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El alumno con deficiencias auditivas en el aula regular. (Parte II)

Adaptaciones curriculares
La integración escolar de alumnos con deficiencias auditivas en el aula regular amerita adaptaciones curriculares en lo que respecta al acceso a la comunicación oral y a la información. Es importante mencionar que todos los alumnos podrían favorecerse con algunas de estas adaptaciones, debido a que con frecuencia las aulas regulares son espacios sumamente ruidosos, por lo general con poca iluminación y poco organizados para garantizar la comunicación y el aprendizaje, esto afecta las posibilidades de atención, concentración y participación de todos los alumnos.

Todo salón de clase debe reunir unas condiciones auditivo-verbales óptimas pues en el aula regular la mayor parte de la información se presenta por medio de la voz, especialmente la del maestro (Simon, 1985*).

Los alumnos tienen que discriminar los sonidos ambientales de los de la lengua y escuchar claramente al profesor y a los compañeros.

Cuando el ambiente auditivo del aula no es el apropiado, el rendimiento académico de todos los alumnos se ve afectado en forma negativa (Berg, 1987; Elliot, Hammer y Scholl, 1989*). Cada estudiante tiene que saber diferenciar los sonidos que debe escuchar de los que debe ignorar para reconocer instrucciones y conversaciones relevantes, y para concentrarse en el aprendizaje de conceptos nuevos. Desafortunadamente, no todas las aulas se encuentran especialmente adaptadas para apoyar esta función, por lo que los alumnos deben realizar todas estas tareas auditivas en medio de un gran número de actividades que con frecuencia interfieren con la función auditiva. Además, bajo estas circunstancias también para el profesor resulta sumamente fatigante interactuar con sus alumnos a lo largo del día, pues debe hacerlo en un ambiente ruidoso y con eco.

Algunos estudios demuestran que los alumnos con audición normal entre 10 y 13 años tienen mayor dificultad para reconocer las palabras en ambientes ruidosos que los adultos, y que los niños con pérdida auditiva tienen todavía mayor dificultad (Cru, 1974; Elliot, 1979*). En otras palabras, aprender a escuchar en ambientes ruidosos es una habilidad que depende del desarrollo y es una tarea mucho más complicada para los alumnos pequeños (aún con audición normal) de lo que se sospecha (Anderson y Matkin, 1996*).

La falta de condiciones acústicas apropiadas es un obstáculo para el rendimiento escolar de los alumnos, y si bien los niños con audición normal tienen mayor sensibilidad auditiva que los adultos, no tienen desarrolladas las habilidades necesarias para discriminar la señal del ruido (Anderson y Matkin, 1996*).

Así pues, es necesario reducir el nivel de ruido para que el habla del maestro y de los alumnos (la señal) sea más audible que los sonidos de fondo (ruido). Según la fuente de donde proceden.

Con la finalidad de ayudar al niño con deficiencias auditivas, a continuación se presentan sugerencias para ser utilizadas en el desarrollo del proceso:

  • Concentrar las actividades ruidosas que se efectúan durante el día en un área de la escuela. Lo ideal sería realizar todas estas actividades en un lugar alejado de las aulas. A los alumnos con pérdida auditiva, se les debe ubicar en las aulas que queden lo más retirado posible de estas actividades.
  • Cerrar bien puertas y ventanas, y eliminar los huecos entre éstas y las paredes. Si no hay recursos económicos para cambiarlas o arreglarlas, se pueden rellenar los huecos con material plástico y con goma espuma.
  • Cerrar las puertas durante las clases, y abrir solamente las ventanas que sean necesarias para la ventilación.
  • Cubrir el piso de las aulas con foami. Si no es posible conseguir este recurso, se pueden colocar pedazos de anime (aún cuando no queden fijos) o de goma que cubran la mayor parte de la superficie; así se amortiguarán los ruidos del constante movimiento de los pupitres o de las sillas, ya que mientras más superficies duras haya en el salón, más rebotará el sonido. Si no se puede cubrir el piso, se pueden cubrir las patas de sillas, pupitres y mesas de trabajo con gomas de plástico o con trozos de foami y cinta adhesiva.
  • Poner cortinas en las ventanas y cubrir las paredes con cartones de huevos, corcho o goma espuma, recubiertas luego de tela para evitar que la presentación del salón de clase se deteriore. Este trabajo puede convertirse en una actividad de remodelación del aula.
  • En cuanto al techo, mientras más alto sea más eco produce, por eso si es muy alto se puede "bajar" colocando un pedazo de cartón o goma espuma suspendido en el aire, atado al techo real.

Estas adaptaciones curriculares, ameritan de la colaboración comunitaria.
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