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Ataque Cerebral.

El ataque cerebral es la tercera causa de muerte en nuestro país. La mayoría de los pacientes que sobreviven a este problema presentan discapacidades. Solamente el 10% de ellos recupera la mayoría de sus capacidades, el 50% es capaz de estar en la casa con asistencia médica y el 40% requiere de cuidados médicos a largo plazo.

Conocer los factores que incrementan el riesgo de un ataque cerebral y el reconocer los síntomas puedo ayudar a prevenirlo. Realizar un diagnóstico completo y tratamiento temprano aumenta las posibilidades de tener una recuperación completa.

¿Qué es un ataque cerebral? El ataque cerebral es una interrupción abrupta del flujo sanguíneo del cerebro, con pérdida de las funciones neurológicas. La interrupción en la circulación de la sangre puede ser causada por un bloqueo del flujo, presentándose un ataque isquémico o por un sangrado dentro del cerebro lo que se llama ataque hemorrágico, siendo el más común el de tipo isquémico. Este problema ocurre de manera súbita, en ocasiones con muy pocos o ningún dato de alarma y los resultados pueden ser devastadores.

Es crucial que el flujo de sangre y oxígeno al cerebro sean restablecidos lo más rápidamente posible. Sin oxígeno y nutrientes las células cerebrales afectadas se dañan o mueren en pocos minutos, una vez que estas se lesionan de manera irreversible es imposible regenerarlas y el daño puede ocurrir, provocando problemas físicos, afectivos y de las capacidades mentales tales como memoria, lenguaje, razonamiento, análisis, etc.

factores de riesgo Aún cuando este problema es más común en adultos mayores, puede ocurrir en cualquier edad. Se ha encontrado que los siguientes actores de riesgo que son controlables: Tabaquismo, hipertensión arterial, ateroesclerosis, historia de isquemia cerebral transitoria, diabetes, niveles altos de colesterol, inactividad física y obesidad, alcoholismo, consumo de cocaína, utilización de terapia de reemplazo hormonal.

Los factores de riesgo que no se pueden controlar son los siguientes: Edad (más común en adultos mayores), sexo (más común en hombres), herencia, historia de ataque cardiaco o cerebral previo.

síntomas El cuadro es de inició súbito y sin alguna causa aparente, presentando una o varias de las manifestaciones a continuación descritas: Debilidad o parálisis de un brazo, una pierna, un lado de la cara o la mitad del cuerpo, entumecimiento.

Hormigueo o disminución de la sensibilidad, pérdida de la visión o dificultad para ver, lenguaje mal articulado, incapacidad para hablar o entender el lenguaje, dificultad para deglutir o babeo, vértigo, pérdida del equilibrio y coordinación o problemas para caminar, confusión, desorientación o pérdida de la memoria, cambios en estados de ánimo, somnolencia, letargo o pérdida del conocimiento, movimientos incontrolables de los ojos o caída de los párpados.

estudios Los estudios se llevan a cabo para determinar el tipo, la localización del ataque y descartar otros trastornos que pueden ser responsables de los síntomas. Los estudios incluyen: Tomografía computada, imagen por resonancia magnética, electrocardiograma, ecocardiograma, ultrasonido doppler de arterias carótidas y vertebrales, angiografía cerebral y análisis de sangre.

efectos Los efectos dependen de la localización de la lesión y la cantidad de tejido dañado. Un lado del cerebro controla el lado opuesto del cuerpo, es decir, que cuando se afecta el lado derecho del cerebro vamos a observar las complicaciones en el lado izquierdo de su cuerpo.

Cuanto hay afección del hemisferio derecho, el paciente puede presentar una parálisis del lado izquierdo del cuerpo, problemas de visión, conducta explosiva, inquietud, así como la pérdida de la memoria.

En cambio, cuando el hemisferio involucrado es el izquierdo, se observa una parálisis del lado derecho del cuerpo con alteración en el lenguaje, tanto para hablar como entender, así como pérdida de memoria.

tratamiento El diagnóstico rápido y certero sobre el tipo de ataque es crítico para lograr un tratamiento exitoso.

En el ataque isquémico, el plan es intentar quitar la obstrucción y restaurar el flujo sanguíneo cerebral, actualmente esto es posible mediante la administración de medicamentos dentro de las primeras 3 horas a partir del inicio de los síntomas. Desafortunadamente sólo del 3 al 5% de los pacientes llegan al hospital durante este período.

Cuanto el ataque es hemorrágico, existe la posibilidad de que se requiera de cirugía para evacuar la sangre y aliviar la presión causada por el sangrado. En caso de que este sangrado fuera causado por un aneurisma o alguna otra malformación de vasos del cerebro durante el procedimiento quirúrgico, se puede solucionar también este problema.

El manejo del paciente que ha sufrido un ataque cerebral involucra a una gran cantidad de especialistas que deben de trabajar de manera conjunta, siendo el neurocirujano líder y coordinador de este esfuerzo.

La rehabilitación juega un papel importante en la recuperación del paciente, dentro del programa se deberán incluir la terapia física, terapia del lenguaje y terapia ocupacional.

prevenciÓn Checarse la presión arterial frecuentemente, especialmente sí hay antecedentes familiares de hipertensión.

Tratar la hipertensión, diabetes, el colesterol alto y enfermedad cardiaca. Realizarse exámenes de colesterol por lo menos una vez al año.

Seguir una dieta baja en grasas. Suspender el hábito de fumar. Evitar el consumo excesivo de alcohol o el uso de alguna droga.

En caso de tener sobrepeso someterse a un tratamiento y controlarlo.

Hacer ejercicio de manera regular. Seguir de manera constante y meticulosa el tratamiento indicado por su médico.

www.pulsoslp.com.mx
12/05/2008

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