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Discalculia. La dislexia de los números: más común de lo que parece y así puede detectarse

La dislexia de los números existe y se llama discalculia. Es más común de lo que parece: la sufren cerca de 3 millones de personas en el Estado español. En torno a uno de cada 25 alumnos. Una cifra menor que los afectados por la dislexia – unos 4,6 millones de personas –, pero suficientementes altos como para que se hable más de ella. Las consecuencias de este trastorno también son importantes y se traducen en dificultades en el aprendizaje de las matemáticas, al leer la hora del reloj, calcular la vuelta de una compra o incluso cocinar.

La discalculia no se identifica fácilmente y en muchas ocasiones se confunde con la falta de motivación o dificultades y desidia en el estudio. Algo que suele terminar traduciéndose en menos rendimiento en las aulas y el consecuente abandono escolar, falta de autoestima en los menores o dificultades en la vida cotidiana.

"Mi hija tiene una discalculia leve. Me di cuenta cuando empezó a aprender a sumar y a restar porque le costaba mucho más que al resto de compañeros. Pero, sobre todo, me di cuenta cuando tenía que aprender la hora del reloj porque no lo entendía de ninguna manera. Esto me llamó mucho la atención porque lee muy bien, habla tres idiomas,... pero con los números no es capaz de avanzar", explica Victoria Muñoz sobre su hija Sofía.

"La discalculia se conoce poco por la falta de conocimiento sobre el trastorno y porque no hay herramientas para hacer el diagnóstico. Es fácil confundirse con otros aspectos como la falta de motivación o se asocia la habilidad matemática a la inteligencia y se asume que el niño no es muy despierto", explica a Público el profesor de la Universidad de Málaga, Javier García-Orza.

Muñoz era una de las personas que no conocía la discalculia hasta que detectó los problemas en su hija sobre el aprendizaje con los números y comenzó a investigar: "Le vio un psicólogo y un neurólogo. Primero dijeron que tenía un problema de aprendizaje centrado en lo numérico, pero no le pusieron etiqueta. Yo me puse a buscar en Internet y el segundo psicólogo que visitamos ya le diagnóstico que tenía discalcuia".

Según explica el profesor García-Orza, la discalculia llega a producir en los menores problemas académicos: "El niño comienza a suspender y a sacar malas notas. Esto genera una desmotivación y puede acabar en abandono escolar". La segunda gran consecuencia es la falta de autoestima: "El niño ve que algo que el resto hace con facilidad a él le cuesta mucho. Empieza a recibir calificativos como que qué torpe es y su autoestima se va mermando. En casa tampoco entienden por qué les cuesta tanto hacer determinadas cosas".

"Si tienes discalculia y te piden la hora por la calle no te atreves a decirla porque no entiendes tu reloj. Al comprar no te fijas en la vuelta porque no te fías de ti mismo. O tienen dificultades para cocinar si siguen los componentes numéricos de las recetas al utilizar las medidas que vienen", detalla.

Un test online y gratuito para detectar la discalculia

Garzía-Orza es uno de los profesores que ha trabajado en la creación un test online y gratuito para identificar la discalculia. Expertos de las universidades de Málaga y Valladolid colaboraron con la plataforma online de aprendizaje de matemáticas, Smartick, para crear este test que permite identificar a los menores en riesgo de padecer discalculia.

Para realizar la prueba solo se necesita acceso a Internet y unos 15 minutos de tiempo. La prueba plantea varios ejercicios relacionados con el aprendizaje matemático y está dirigida a niños de primero a cuarto de primaria. Más de 800 alumnos de diferentes zonas han participado en el estudio de validación de la prueba.

Daniel González de Vega es uno de los fundadores de la plataforma y explica que los objetivos del test son dar a conocer el trastorno a las familias y a la comunidad educativa y poner a disposición un método fiable y rápido para conocer el riesgo de los niños de sufrir discalculia: "Pretendemos arrojar luz y dar a conocer un problema de una prevalencia muy alta, como de la dislexia, que todo el mundo sabe qué es y que hay que atajar. Lo primero es dar a conocer esta realidad porque no es minoritaria".

El test no da un diagnóstico 100% fidedigno, algo que debe hacer un profesional para descartar otros factores como un cociente intelectual muy bajo o sufrir un trastorno de atención. "Es importante que se diagnostique porque pueden aprender matemáticas, solo les cuesta más. Si no se hace los niños empiezan a ser etiquetados de torpe o vagos y comienza un círculo vicioso: suspender, animadversión, no querer estudiar... llegando al fracaso escolar".

Una vez que se confirma la discalculia los menores deben comenzar el tratamiento. González de la Vega apunta que las claves son trabajar al nivel del niño, aprender con elementos manipulativos y que la secuencia de dificultad sea muy pautada. En la plataforma que dirige trabajan de esta manera con los colegios y con familias como las de Muñoz.

Victoria Muñoz también señala que su hija ha avanzado mucho, aunque no controle bien los tiempos o le cueste avanzar con las matemáticas. Su hija ahora tiene ocho años y trabaja con Smartick, con su psicólogo y con adaptaciones en el centro. "No le hace falta adaptación curricular y creo que en un futuro tampoco le hará falta", indica. Una muestra de que la discalculia hay que trabajarla, pero que se puede aprender matemáticas con ella si se trata.

Público
8/02/2020

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