El Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) forma parte de la neurodiversidad, un concepto que reconoce que existen múltiples formas naturales en que el cerebro humano puede funcionar. Este enfoque nos invita a abandonar la visión tradicional que considera ciertos comportamientos como “problemas” o “deficiencias”, para comenzar a valorar las diferencias como variantes legítimas del desarrollo neurológico.
Diego tiene 8 años y desde pequeño su familia notó que era muy inquieto y le costaba concentrarse. En la escuela las quejas eran constantes: “No presta atención”, “Interrumpe en clase” “No permanece en su lugar”. En casa, las discusiones y el cansancio eran frecuentes, sus padres le exigian poner atención y ser menos inquieto, mientras Diego se sentía incomprendido.
A su vez, los padres de Diego también enfrentaban juicios duros: muchas personas los veían como desobligados, que no ponían límites y permitían que su hijo fuera revoltoso. Estos estigmas, junto con el rechazo social, generaban en la familia un gran sufrimiento. Las críticas y el aislamiento, incluso en reuniones familiares o fiestas infantiles, aumentaban la presión sobre Diego y sus padres, quienes a veces se veían tentados a imponer castigos severos para evitar más reproches.
Fue solo al recibir el diagnóstico de TDAH que pudieron comprender que la forma de ser de Diego es una expresión natural de su neurología. Desde ese momento, la familia comenzó a buscar acompañarlo desde la empatía, valorando sus fortalezas y aprendiendo a crear un entorno que lo apoyara, reconociendo que no todos los niños son iguales y que es necesario un enfoque basado en la neurodiversidad.
TDAH y Neurodiversidad
El Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) forma parte de la neurodiversidad, un concepto que reconoce que existen múltiples formas naturales en que el cerebro humano puede funcionar. Este enfoque nos invita a abandonar la visión tradicional que considera ciertos comportamientos como “problemas” o “deficiencias”, para comenzar a valorar las diferencias como variantes legítimas del desarrollo neurológico.
Esta comprensión implica reconocer que cada niño con TDAH tiene una manera única de percibir y relacionarse con su entorno, lo que requiere una respuesta adaptativa y respetuosa por parte de la familia, la escuela y la sociedad. En lugar de intentar forzar la conformidad a un modelo estándar, es fundamental identificar y potenciar las fortalezas individuales, así como ofrecer apoyos específicos que faciliten su bienestar y crecimiento.
Sin embargo, a pesar de estos avances conceptuales, muchas familias enfrentan prejuicios y aislamiento social. Las críticas y el rechazo que reciben pueden generar un clima de estrés y exclusión, dificultando no solo la integración del niño, sino también la salud emocional de quienes lo cuidan. Por eso, es imprescindible fomentar espacios de inclusión y diálogo que promuevan la aceptación y el respeto.
Adoptar una perspectiva basada en la neurodiversidad significa, en la práctica, cambiar la forma en que nos relacionamos y respondemos a las diferencias neurológicas. Esto se traduce en varias acciones concretas: en primer lugar, escuchar activamente y validar las experiencias del niño, reconociendo sus desafíos sin reducirlo a ellos. En segundo lugar, adaptar los ambientes educativos y familiares para que sean flexibles y permitan diferentes formas de aprendizaje y expresión. Por ejemplo, ofrecer tiempos de descanso, variar las actividades o utilizar apoyos visuales y tecnológicos según las necesidades particulares.
Por esto, es fundamental promover una comunicación abierta y libre de juicios, donde se priorice el respeto y la colaboración entre todos los actores involucrados. También resulta clave sensibilizar a la comunidad para derribar mitos y prejuicios, construyendo así redes de apoyo que favorezcan la inclusión y el bienestar integral. Solo mediante estas prácticas podremos crear entornos donde los niños con TDAH no solo sean aceptados y valorados, sino que encuentren un espacio hecho a su medida, donde puedan desarrollarse con confianza, respeto y amor.