iniciativa. El proceso de socialización y educación de los perros, sobre todo en la primera etapa de su vida, supone un gran esfuerzo por parte de los voluntarios, que se traduce en una alta dedicación de tiempo y constancia para la corrección de comportamientos del perro cuando es cachorro.

CTAC (Centro de Terapias Asistidas con Canes) es la entidad responsable dentro del Proyecto Guau de completar esta primera formación de los voluntarios con programas específicos para convertirlos en perros de terapia asistida. Las dos primeras ediciones del Proyecto Guau se centraron en el adiestramiento de perros de asistencia y contribuyeron a la mejora de la calidad de vida de varios niños con TEA.

En la tercera edición, los canes recibieron formación para convertirse en perros de terapia asistida dirigidos a mejorar la vida de personas con discapacidad intelectual.

Y en esta cuarta edición, los tres canes socializados y entrenados por los voluntarios de Purina terminarán el proceso final de formación y participarán en los distintos proyectos que se están realizando destinados a impulsar la salud y mejorar la calidad de vida de personas con algún tipo de discapacidad, niños ingresados en hospitales y personas mayores en geriátricos.

En su proceso de formación, los perros conviven en distintos entornos –el domicilio de cada trabajador, e incluso las oficinas de la compañía– y se acostumbran a distintos tipos de estímulos. De este modo, gracias a la ayuda de los voluntarios, los perros “pasan el examen” que les permite incorporarse al equipo de canes de terapia de esta asociación (en la actualidad compuesto por 20 animales) y pueden ser utilizados en otros destinos.

“Estas terapias contribuyen a la humanización de los hospitales, los centros de día, los geriátricos y las penitenciarías”, explica Francesc Ristol, director general del CTAC. “Para nosotros es muy importante vincular nuestros programas al voluntariado empresarial”, concluye Ristol.

La Vanguardia
5/02/2020

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