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Perfil del profesorado. (Parte V)

Los cambios pedagógicos contemporáneos apuntan a la formación no sólo de competencias científicas y técnicas sino también de las competencias sociales requeridas para asumir cambios materiales y culturales radicales.
Gaspar Ferrer Soria | 15/04/2008
VAMOS CON EL PERFIL

En principio no parece necesario plantearse que la figura del profesor tenga que cambiar “radicalmente”por la llegada de las NNTT a la esfera de la educación, como tampoco han cambiado sustancialmente los perfiles profesionales en todos aquellos ámbitos en los que la informática ha tenido una influencia fundamental en la última década. La inmensa mayoría de las profesiones se han visto afectadas en sus formas de trabajo y producción por la llegada de las Nuevas Tecnologías, viendo incrementando su potencial de desarrollo. Pero esencialmente las profesiones y los profesionales siguen siendo los mismos.

No se trata por tanto de establecer un nuevo perfil de docente que esté acorde con la era de las TIC, sino más bien de que el docente asuma como necesario e inherente a su profesión la necesidad de mantenerse en una permanente actitud de esfuerzo por el perfeccionamiento y actualización de sus técnicas didácticas y metodológicas por medio de la investigación y la evaluación de su práctica docente.

Es decir, un docente que está permanentemente pendiente de los cambios que surgen a su alrededor para irlos analizando y asimilando, siempre en la medida en que le permitan hacer más atractivo, creativo, exitoso y adecuado a las necesidades, el aprendizaje de sus alumnos. Siempre con la vista puesta en la evolución y evaluación de su propia tarea a fin de enriquecerla con la práctica. No es más que el resultado de la necesidad de adaptarse a una sociedad en la que la velocidad con que crecen los conocimientos es mucho mayor que el crecimiento de la capacidad de comprensión y asimilación de los mismos.

Los papeles que deberá asumir el profesor cambiarán con respecto a los actuales ya que se tiene que convertir en facilitador del aprendizaje, un animador, capaz de crear y poner al niño ante situaciones muy diversas, que le provoquen una reflexión y un debate interno, que fomenten una actitud constante de investigación que le hagan progresar al máximo en el desarrollo de sus potencialidades individuales a través de un trabajo colaborativo y solidario. En este sentido es fundamental que el profesor estimule el deseo de aprender de los alumnos, sepa fomentar el interés y la participación y a la vez tendrá que guiar el proceso de aprendizaje para que se mantenga el nivel motivacional y exista una actuación frente al grupo, el individuo y con los medios, que se adapte a las necesidades personales.

Para conseguir que exista, más que un cambio, una evolución real en el perfil del docente, lo más importante es implicarle e ilusionarle en un proyecto realista y con futuro. Hay que perder los miedos a cambios traumáticos y sustitución de funciones, aunque haya voces alarmistas que los auguren. Si los maestros se sienten implicados en un proyecto interesante e innovador, fruto de un proceso interiorizado y sin imposición externa, las garantías de éxito son elevadas. De hecho los cimientos ya están puestos, pues en los últimos años la formación en temas informáticos ha aumentado hasta convertirse en un 25% de la impartida por los CPRs. Un compañero de un centro de Zaragoza capital me decía durante mi vista a su centro: “Ningún maestro responsable debería resistirse a las necesidades nuevas que aparecen con las T.I.C., adaptarse o morir”

La formación permanente en T.I.C., ha ocasionado fascinación, desconcierto y temor entre el profesorado por el miedo a quedarse "descolgados". La formación en este campo debe posibilitar al docente para desempeñar un nuevo papel de asesor - dinamizador, en un proceso de acercamiento crítico, uso adecuado y a veces “reconstrucción cultural” del alumnado en estos medios tecnológicos como “mediadores” de la información. Los recelos del profesorado frente a una posible perdida de protagonismo por estas tecnologías deberían desaparecer con un modelo de actuación docente como asesor y no “mediador” entre la cultura y el alumnado. No se trata de escoger entre uno u otro mediador, profesorado o tecnología.

Sin ánimo alguno de hacer un “vademécum” ni sentar cátedra sobre los trazos existentes en este perfil, ni sobre si unos aspectos han de priorizarse ante otros vamos a ir repasando que recaracterísticas debería poseer el docente actual (Teniendo en cuenta que en este foro el interés está centrado en la correcta aplicación de la herramienta informática). La labor educativa, tal y como la contemplamos desde la práctica, ya nos indica con claridad algunas de las aptitudes y actitudes que el profesor debe reunir, imprescindibles para desarrollar eficazmente su labor.

Actitud de cambio y constante aspiración de mejora.

Esa es una competencia que le permite estar abierto hacia lo polivalente, y lo flexible para mantenerse al día de los cambios que se producen en nuestro ámbito. Los cambios pedagógicos contemporáneos apuntan a la formación no sólo de competencias científicas y técnicas sino también de las competencias sociales requeridas para asumir cambios materiales y culturales radicales. Ello exige del docente una gran responsabilidad y una gran flexibilidad, su compromiso con un proceso continuo de actualización y la disposición permanente a aprender y a construir conocimiento sobre su propia práctica.

Por lo tanto, reflexionar e investigar sobre la práctica educativa se debe convertir en una más de las tareas habituales de los docentes; y nótese que no se utiliza el plural.

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