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Lingüística: La ciencia del lenguaje

La Lingüística es un campo altamente técnico hoy en el mundo, con un vocabulario especializado y metodología de investigación acotada. A pesar de ello, en Chile, es un campo despedazado por controversias académicas donde cada experto toma su porción sin mirar para el lado, o visualizar horizontes que ayuden, por ejemplo, a entender el lenguaje humano sus funciones y disfunciones, para contribuir – incluso - a la enseñanza de lenguas.

El escritor y humorista británico A.P. Herbert (1890-1971), Profesor de Derecho en el New College Oxford, nos dejó el siguiente pensamiento sobre el lenguaje humano: “preocúpate de las palabras, Bobby. Tu abuela tiene razón. Pues, sea lo que hagas, siempre estarás usando palabras. Todos los días, las palabras importan. Aunque vivas en un barril y no hables más que contigo, las palabrasimportan, porque las palabras son las herramientas del pensamiento”. Nunca pensó el escritor que podría existir una ciencia preocupada de ello.

La Lingüística es un campo altamente técnico hoy en el mundo, con un vocabulario especializado y metodología de investigación acotada. A pesar de ello, en Chile, es un campo despedazado por controversias académicas donde cada experto toma su porción sin mirar para el lado, o visualizar horizontes que ayuden, por ejemplo, a entender el lenguaje humano sus funciones y disfunciones, para contribuir – incluso - a la enseñanza de lenguas. Basta con examinar la historia de la Lingüística, en la antigua Grecia, lo que se denominó “ciencia del lenguaje”, marcó la tradición Europea que junto a Roma surgió la tradición greco-latina en los estudios lingüísticos.

En la misma Edad Media, a pesar de obscurantismo, estos estudios continuaron en la educación, cuyos aprendizajes se realizaban en monasterios, abadías, iglesias, y de allí a las universidades basadas en la importancia del latín como lengua de los aprendizajes. La copia y preservación de manuscritos posibilitaron los estudios de las gramáticas de donde derivaron interesantes enfoques sobre la teoría gramatical para la enseñanza de lenguas. Interesante resulta examinar la historia de métodos, enfoque, y técnicas de enseñanza/aprendizaje.

Durante el Renacimiento, este mismo interés se vio impulsados por un respeto hacia un humanismo intelectual, o, la naturaleza humana, la ciencia, y el arte. Los trabajos de traducción del latín a otras lenguas requirieron de un conocimiento de las gramáticas de las distintas lenguas. En este periodo en la historia del pensamiento humano, destaca la preocupación por estudiar el rol de la mente en la percepción y adquisición de conocimientos. Por ende, el texto de John Locke (1632-1704) “An Essay Concerning Human Understanding” (Un Ensayo sobre la Comprensión Humana), trata del rol del ambiente en la formación de la mente. Así, destacan la importancia de las “palabras” o el “lenguaje” en las experiencias empíricas de la vida. Por mismo es que Locke ha sido considerado el “padre de la semántica”.

En el siglo XVIII Europa vio otros significativos desarrollos en las ciencias del lenguaje provenientes del exterior, particularmente de la India que inició la línea histórica para descubrir que las lenguas provenían de un tronco común. El Sanscrito pudo ser la gran lengua madre de donde derivaron otras. Así, estableciendo las “familias de lenguas”. Aparece entonces el origen de la “antropología moderna” o el estudio del Hombre como un animal entre otras especies. Así fueron importantes los estudios sobre los “niños salvajes” y el “homo sapiens” o el origen del lenguaje (interés por la Lengua Adámica u Orto Purísimo o antropología gnóstica).

Es justamente vía lenguaje que el Hombre comunica el conocimiento acumulado, con pensamientos razonados coincidentes tanto en filósofos del “empirismo” como del “racionalismo”. En este sentido podemos también rescatar la importancia de Basett Jone (1613- ¿?), Médico y gramático que escribió su importante ensayo “An Essay at the Rationality of the Art of Speaking”, 1659 (Un Ensayo sobre la Racionalidad en el Arte de Hablar).

En el siglo XX, resumidamente también, resaltan las contribuciones que, en cierta forma, predominaron en los “estudios históricos” con la motivación de los “neogramáticos” o un grupo de lingüistas alemanes de la Universidad de Leipzig, que aportaron el pensamiento positivista de la ciencia, y, el conocimiento lingüístico de la India con énfasis en la fonética y fonología, para dar cuenta del “cambio lingüístico”.

Noam Chomsky (1928- ) y su libro “Syntactic Structures” (1957) cambió el status científico de la Lingüística con la noción o concepto de lenguaje como facultad innata, humana, que hace posible el aprendizaje o adquisición de lenguas. Su modelo da cuenta que la estructura formal de una lengua (estructura profunda) se manifiesta en las expresiones (estructura de superficie) mediante “transformaciones” que operan en la mente de los hablantes. Pronto, sin duda, que el modelo fue cambiando para convertirse en un “modelo semántico” o “semántica generativa y, actualmente en modelo de establecimientos de “parámetros” que es el camino que sigue un niño(a) en la adquisición de su lenguaje materna. Lamentablemente poco a nada de ello se enseña.

A lo anterior, no se puede omitir la contribución de F. de Saussure con las nociones “lengua” y “habla (lange/parole), sincronía y diacronía junto destacados nombres como Sapir, Trubetskoy, Boolmfield, Wittgenstein, (sentido y referencia) y Jakobson que también nos introducen a la lingüística contemporánea.

Gran parte de estos conocimientos, a través del tiempo, han dado cuenta en el campo de la enseñanza y aprendizaje de lenguas. De aquí surge la necesidad de llevar los estudios del lenguaje a áreas como la antropología, sociología, la economía, derecho, y ciencias de la ingeniería como la informática y las neurociencias. Extraña, entonces, la escasez de espacios en la academia así como en los ámbitos de la comunicación humana.

Respecto de lo anterior, las pruebas están justamente en lo que podemos observar examinando las mallas de formación de profesores de castellano e inglés. Seguramente pueda deberse a la cantidad de Universidades “comprometidas” en la formación de estos profesionales de la educación. Las diferencias son claras y a menudo prejuiciadas, que - a la larga- repercuten en el diseño de metodologías efectivas para la enseñanza de lenguas y el correcto uso en la oralidad y la escritura.

La pregunta que surge, entonces, es más o menos igual a lo que pudiera ocurrir en un campo clínico ¿se podría formar un médico sin anatomía humana?, o, ¿agrónomos sin conocimiento de análisis de suelos? O, ¿un abogado en destrezas de argumentación?, pero, con mucha ligereza se confunde con el quehacer “político-ideológico” en los así llamados “estudios del discurso”. La lingüística no son los estudios del discurso o viceversa.

Finalmente, se extraña que ningún departamento académico lleve el nombre de esta disciplina que muy a menudo se confunde con literatura, filología o lenguas originarias. Estudiar una lengua originaria es hacer “algo” de lingüística, pero no es la lingüística. Tengamos presente que como ciencia, la lingüística en su historia ha sido cognitiva más que la simple descripción de lenguas.

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