“La realidad crea el lenguaje”. J. Adoum enseñó que las “formas de hablar delatan al verdugo”. C. Kramsch, Profesora de la Universidad de California, Berkerly plantea en que el lenguaje no solo es una herramienta de comunicación, sino posee un “poder simbólico” cuando sostiene “hablo, luego soy”.
…..¿Quién? ¿el mundo de las letras? H. Maturana, biólogo chileno, acuñó la expresión “vivimos en el lenguajear”, y que “el lenguaje crea realidades” Pero ocurre que otros especialistas han estudiado ampliamente la relación lenguaje- pensamiento: Whorf, Sapir; Luria, Vygosky. AJuriaguerra, Azcoaga, Piaget, Brocá, Wernicke, J. Bruner, D. Hymes, Halliday coinciden en que es “lo opuesto”: “la realidad crea el lenguaje”. J. Adoum enseñó que las “formas de hablar delatan al verdugo”. C. Kramsch, Profesora de la Universidad de California, Berkerly plantea en que el lenguaje no solo es una herramienta de comunicación, sino posee un “poder simbólico” cuando sostiene “hablo, luego soy”.
En la Ciencia de Hermes o Filosofía Oculta se afirma que “las virtudes humanas las encontramos en la responsabilidad en el uso de las palabras”. Así, en el antiguo Egipto quienes aspiraban a ser admitido en esta “ciencia”, eran probados en “el sabio uso del verbo” ya que en esta forma se podía medir la “calidad humana” o nivel ético de la persona: por la forma de comunicarse.
Es urgente, hoy más que nunca, comprender la belleza de lenguaje. Es necesario que nuestras palabras lleven, en sí mismas, la “substancia de la sinceridad”, más aún en tiempos de globalismo y de civilización idiota que abunda en palabras arrítmicas, inarmónicas (taquilalia), groseras o absurdas carentes de eufonía. Cada forma de hablar debiera ser una verdadera sinfonía y llena de belleza espiritual como en la poesía y la prosa elegante. Las palabras, siempre, debieran sopesarse antes de ser emitidas con el fin de producir armonía. Hoy duele cómo se abusa de la palabra llenando de dolor al mundo en los discursos de conocidos líderes de opinión en los medios nacionales y locales. La maledicencia es la peor de las blasfemias, debemos atender a la “perfección del lenguaje”.
Leadbeater en “The Inner Life” (La Vida Interior) sostiene que debemos “aprender a manejar el pensamiento o ideas pues podemos crear los discursos de odio predominantes en el mundo político. En realidad, uno debiera hablar cuando se deba hablar, y callar cuando hay que callar: es la “sabiduría de la palabra”. Las palabras llenas de mentiras o hipocresía engendran “monstruos” en los niveles superiores de nuestra conciencia. Ello no brotan del corazón, sino de los “agregados psíquicos” que en nuestro interior cargamos. Si brotaran desde nuestra esencia, éstas serían siempre puras y perfectas. No olvidemos que “en la cadencia del verso, se esconde el delito”. VERBUM EST LEX