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Nace en León una asociación en el Año Internacional Asperger

Carlos, un niño de siete años, era incapaz de relacionarse con sus compañeros de clase, ni siquiera para jugar al balonmano, que era lo que más deseaba. Como le gustaba mucho leer, decidieron motivarle para el juego a través del reglamento. Se lo aprendió de cabo a rabo. Pero en la práctica, los niños muchas veces ignoraban el reglamento y Carlos no lo podía soportar. Era incapaz de jugar. Le nombraron árbitro y la cosa se agravó, porque Carlos «freía» a sus compañeros pitando faltas y nadie le aguantaba.



Carlos fue diagnosticado con el síndrome de Asperger, un trastorno del desarrollo de base neurológica que afecta a entre tres y siete personas por cada mil habitantes -entre 1.500 y 3.500 leoneses según estas estimaciones- y que se da más entre niños que niñas. Descubierto por el pediatra austríaco Hans Asperger en 1943, el diagnóstico es desconcertante, porque tienen una inteligencia media-alta, pero sufren serias deficiencias en la comunicación social, con ausencia de empatía, a veces dificultades en el lenguaje verbal y siempre serios problemas para interpretar el lenguaje gestual. Sus intereses están muy restringidos, como le ocurría a Carlos con el balonmano, que se limitó al aprendizaje del reglamento. Además, su mente es poco flexible y lo que otros aprenden de manera intuitiva o por imitación, ellos no.



«Carecen de herramientas para interpretar y solucionar situaciones sociales y tienen su capacidad simbólica muy alterada», de tal manera que son incapaces de imaginar, por ejemplo, que una escoba se convierta en un caballito para trotar en un juego. Estas carencias les impiden relacionarse normalmente con el resto de los niños y en clase, sin adaptación específica, se pierden, no están atentos.



El caso de Carlos (nombre ficticio) es real. La psicóloga leonesa Mercedes Jimeno, que trabaja como asesora de la recién creada Asociación Asperger Castilla y León, con sede en la capital leonesa, señala que la terapia no se debió limitar exclusivamente al niño. Habría que haber explicado sus especiales características a los compañeros y completarlo con un trabajo para reconducir la situación y hacerla más adaptada. «Eso sería lo ideal», reconoce la psicóloga. Congreso internacional



La presidenta de Asperger Castilla y León, María Luisa Orejas, explica que el objetivo primordial de la nueva asociación es «la integración de niños, jóvenes y adultos» afectados por el síndrome en la autonomía y en muchos casos diagnosticados tardíamente «debido al desconocimiento y a la falta de información por parte de las familias». «Hay mucha gente que no se cree que esto sea un problema», añade. Pero lo que más duele a las familias es que, «con frecuencia, son etiquetados como malcriados, excéntricos, raros y vagos».



«En la escuela hay apoyos académicos en pedagogía terapéutica y de lenguaje (logopedia), pero no en habilidades sociales», subraya la psicóloga, por lo que hay que contar con «la buena voluntad» del profesorado para que la comunicación entre escuela, familia y psicóloga permita hacer un tratamiento, porque «si reciben ayuda y son aceptados con sus dificultades se integran». Con ello se evita fracaso escolar, depresiones y todo lo que ésto conlleva en la edad adulta.



La Asociación Asperger Castilla y León es una de las nueve que existen en todo el Estado y participa los días 30 de noviembre y 1 y 2 de diciembre en el primer congreso internacional que se celebra en Barcelona, con motivo del centenario del nacimiento de Hans Asperger. Precisamente el 2006 es el Año Internacional Asperger.

diariodeleon
19/11/2006

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