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El trabajo escolar que se convirtió en una exitosa app para personas con dislexia

Todo surgió en la asignatura de proyectos del colegio técnico ORT en Buenos Aires. Con la idea de ayudar a algunos compañeros que tenían dificultades para el aprendizaje, un grupo de alumnos creó LectO. Así nació la aplicación gratuita pensada para las personas con dislexia, que cuenta con distintas funciones orientadas a facilitar la lectura y la escritura.

Lisandro Elías Acuña, Fausto Fang, Gonzalo Díaz de Vivar y Ulises López Pacholczak son los cuatro amigos y compañeros de aula, que comenzaron a evaluar sus ideas y cotejarlas con especialistas. En ese entonces, tenían apenas 16 años y los movía la pasión por la ciencia y la tecnología, además de las ganas de ayudar. Hoy, LectO es utilizada por más de 10.000 usuarios de distintos idiomas y se convirtió en una herramienta útil y de referencia entre las personas con dislexia, un trastorno del aprendizaje que consiste en la dificultad de identificar sonidos y relacionarlos con las letras.

“En la materia del colegio, podíamos optar por desarrollar una aplicación, una web o un juego. Nos fuimos por la aplicación y decidimos abordar el tema de la dislexia, con la ayuda de profesores y especialistas que nos orientaron para moldear las ideas y analizar cómo podíamos ayudar”, dijo Díaz Vivar, cofundador y desarrollador de LectO. “Las mayores dificultades están en la lectura y escritura de textos. Por eso, decidimos hacer un editor. Comenzamos en 2019, con una versión temprana y, por supuesto, llena de errores que luego fuimos corrigiendo”.

Con versiones para teléfono móvil y escritorio, LectO permite escribir y leer textos como cualquier editor. Sin embargo, está acompañado por diferentes funciones que lo hacen más amigable para las personas afectadas, a través del uso de colores, recursos auditivos y pictogramas.

“Se puede marcar cada letra con un color específico. Por ejemplo, la ‘b’ y la ‘d’, que son espejadas a simple vista. Configurar de esa manera hace que la lectura sea más visual y fácil. La lectura en voz alta, con distintas posibilidades de velocidad, también es muy útil. Además, incorporamos Open Dyslexic, una fuente tipográfica creada por especialistas para ser más legible para ellos. También se puede optar por otras fuentes clásicas”.

Otra de las funciones útiles se llama foto por palabra, que permite diferenciar términos confusos a través de imágenes con solo pasar el ratón sobre estas. Actualmente, LectO tiene una base de datos de unas 20.000 palabras, cada una con su respectivo pictograma. “Gracias a los especialistas a los que consultamos pudimos hacer las pruebas con usuarios”, explica Díaz Vivar.

Según la Asociación Iberoamericana de Dislexia y Familia (DISFAM), uno de cada diez niños sufre este trastorno en el mundo y es responsable de un 40% de los fracasos escolares. María Arabetti, presidenta de DISFAM Argentina, resaltó la importancia de la iniciativa y señaló las carencias en el abordaje del tema en educación y salud.

“Asesoramos a los estudiantes sobre las herramientas que vendrían mejor. La tecnología brinda un gran aporte porque va allanando el camino. Estas aplicaciones hacen que estén en mejores o igualdad de condiciones que el resto”.

Arabetti, quien tiene un hijo con dislexia, dice que las personas con esa condición usan entre tres y cinco veces más tiempo y energía cerebral que un lector hábil. “Si le permitís usar un lector en el aula, estás generando una igualdad de condiciones. La tecnología permite esa adecuación. Uno de los puntos más importantes es el diagnóstico temprano; lo peor que te puede pasar como mamá es la espera. Se pierden años preciosos para el chico. Hoy se sabe que el mayor período de plasticidad cerebral es entre los cuatro y los siete”.

DISFAM Argentina fue una de las instituciones que impulsó la creación de la Ley 27.306, que establece como objetivo garantizar el abordaje integral e interdisciplinario de sujetos con dificultades específicas del aprendizaje. A casi ocho años de la publicación de la llamada Ley de Dislexia (votada por unanimidad), Arabetti señaló que, pese a la norma, no hay una línea clara de trabajo de los ministerios. “La falta de contención y capacitación dentro del sistema escolar es constante. En cuanto a la ley, tampoco existieron capacitaciones específicas, salvo las que nos solicitan como institución o las que se imparten en los congresos. No todas las obras sociales tienen profesionales idóneos”.

La detección temprana de indicadores de riesgo de dislexia es clave. “Los docentes no deben sentir temor al hacer la derivación pertinente para luego poder hacer las adecuaciones. En ocasiones, se espera al final del segundo grado (siete años) para intervenir y puede ser tarde. Es importante ver los indicadores previos. Por ejemplo, las dificultades en el lenguaje, el reconocimiento de las letras, la dislalia (problema de pronunciación que implica una articulación o dicción inadecuada de ciertos fonemas), errores al escribir el nombre… Si al terminar el primer grado persisten, hay más propensión al trastorno del aprendizaje”, dijo María Belén Carrasco, psicopedagoga especializada en el tratamiento de estos niños.

Una herramienta como esta app, según la especialista, no solo facilita la vida durante los años escolares sino en el resto del desarrollo. “Una paciente, por ejemplo, es fanática de Harry Potter. Escuchar los textos de ese libro le da mucha libertad porque la madre puede leerle un fragmento pero quizás no los siete libros. Personas como ella logran una independencia más allá de lo escolar y la aplicación fomenta el gusto por la lectura y la palabra escrita”.

LectO comenzó como un proyecto escolar y fue escalando, gracias a la ayuda de profesionales y a la retroalimentación permanente de los usuarios de 35 países. Se financia a través de donaciones en su página www.lecto.app. Díaz Vivar, junto a sus amigos y DISFAM, no se conformaron con su lanzamiento. Avanzaron con la creación de un pasaporte digital para personas con dislexia y un software para cargar informes médicos. “En mi colegio conocía a varios compañeros afectados a los que les costaba hacer los exámenes escritos y siempre tenían que darlo oral. Vimos esa dificultad. Y quisimos ayudarlos”, finalizó Díaz Vivar, con la sencillez y la ligereza de los buenos actos.

El País
6/01/2023

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