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La Infancia (des) Protegida (Parte I)

Son instancias protocolizadas y en muchos casos gestionadas por correo electrónico, con lo que se legitima la despersonalización en un ámbito donde la comunicación y el vínculo terapéutico que comienza a establecerse, tienen una importancia significativa.

Asistimos con asombro y preocupación desde nuestro ámbito que es el de la Salud,  a una cantidad de diagnósticos generalmente designados por letras y números, con los que se clasifica de manera simplista y generalizada, a ciertas dificultades que se presentan en la infancia y en la adolescencia. Los padres de estos pacientes, en ocasiones, plantean interrogantes porque no logran comprender cabalmente esta suerte de codificación -¿cosificación?- con la que se nomina la dificultad que presentan sus hijos.
 
A diario circula: TDA y TDAH -Trastorno por Déficit de Atención con o sin Hiperactividad-, TGD-Trastorno Generalizado del Desarrollo- TEL (m) y TEL (e)- Trastorno Especifico del Lenguaje Mixto y Expresivo- y otras muchas subclasificaciones a las que se le agregan números. En otros casos, más graves aún, se rotula como Retraso Mental a pacientes por no responder a las pruebas del protocolo utilizado, sin advertir que puede tratarse, por ejemplo, de una inhibición emocional reversible. El rótulo le confiere un carácter de irreversibilidad que quedará grabado en el paciente y en su familia como un código definitivo
 
Estos novedosos diagnósticos, que tienen tanta prensa en los medios masivos de difusión y que son exigidos por las distintas obras sociales para su autorización y reconocimiento, se centran en la observación de los comportamientos de niños y niñas, especialmente dentro del ámbito de la institución escolar. Son diagnósticos importados, en muchos casos basados en un verdadero reciclaje de teorías muy antiguas y otras vigentes y se los considera contundentes por el solo hecho de provenir de países del primer mundo. Justamente de ese primer mundo al que pertenecen los laboratorios y empresas farmacológicas, los que para cada uno de estos códigos producen una medicación especifica
 
Estas intervenciones clínicas se inician con entrevistas y finalizan con definiciones codificadas. Son instancias protocolizadas y en muchos casos gestionadas por correo electrónico, con lo que se legitima la despersonalización en un ámbito donde la comunicación y el vínculo terapéutico que comienza a establecerse, tienen una importancia significativa. Se observa y se diagnostica solamente con los datos que aparecen en la conducta manifiesta de niños, niñas y adolescentes.
 
Datos que se corresponden con una larga y minuciosa lista de preguntas indicativas, que se van tildando al más puro estilo “Múltiple Choice”. Estos cuestionarios informatizados deben ser respondidos por padres, docentes y por otros profesionales de manera palmaria y tienen la finalidad de determinar “conductas terapéuticas y educativas” a seguir con esos niños y esas niñas. Poco importan las causas que las determinan, se basan en un biologismo absoluto sin la más mínima consideración del interjuego de los factores emocionales, funcionales, cognitivos, sociales y culturales, entre otros, que habrán de incidir en la constitución subjetiva.

 

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