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Autismo

Definición.- repliegue excesivo sobre uno mismo. El autista se encuentra como encerrado como en una concha, incapaz de exteriorizarse. Pose una vida interior intensa que puede hacerle perder el contacto con la realidad. Esta actitud la encontramos en grado muy intenso en los esquizofrénicos.
Eduardo Ramos | 15/02/2003
Es natural que sus síntomas se manifiesten de formas muy diversas en las distintas edades. Algunas características aparecen hasta una fase tardía del desarrollo de la alteración; otras desaparecen con el tiempo. De hecho, los cambios son comunes.

Son muchas las formas en que el desarrollo mental y físico de los niños puede encarrilarse mal, resultando de ello, a veces, dificultades de conducta. Una de estas formas que puede tomar la perturbación del desarrollo es el autismo.

Cada niño autista tiene su personalidad propia, que determina la forma en que reacciona ante sus desventajas y que lo convierte en un individuo único.

La causa o causas, del autismo en los niños son todavía desconocidas y no existen tests precisos que puedan utilizarse para efectuar su diagnóstico. La única forma en que el médico puede hacer un diagnóstico positivo es preguntar con detalle minucioso respecto de la conducta del niño, desde su nacimiento hasta el momento en que lo examina, puesto que la decisión depende de que exista o no una configuración especial de conducta.

PRINCIPIO Y POSIBLES CAUSAS DEL AUTISMO

La conducta autista casi siempre comienza al nacer o dentro de los primeros 2 años y medio (raramente a los 3). El profesor Kenner pensó al principio que le autismo casi siempre se manifestaba desde el nacimiento; le dio por ello el nombre de "autismo infantil precoz" (early infantile autism). Pero luego describió algunos niños que desarrollaron su conducta autista después de un período aparentemente normal.

A los varones los afecta con más frecuencia que a las niñas.

Hay cierta evidencia de que los niños autistas tienen mayor probabilidad de haber sufrido complicaciones en la época de su nacimiento que sus hermanos normales. Aproximadamente un tercio de ellos han tenido alguna otra desventaja que afecta su cerebro o su sistema nervioso central, como espasticidad, epilepsia, hidrocefalia, o una historia de meningitis o encefalitis (inflamación cerebral). Los demás parecen ser físicamente normales, aunque un examen cuidadoso termina por mostrar diversos problemas especiales.

COMO DESCRIBIERON EL AUTISMO KANNER Y ASPERGER

Se definirán las características más importantes del autismo clásico. Estas características, la soledad autista, el deseo de preservar la invariancia y los islotes de capacidad, pueden dicernirse en todos los casos verdaderos del autismo, con dependencia de que varíen los detalles o la coexistencia de otros problemas.

La soledad autista, dice Kanner: El trastorno principal “patognómico”, fundamental es la incapacidad que tienen estos niños, desde el comienzo de su vida, para relacionarse normalmente con las personas y situaciones.
Kanner establece su conclusión principal en forma de una afirmación osada, que se cita:

Así, tenemos que suponer que estos niños han venido al mundo con una incapacidad innata para formar los lazos normales, de origen biológico, de contacto afectivo con las personas, del mismo modo que otros niños vienen al mundo con otras deficiencias innatas, físicas o intelectuales.

Asperger, que parece evitar las formulaciones precisas, no se presta tanto como Kanner a las citas. Su fuerza esta en las descripciones, detalladas, vivas, empáticas. Sus intentos de relacionar la conducta autista con variaciones normales de la personalidad y la inteligencia representan un enfoque único en la comprensión del autismo. Así es como se introduce en los casos de estudio:

Los niños tienen en común un trastorno fundamental que se manifiesta, de forma muy característica, en todos los fenómenos comportamentales y expresivos. Un trastorno que produce dificultades considerables y muy típicas de integración social. En muchos casos el fallo de la integración en cualquier grupo social es la característica más llamativa, pero en otros casos ese fallo se compensa con una especial originalidad del pensamiento y la experiencia, que quizá pueda llevar a logros excepcionales en momentos posteriores de la vida.

LA CONDUCTA DE LOS NIÑOS AUTISTAS

Cada niño autista es un individuo, y en muchos aspectos es diferente de otros niños con igual diagnóstico. En parte esto se debe a que este estado puede hallarse en grados que van de muy leve a muy grave, pero también a que cada niño tiene su personalidad propia, que de alguna manera logra mostrarse a pesar de sus desventajas.

Primera infancia.
Algunos niñitos autistas se quedan en sus cochecitos y rascan o golpean sus cubiertas durante largo tiempo, y otros se hamacan o golpean con la cabeza cuando los dejan solos. Pueden sentirse fascinados por las luces o por cualquier cosa que brille o parpadee. Por otra parte parecen desintegrarse de las cosas que llaman la atención de un bebé normal al crecer y desarrollarse. No se asoman afuera de sus cochecitos con ansiosa curiosidad para mirar a las personas y animales y el tránsito que pasa; tampoco intentan atraer la atención de su madre hacia esas cosas señalándolas y gritando con entusiasmo.

De los dos a los cinco años.
Los niños pequeños, especialmente los que no tienen otras desventajas que pudieran afectar su presencia, parecen físicamente sanos y a menudo son excepcionalmente atractivos. Tienen ojos grandes que no miran directamente a los demás. Parecen sentirse alejados e indiferentes ante el mundo, interesados solamente en algún objeto especial, como un guijarro liso o una caja vacía. Si pierde este objeto o si se perturba una rutina familiar, entonces el niño tranquilo y distante se convierte en un haz de furia hasta que su rabieta se extingue tan rápidamente como se originó: como si se hubiera cerrado una canilla.

Dificultades en la comprensión del lenguaje.

Algunos nunca pasan de esta etapa, pero otros avanzan hacia la siguiente, cuando comienzan a decir algunas palabras y frases que elaboran por sí mismos y que si tienen significado. Al principio nombran las cosas que quieren, como ser "caramelo", "agua", "helado". Entonces, después de meses o años pueden seguir hasta emplear frases. Es fácil comprender la diferencia entre una frase que el niño repite porque la ha oído usar por otro y una frase que ha formado por sí mismo. Lo primero ocurre rápida y fácilmente, en el tono de voz de quien habló en un principio y a menudo con buena gramática. Lo segundo se produce con un doloroso esfuerzo y con muchos errores de gramática y de semántica. Como sucede con las personas normales al aprender un idioma extranjero, los niños autistas encuentran dificultades con las palabras copulativas como "en", "sobre", "debajo", "antes" y "porque". Quizá no las empleen y digan, por ejemplo, "quiero cena", "ir negocio". Más tarde puede ser que las coloquen en las oraciones pero usándolas equivocadamente como "poner taza bajo mesa", "sentarse de la silla". Un error común que cometen es el de confundir dos palabras de significado contrario o si no usar una sola palabra del par con su significado correcto y con el opuesto.

Deficiencias en la pronunciación y en el control de la voz.

Un niño autista generalmente tiene dificultades para controlar el volumen de su voz. Le resulta arduo pronunciar con fluidez y suavidad constante, su voz sube y baja en los momentos inadecuados y puede tener una cualidad mecánica. Muchos niños pasan por una fase en la cual dicen algunas cosas en una voz "especial", distinta de la acostumbrada. Esto puede ser una copia de algo que han oído, pero en ocasiones parece ser un intento de probar sonidos diferentes.

Problemas en la comprensión de lo que ven.

Los niños autistas tienen exactamente los mismos inconvenientes para comprender las cosas que ven que las cosas que oyen. Los bebés no atienden a muchas cosas que los niños normales gustan mirar, mientras que suelen sentirse fascinados por las luces o, si no, por el metal o el papel brillante. Esto llega a durar hasta la niñez. También pueden molestarles las luces muy brillantes, como las que se usan para la fotografía.

Los sentidos del tacto, el gusto y el olfato.

Los padres y los maestro pronto notan que los niños autistas exploran el mundo por medio de sus sentidos del tacto, el gusto y el olfato, y que esto sucede mucho después que ha pasado la etapa del bebé y el deambulador. Les encanta palpar la madera lisa, el plástico y las pieles suaves. Con frecuencia parecen reconocer a las demás personas por medio de los sentidos mencionados, y es posible que les guste oler las manos de sus padres y explorar sus rostros con un toque suave y delicado como el de un niño ciego. Gozan con los juegos violentos que implican el contacto físico, aunque a veces se retraen ante un roce más tierno o un beso.

Movimientos poco usuales del cuerpo.

Una de las cosas que más llaman la atención en un niño autista son los movimientos extraños que realiza. Aletea con brazos y manos, salta en el mismo sitio y hace muecas. Tiende a caminar en puntas de pie, a veces manteniendo las piernas rígidas. Algunos giran sobre sí mismos incesantemente sin marearse. Casi todos doblan y hacen girar los dedos o los objetos cerca de sus ojos.

Torpeza en los movimientos que requieren habilidad.
Es común comprobar que los niños autistas encuentran obstáculos para imitar los movimientos que hacen otras personas, aunque hayan llegado a la época en que se muestran dispuestos a cooperar. Tienden a hacer a la inversa los gestos que ven. Es decir, que señalan hacia abajo en lugar de hacia arriba, y mueven el brazo izquierdo en lugar del derecho, etcétera. Generalmente no pueden copiar los movimientos de saltar en un pie o dar saltos al caminar, y si tratan de dar un paso de baile complicado se enredan con sus propios pies.

Esta inversión de secuencias y de derecha-izquierda. frente-dorso y arriba-abajo afecta a muchas actividades suyas. Ya se ha mencionado la tendencia a mezclar el orden de las palabras en las frases. Algunos niños, cuando se visten, tienden a ponerse las ropas con la parte del frente en la espalda y los zapatos en los pies que no corresponden.

 

Referencias

SHEA, Thomas M. La enseñanza en niños y adolescentes con problemas de conducta. Ed. Médica Panamericana, Buenos Aires, 1986.

Diccionario de la Psicología. Larousse. Librarie Larousse, 1969, 1º edición.

WING, Lorna. La educación del niño autista. Ediciones Paidos, Barcelona, 2º reimpresión en España, 1985.

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